A las 7:30am José Antonio Rey María, un pescador de origen portugués, encuentra en la playa de El Portil un cuerpo de un militar. Sorprendido por el hallazgo, informó a las autoridades quienes se llevaron el cadáver. Al tratarse de un militar inglés, este fue inspeccionado por la Abwehr local asentada en España debido a la relación amistosa y colaboracionista con la Alemania Nazi. Adof Clauss, el técnico responsable de la tarea, observó que el cadáver portaba tanto su documentación personal como algunos efectos personales y un extraño maletín. Entre su documentación personal había entradas de teatro, una foto de su novia Pam, un par de facturas sin pagar con una carta airada del banco Lloyd’s. El comandante William Martin de los Royal Marines, parecía ser un militar obediente y serio pero un poco despistado, quizás por eso se había atado el maletín con una cadena alrededor de su gabardina, para no perderlo. Con cierto esfuerzo la inteligencia alemana consiguió abrir el maletín y encontró los documentos que mostraban el plan enemigo: los aliados iban a tomar Grecia en lugar de Sicilia. El OKW (alto mando alemán) decidió en consecuencia, modificar su estrategia y trasladó a sus militares desplegados en el Mediterráneo. 

“Se han tragado toda la carne picada” dijeron en Londres cuando conocieron la historia. Y es que el comandante Martin no era real, sino un cadáver anónimo fallecido por neumonía al que habían creado una falsa identidad, para que la información errónea llegase al alto mando nazi. Y aún así a pesar de no existir, la operación “mincemeat” (carne picada) cambió el devenir de la Segunda Guerra Mundial. Una de tantas otras estrategias que poco a poco precipitaron la caída del nazismo. A veces, la irrealidad da forma a la propia realidad. De la misma forma que la ficción lo sigue siendo aunque se adjetive como ciencia-ficción o realismo. El movimiento entre irrealidades, ficciones y la vida con su visceralidad latente, constituye una dinámica maleable, en la que, aunque conscientes de los límites entre unas y otras, se construye aquello que al final termina siendo tangible.

La arquitectura es una disciplina que traslada la ficción a la realidad. Tras ese viaje la arquitectura cobra vida cuando es absorbida y asimilada por la sociedad. De alguna forma la ficción no se hace realidad hasta que el ser humano de forma colectiva, le da verosimilitud. Pero en ocasiones hay proyectos que se quedan en el campo de una extraña ficción que contagia a la realidad. No es que todas las arquitecturas no construidas sean transformaciones relevantes para el proceso de desarrollo urbano, pero algunas abren debate o crean nuevas dinámicas a pesar de no llegar a existir físicamente. 

Carné falso del comandante William Martin de los Royal Marines

La Casa de la historia

La casa de la Historia de A Coruña, es un edificio que nunca fue. Un proyecto del arquitecto Manuel Gallego (Carballiño, Ourense. 1936) que resultó ganador en un concurso internacional. El concurso fue organizado por el Ayuntamiento de A Coruña entre 2003 y 2004, contando con un jurado compuesto por arquitectos gallegos de reconocido prestigio y experiencia como Rafael Baltar (1933-2004) o Andrés Fernández-Albalat (1924-2019), y otros arquitectos españoles de formación paralela como Manuel de las Casas (1940-2014), Antonio Fernández Alba (1927), Javier Mozas (1958), Víctor Pérez Escolano (1945) y Roberto Ercilla (1950). La intención de este proyecto denominado en un primer momento como Casa de la Historia o de los Antepasados, era la de crear un área cultural en torno al sitio arqueológico del Castro de Elviña que enriqueciese esta zona de la ciudad de forma integrada, con la capacidad de generar un espacio de ocio didáctico. La posición del proyecto, y la importancia del lugar tenían la capacidad de convertirse en un nodo de atracción con capacidad de regenerar un polo de la ciudad a través de la propuesta resultante. 

“Los edificios y las ciudades son instrumentos y museos del tiempo. Nos permiten ver y entender el transcurso de la historia y participar en los ciclos temporales que rebasan la vida individual”. Juhani Pallasmaa. Los ojos de la piel, 1996

El grupo de propuestas finalistas estaban constituidas por estudios internacionales de gran proyección como Carlos Ferrater – OAB (Office of Architecture in Barcelona), el británico David Chiperfield, Zaha Hadid arquitecta de origen iraquí asentada en Londres, Martínez-Lapeña-Elías Torres con sede en Barcelona, el estudio madrileño Mansilla & Tuñón, la oficina suiza Gigon & Guyer y la holandesa MVRDV. Las propuestas eran muy dispares en formalización, cada una de ellas respondía a la propia identidad del estudio, destacando como anécdota el proyecto de MVRDV que no era otra cosa que un mapa de Galicia en vertical, habitado sobre el que se proyectaban imágenes. 

Revista arquitectura n338 (2004) -pag114-115

Revista-arquitectura-2004-n338-pag114-115

El proyecto de Manuel Gallego fue el ganador, una propuesta que no sólo trabajaba sobre el programa solicitado, sino que también desarrollaba la integración en el territorio y en el paisaje local. Esta actitud no es algo puntual, si no que indica que el propio paisaje gallego es cultura, forma parte de manera indisoluble de la forma de entender la vida en Galicia y de su historia. 

