No es cuestión de tamaño, es cuestión de escala. La sensación que transmiten los espacios urbanos al percibirlos y experimentarlos describe una mezcla saturada de comprensión compleja. “Después de haber andado un par de kilómetros por esta ciudad, sin prisas, me doy cuenta de que hoy ha sido quizá el día de mi vida que he visto más cosas” (Josep Pla). Pero esta sensación no es un problema, ni siquiera un factor negativo, porque la ciudad es un entramado diverso y complicado cuya comprensión ha de ser transversal en muchas direcciones temporales, espaciales, sociales y económicas. Y, sin embargo, al mismo tiempo es un organismo de uso sencillo, incluso simple a pesar de su complejidad interna. Algo tan fácil como parpadear o respirar para un organismo tan desarrollado como el humano. La ciudad es un hábitat de lecturas múltiples, según el lenguaje que cada sensibilidad comprenda, y por lo tanto cada ciudadana o ciudadano ordena en su memoria un relato de la ciudad.
La escala es la unidad de medición relativa de la arquitectura, como término que se puede aplicar a cualquiera de sus campos de análisis: escala estructural, escala estética, escala morfológica o escala funcional. Pero también es una herramienta de comprensión de la ciudad, que permite detectar irregularidades o composiciones extrañas, incluso sin la certeza de tener una respuesta clara, tan sólo un diagnóstico. En todas las ciudades, en todas las calles hay lecturas sobre la escala.
Una pequeña vivienda en medio de la trama urbana
En la calle Juan Flórez aparece una de estas irregularidades perceptivas que tiene la escala como herramienta de diagnóstico inicial, y es que frente a la linealidad homogénea de sus volúmenes y composición más o menos neutra de sus fachadas hay una pequeña vivienda que destaca: la Casa de Alonso Escudero.
Este proyecto, obra de Eduardo Rodríguez-Losada Rebellón (1886-1973) es una pieza singular hoy en día, lejos de la escala aparente que encajaría dentro de la trama urbana del ensanche y la calle Juan Flórez. La casa Escudero se encuentra en la esquina de una de las fachadas urbanas más ricas de A Coruña, la calle Ferrol que tiene en ambos extremos obras de Rodríguez-Losada, ya que en su otro lado se remata con la Casa Cortés. Pero en el momento de su construcción 1913-1915, esta vivienda no era un elemento extraño al tejido urbano. La calle Juan Flórez (desde 1900) entonces era conocida como el Camino Nuevo o Camino de Castilla, y su condición de vía secundaria o periférica al ensanche permitía el desarrollo de un tejido de baja densidad compuesto por viviendas unifamiliares con jardín y cierre perimetral. Frente a la casa se situaba el Leirón do Casino, lugar de reunión de la burguesía coruñesa, hasta su desaparición en 1964. El crecimiento urbano que la ciudad experimentaba en esa área a principios del siglo, configuraba un laboratorio de pruebas para la arquitectura de la ciudad, así la calle Ferrol se fue ocupando con obras de Julio Galán, Antonio Tenreiro, Peregrín Estellés, Pedro Mariño y Santiago Rey Pedreira. Estos profesionales junto con Juan de Ciórraga, Rafael González Villar, Gabriel Vitini o Faustino Domínguez Coumes-Gay son los autores de la transición hacia la modernidad de A Coruña, un camino difícil ya que escalaba también la estructura urbana desde una pequeña población de provincias a una ciudad metropolitana. Una transición que todas las ciudades europeas abordaban en ese preciso momento incorporando infraestructuras como el ferrocarril, las carreteras o los puertos y grandes centros para la cultura y el ocio como óperas, teatros y centros deportivos.
Cambios de escala
El camino de la modernidad exigía un cambio de escala urbana, cuyo punto de inflexión se encuentra representado en esta pequeña obra de Rodríguez-Losada. La vivienda proyectada por este arquitecto compositor de música, es de carácter ecléctico, pero sin duda aloja un estilema modernista de lenguaje francés e italiano. El proyecto ocupa la esquina de la calle Juan Flórez y calle Ferrol, dejando su fachada secundaria y por lo tanto más opaca hacia la primera calle (entonces una vía perimetral) y la principal hacia la segunda que se alzaba como calle principal y además pertenecía al nuevo ensanche. Su organización interior es sencilla, jerarquizando los diferentes en vertical: en la planta baja se sitúan los espacios de convivencia común como salones o cocina y en la planta superior los dormitorios, reservando el espacio del torreón como estudio-gabinete. Y, aunque sobrio en términos descriptivos, su espacio interior no está exento de escenografía, una dinámica compositiva que ya se intuye desde el exterior.
El acceso a la vivienda no se encuentra incrustado en la propia fachada, sino que se realiza desde un patio lateral que se abre a la fachada. Lo que posibilita no sólo mayor privacidad sino un cierto carácter escenográfico y una referencia estilística al modernismo mediterráneo. La concepción del patio como vestíbulo del acceso en contacto directo con el exterior, es un mecanismo compositivo imbricado en la tradición mediterránea (aunque sea utilizado con características diferentes en otras culturas), y que en el momento en que se proyecta esta vivienda dota de ese carácter teatral clasista buscado para resaltar el volumen de la vivienda sin eliminar la identificación lingüística con el modernismo del sur de Europa (francés o art-nouveau, italiano o estilo floreal, portugués). La compleja teatralidad dinámica del patio se traslada al interior a través de la escalera que conecta ambas plantas, cuyo juego de planos con iluminación al fondo carga de movimiento inesperado al conjunto.
