La Casa Formoso de la calle San Andrés de A Coruña
La Casa Formoso está considerada la primera obra del arquitecto Santiago Rey Pedreira. Un edificio único de carácter racionalista que esconde su singularidad en la calle San Andrés
3 noviembre, 2021 06:00"Nostalgie du Lincoln Center!" fue el grito de protesta de algunas élites sociales de Manhattan en la segunda mitad de la década de los sesenta. Esta proclama era vista como un grito clasista por parte de aquellos que reflexionaban sobre la modernización de la ciudad, y como una definición de los límites de la jerarquía social privilegiada de aquellos que buscaban perpetuar su posición. "La verdad es que…Los Ángeles, San Diego y cientos de otras ciudades norteamericanas, cientos de pueblos y encrucijadas, serían tediosísimas si no existiera la arquitectura electrográfica, fantástica, móvil y automovilística’’ (Tom Wolfe, El coqueto aerodinámico rocanrol color caramelo de ron. 1972)
La edad de la ciudad puede considerarse un factor de debate, ya que no responde a una cuenta aritmética natural, sino a la imagen que transmite a través de sus edificios, su espacio público, y las dinámicas sociales…París puede ser el siglo XIX de sus barrios más icónicos o la postmodernidad del barrio de la Defénse, pero quizás si la primera imagen es más popular que la segunda, la conclusión pudiera fechar su edad en unos doscientos o trescientos años, cuando la verdad oculta tras sus magníficas plazas y avenidas es mucho más compleja. La dificultad aumenta al considerar otras ciudades como Londres o Roma, o parece aparentemente sencilla si la mirada se dirige a Nueva York o Lisboa. Simplificaciones de una percepción que sólo se ve sometida a crisis si hay una profunda voluntad de análisis urbano o si aparece un edificio de apariencia ‘alienígena’.
Como decía Sting en su tema "Englishman in New York", hay ciudades que ante la singularidad provocan una cierta sensación de extravagancia interna ante la propia personalidad, pero: ‘Be yourself, no matter what they say’. En A Coruña hay algunos edificios que provocan esta mirada alienígena. La mayor parte de ellos, responden obviamente a esta singularidad tan concreta que les hace parecer extranjeros a su tiempo. Pero otros, parecen pasar desapercibidos hasta que parece que algo extraño les ocurre. La Casa Formoso, es uno de esos edificios que parecen una fachada más hasta que sus líneas, intensas y rotundas se despegan del tejido urbano que rodea hasta colocarlo en una posición que nuevamente somete a crisis la edad de la ciudad.
La Casa Formoso
La Casa Formoso resulta ser la primera obra de un arquitecto fundamental para la historia arquitectónica de A Coruña: Santiago Rey Pedreira (1902-1977). Rey Pedreira terminó sus estudios en 1929, y volvió a Coruña, donde se incorporó a trabajar en el estudio de Pedro Mariño (1869-1931). En aquel momento, el contexto urbano de Coruña era aún el de una ciudad del siglo diecinueve. El modernismo, el eclecticismo y los regionalismos de mirada beaux-arts revelaban una ciudad burguesa, que crecía a través de su ensanche pero no desarrollaba, sin embargo, una auténtica modernidad que en otras ciudades europeas como Berlín comenzaban a romper la imagen del antiguo régimen. La década de los años treinta fue, en algunos lugares de Europa, una concentración e intercambio cultural de fuerza imposible de detener (aunque la guerra alteraría desgraciadamente, las posibilidades).
Situado en la calle Huertas, el edificio de viviendas era un encargo de Pedro Mariño, de hecho fue iniciado por este, aunque lamentablemente su fallecimiento en 1931 le impide irrebatiblemente continuar las obras. Rey Pedreira se hace cargo de la obra y la transforma hasta convertirla en un edificio moderno. El proyecto de Rey Pedreira no sólo modifica la estética del edificio, sino también su funcionalidad, ya que diseña una distribución novedosa en combinación con una fachada única que solicitan una tecnología constructiva moderna.
El edificio incluye dos viviendas por planta, con una distribución tan sencilla, que resultaba realmente sorprendente para el momento. Cada una de las plantas, se organiza en torno a un pasillo central que se une en el centro de la planta donde se disponen las comunicaciones verticales. El pasillo central distribuye las piezas húmedas (baños y cocinas) hacia la medianera donde se abren dos patios, mientras que el resto de habitaciones se colocan hacia el lado opuesto del pasillo de forma que todas dan al exterior. No existen las ‘habitaciones italianas’ ni tampoco los dormitorios hacia los patios. La organización de cada una de las viviendas es radicalmente, moderna, tanto que podría ser contemporánea.