Hacer un parque. Un espacio público en un área tan fraccionada me parecía una labor de mucho interés. […] Podría ser la primera acción que contemplase el carácter metropolitano y que pudiese llegar a replantear el fenómeno de la transformación de lo rural en lo urbano de una forma más ordenada. Y de una forma no destructiva. El crear un área como un parque, como un espacio público en un mundo como este, tiene un problema de límite ¿Cómo defino lo que es la zona urbana, calificada como zona verde, como parque de lo que es una huerta que está al lado? Parecía que el límite era fundamental. Porque lo que estábamos construyendo era como un gran edificio vacío. Y eran sus propias fachadas lo que son sus límites. Y no sólo eso, sino que además hay caminos. Esto significaba que desparecían los caminos. Por eso yo proponía un límite permeable. […] El límite era un camino, pero un camino topográfico, como una pequeña muralla en algunos puntos, que en otra pasase a ser un barranco, pero que fuese geografía y al mismo tiempo arquitectura.” Manuel Gallego sobre su propuesta para la Casa da Historia. A Cidade Intuída, Santiago. 2011.

El límite de la ciudad

El proyecto desarrollado por Gallego con sus colaboradores (Elias Cueto, Elisa Gallego, Pablo Gallego, Fermin González, Julio Grande, Manuel Muñoz), se denominó Parque Artabria e interpretaba a la perfección la relación entre territorio y arquitectura a través de la óptica histórica definida en la función del edificio. Es decir, no se trata de una propuesta que encaja en un lugar sin más, sino que nace del propio conocimiento e interpretación de la cultura gallega. Desde una perspectiva general más abstracta el proyecto se conecta linealmente con el promontorio sobre el que se sitúa la torre de Hércules, de forma que se contempla el pasado: faro y castro ,con la contemporaneidad de la ciudad

"El proyecto se conecta linealmente con el promontorio sobre el que se sitúa la torre de Hércules, de forma que se contempla el pasado: faro y castro ,con la contemporaneidad de la ciudad".(Texto: Nuria Prieto / Imagen: revista arquitectura n338 (2004) -pag114-115)

El edificio se incrusta en parte en la colina, formando parte de ella, se talla y remodela con él. Esto es lo que corresponde a la arquitectura virtual. Representación de una arquitectura con forma variable y adaptable. Sus paredes son transformables en elementos activos (proyecciones, infografias…) y los techos adaptables: un gran escenario.” Extracto de la memoria de proyecto.

Esta obra, anticipa una modernidad arquitectónica desde la cultura local, proponiendo una identidad contemporánea natural y visionaria. Las piezas construidas eran piezas formadas por prismas transparentes de vidrio que permiten la permeabilidad. Su posición además, se acomoda a la topografía de forma natural permitiendo la comprensión de las piezas de cubierta como un nuevo faro cultural para la ciudad. 

En la memoria del proyecto se describe de forma somera la materialidad del proyecto pero se anticipa que “En un anteproyecto sólo se pueden contar argumentos, aún no hay arquitectura. En el proyecto se reflexiona sobre el tiempo, la luz y el espacio”. Esta última frase marca el paso entre la ficción y la realidad, y cómo la arquitectura cobraría vida al nutrirse de una materialidad diferida en el tiempo, matizada por la luz y percibida en el espacio.

El proyecto no se construyó, pero formuló una estela que definió una nueva forma de desarrollar la arquitectura contemporánea en Galicia. El debate entre lo global y lo local, adquiría forma y solución a través de los argumentos desarrollados por el proyecto de Manuel Gallego. La comprensión del territorio es el punto de partida para definir el soporte cultural del proyecto. A este aspecto se añade el respeto a la preexistencia, pero no únicamente la monumental, si no toda aquella que supone una construcción del lugar: un camino, un límite de una huerta, un reguero, ya que todas ellas han definido una serie de dinámicas en el territorio que son previas al posicionamiento del proyecto. La transición entre el campo y la ciudad es quizás, uno de los aspectos más contemporáneos que trata la propuesta, ya que lo aborda con el cuidado necesario como para no crear un límite duro, sino un cambio progresivo no dañino.

Irrealidades que transforman la realidad

Robert Musli escribía en “El hombre sin atributos” (1942) “La realidad siente un deseo absurdo de irrealidad”, y quizás también la irrealidad busca de forma imperceptible pero incesante atravesarse a sí misma para ser real. Proyectos como la propuesta de Gallego son en realidad pequeñas miradas al futuro que proporcionan un camino posible a la modernidad. 

“Entender esta extraordinaria riqueza del mundo virtual, pero que no sea como una etapa en la que hay que borrar lo anterior para entrar en una nueva. Si no hacerla compatible con un paseo por el bosque. Un paseo por el bosque en multitud o en solitario, que cada uno pudiera tener la voluntad de elegir su soledad, algo que va en contra del  consumo de masas” Manuel Gallego sobre su propuesta para la Casa da Historia. A Cidade Intuída, Santiago. 2011

A veces los edificios que no fueron proporcionan lecciones de arquitectura. Se convierten en historias que terminan provocando un giro disciplinar y finalmente se materializan a través de otras obras. Quizás, este proyecto nunca se construyó pero definió una nueva forma de entender el urbanismo de A Coruña y su área metropolitana. Un futuro próximo, es decir, una irrealidad que desea ser real.