Al margen de este carácter escenográfico, el exterior se envuelve de un discurso desbordante compuesto con lenguaje modernista. Rodríguez-Losada incorpora en la fachada elementos modernistas tales como guirnaldas, cornisas, pináculos, orlas, resaltes, parteluces de orden jónico, balaustradas y frisos. Estas decoraciones van superponiéndose al volumen siguiendo una jerarquía compositiva propia, de la que únicamente sobresale el torreón hexagonal en esquina. El lenguaje modernista sigue un catálogo ornamental fundamentalmente vegetal, que lo une directamente con la vanguardia francesa de Victor Horta o Hector Guimard.
La vivienda de Alonso Escudero (Mombuey 1867- Madrid 1954), empresario textil y comerciante afincado en Coruña, se convirtió en un icono urbano de la ciudad. Sin embargo, Escudero abandonó la ciudad a mediados de la década de los veinte trasladándose a Madrid. La casa salió a la venta y tuvo diferentes propietarios siendo uno de ellos un republicano que al estallar la guerra se exilió en Cuba. Durante la guerra, el edificio se consolidó exteriormente mediante un enfoscado y fue convertido en “Delegación de orden público” (utilizado como centro de detención e interrogatorio de detenidos). Su propietario, exiliado en Cuba, conocedor de esta situación donó la vivienda a la República de Cuba con la condición de que esta fuese utilizada como consulado del país centroamericano. Desde ese momento la casa fue ocupada por Fernando Pena Poldo, cónsul honorario y por Eduardo Mayea Aroca tras el fallecimiento del primero en 1953, hasta 1959 (fecha de la caída de la dictadura de Batista). Ambos residentes ocuparon la casa junto con sus respectivas familias. Tras el desmantelamiento del consulado, la casa fue ocupada por un matrimonio de origen cubano exiliado en España.
La Casa, hoy en día icónica y sorprendente, estuvo a punto de no existir debido a un proyecto de modificación de alineaciones que se publicó pocas semanas después de la concesión de la licencia. Esta vivienda no cumplía la normativa del ensanche, incurría en un contraste volumétrico que no sería aceptable para la definición de la trama urbana. Alonso Escudero se opuso a esta normativa reclamando su derecho a realizar la vivienda, protesta que el ayuntamiento desestimó. Escudero persistió en su protesta, y en Julio de 1914 un Real Decreto del Ministerio de la Gobernación aprobó su expediente de forma que el Ayuntamiento hubo de adaptar la excepcionalidad de la vivienda requiriendo el vallado de la propiedad. De esta forma se creaba una alteración de la escala en la trama urbana que se había definido para esta zona como “ensanche”, y que estaría compuesta por edificios de viviendas como la Casa Cortés (1918), la Casa Barrié (1916-1926), la Casa Ángel Torres (1925) o la Casa Ameixeiras (1924-1926).
This time tomorrow
Excepciones que son percibidas hoy en día como alteraciones de escala que transforman el tejido urbano y su homogeneidad. En la actualidad su grado de protección e integración dentro la trama del ensanche impide su desaparición en favor de la ordenación volumétrica y la morfología urbana. En la actualidad su valor testimonial como tipología arquitectónica es fundamental como pieza para rastrear esta morfología en la ciudad, especialmente en el entorno en el que se asienta.
"Hace tan sólo 15 años, el término ‘contenido’ se escuchaba únicamente cuando la gente debatía sobre cine seriedad, y era contrastado y comparado contra la ‘forma'" Martin Scorsese
Cuestión de escala y no de forma o contenido para la biografía de un edificio que se constituye como singularidad arquitectónica. Forma y contenido son resultado de la voluntad creativa de proyectar una vivienda de otro tiempo en un espacio cuya tipología tendía a la desaparición. Una obra extemporánea que se integró dentro de un tejido ajeno de forma excepcional como quien toma un tren que termina de arrancar, una acción sin la que no se entendería el resto del trazado de la calle.
En la primera escena de la película Darjeeling Limited Adrien Brody y Bill Murray corren en una abarrotada estación india, cargados con sus maletas, ansiando no perder su tren, el Darjeeling Ltd. Murray cansado detiene su carrera, Brody consigue subirse al tren y contemplar al fin aliviado que ha logrado su propósito. De fondo suena “This time tomorrow” de The Kinks. Sin esta escena la película carecería de sentido. Una acción quizás paralela a la construcción de la Casa Escudero en cuya historia quizás también suene de fondo “This time tomorrow”: This time tomorrow, what will we see?// Field full of houses, endless rows of crowded streets*
*El día de mañana ¿qué veremos? // Campos llenos de casas, interminables filas de calles abarrotadas.