La modernidad racionalista en A Coruña
La modernidad del interior es algo tangible en la Casa Formoso, pero sería algo poco elocuente para el observador o paseante, si no fuese porque Rey Pedreira diseña una fachada en estricta coordinación con el concepto arquetípico del edificio. La modernidad de este edificio se traduce en incorporar el dinamismo a una fachada que podría ser aparentemente grave y estática.
La fachada del edificio, que podría etiquetarse más en el racionalismo que en el movimiento moderno, se caracteriza por sus líneas curvas, aerodinámicas y quizás un poco electrográficas. El dinamismo que sugiere el edificio tiene su raíz en la modernidad europea: el expresionismo de Erich Mendelsohn (1887-1953), algunas obras ‘dinámicas’ de Le Corbusier (1887-1965), los edificios de viviendas del belga J. J. Pieter Oud (1890-1963), el racionalismo centroeuropeo, aunque quizás la obra mas influyente de momento sea la del español Fernando García de Mercadal (1896-1985) quien proyecta en España el primer edificio racionalista el pabellón en el Rincón de Goya en 1927.
Los edificios racionalistas se caracterizan por proponer un diseño sencillo, un Art-Déco sin adornos que definen una belleza sin artificio. El avance de la tecnología en los sistemas constructivos, permite que la arquitectura se organice de una forma más clara, que incluye a estructura dentro del diseño. El conjunto se concibe como un proyecto integrador del color, el volumen, los detalles, que se aplican a través de los nuevos materiales en favor de una composición dinámica. Pero a pesar de todas estas características y la novedad casi catatónica que pudo causar en su tiempo a los ciudadanos coruñeses, hay un último detalle que lo convierte en alienígena. Ese que provoca la singularidad.
El movimiento racionalista a diferencia de los anteriores estilos que han llegado como oleadas a la ciudad es que es internacional, sin regionalismos ni estilemas. Si el modernismo tiene sus derivadas en función a las nacionalidades o regiones, y el Beaux-Arts es un producto compositivo francés que se exporta, el racionalismo, con su ausencia de superficialidad, es común y coetánea a todos los lugares de Europa y Norteamérica en los que tiene lugar. Lo mismo sucederá pocos años después con el Movimiento moderno, derivando en una manera de entender el lenguaje arquitectónico de forma globalizada. Un lenguaje global para un mundo interconectado y que define lo que entonces resultaba vanguardista y que hoy resulta tan habitual, ya que el intercambio cultural con cualquier parte del mundo puede producirse de forma inmediata.
Arquitectura mutante
La arquitectura responde al signo de los tiempos, es decir, a la forma de pensar del momento. Es la patada hacia adelante a través de aquellos que recibían la cultura con mayor frescura la que resulta sorprendente al tiempo que extraña. La globalización ha apagado la componente impactante, ya que el camino de la información se ha democratizado y la mirada moderna tiene que ver con factores lingüísticos y perceptivos, y no tanto con la incorporación de tecnologías o estéticas propias de momentos culturales vanguardistas.
A veces, la cultura arquitectónica parece inocua, la presencia de un edificio y su carácter permanente crean una visión de inmutabilidad que lo convierten en algo de percepción irreversible. La puesta en crisis de algo culturalmente sorprendente, por inmóvil que sea, crea una onda expansiva que permite comprender de otra forma la ciudad. Si no, los arquitectos caerían en una parodia sarcástica de Fran Lebowitz "Un aterrador número de artistas conceptuales (dos) ocupó un espacio en la parte baja de Manhattan […] Exigían que la gente se imaginara que aquello tenía algún interés. Al no recibir respuesta alguna, se felicitaron de corazón por el éxito obtenido y repitieron lo que habían hecho una y otra vez sin parar’’. Los conceptos arquitectónicos son ideas construidas que narran la historia de la ciudad. Mirar, someter a crisis, sentirse susceptible de sucumbir al asombro son pequeñas ideas irreverentes que sin duda dan la calve para calcular la edad inexistente de una ciudad. Aunque inexistente no es el término más adecuado sino, inexacto, ya que ella tiene un secreto que se escapa al pensamiento humano: la edad mutante, aquella que cambia según quién la observe.