La Casa Balas de A Coruña: la arquitectura dinámica de los años 30
La Casa Balas es una muestra de un racionalismo que busca despegar de forma aerodinámica hacia el Art-Dèco. Proyectado por Tenreiro y Estellés, se construyó en la compleja década de los treinta, pertenece a la innovadora tipología de edificios-proa y aún siendo vanguardia en el momento en que se construyó es una pieza integrada en la trama urbana contemporánea que destaca por su modernidad estética y formal
9 febrero, 2022 06:001933 es un año complejo y preocupante, sin embargo, la mirada distante de la perspectiva histórica no lo caracteriza como un momento exageradamente violento. Quizás porque antes y después hubo fechas que se repetirían mucho más en los manuales de historia, las tertulias y los documentales.
“Los pasajeros en el ascensor de un edificio de la calle 41 se llevaron una buena propina el lunes. El repartidor de Western Union y el de Postal van en el ascensor. “Ey” dijo el de Western Union. “Hola” dijo el de Postal. El chico de Western Union dijo “¿Qué tal te va el negocio estos días?” El chico de Postal respondió de forma seria “Hemos visto definitivamente un aumento en este último mes”. The New Yorker, July 1, 1933 P. 11
La pasividad aparente de una fecha como esta esconde en realidad una latencia agresiva, ya que 1933 es el año del ascenso y consolidación del nazismo, de las revueltas violentas en la política europea que culmina con la explosión de los fascismos, las complicaciones en EEUU con la política del New Deal y el fin de la Ley Seca, las revueltas en territorios de América (La guerra del Chaco) Asia (Japón invade China) o África (masacre de Simele) y numerosos eventos que anticipan un cambio de paradigma. En el plano cultural, sin embargo, el panorama es intenso: el cine comienza a producir obras importantes, el teatro, la literatura, la ciencia y el arte desarrollan vanguardias que cambiarán la percepción del mundo. En 1933 se estrena King Kong (Merian C. Cooper y Ernest B.Schoedasck), Sopa de Ganso (Leo McCarey con los hermanos Marx), Mujercitas (George Cukor), pero también comienza la construcción del Golden Gate, Albert Einsten y Billy Wilder se trasladan a EEUU, Gandhi postula la lucha no violenta mediante movilizaciones, se inaugura el estadio de fútbol de Stuttgart, Diego Rivera y Frida Khalo radicados en Nueva York desarrollan obras brillantes (Murales de la industria de Detroit, Allá cuelga mi vestido), Dalí termina su obra “el hombre invisible” y Pablo Picasso afincado ya en Francia investiga sus figuras mitológicas que años más tarde aparecerán en el Guernica.
Así 1933 puede no ser una cifra repetida en los manuales de historia, pero es un año “incubadora” que precipita un punto de inflexión desencadenando un tumultuoso inicio de siglo. La perspectiva de la mirada hacia atrás crea una amalgama densa de eventos que permite comprenderlos como preguntas y respuestas elaborando un discurso sólido sobre el devenir de cualquier mínimo detalle, una inercia sociocultural imparable. La lectura de la historia tiene sentido, pero este contexto sólido se desdibuja desde el presentismo, más borroso, más impredecible. La predicción de tendencias en el ámbito sociopolítico y económico adquiere una volatilidad que tan sólo los intelectuales y analistas formados son capaces de intuir y verbalizar, pero desde el punto de vista cultural esa volatilidad se traduce en ciclos sujetos a los eventos, que expresan de manera gráfica el pensamiento de un tiempo. Y si bien en lugares lejanos de los grandes nodos de gobierno, los eventos de gran escala en el ámbito económico o político tienen réplicas de carácter lento y diferidas en el tiempo, las expresiones culturales son casi inmediatas. En el momento en que la información se distribuye, la respuesta cultural no se hace esperar, sucede en forma de música, pintura, escultura, danza o arquitectura.
El ensanche coruñés y la vida en la década de los treinta
En A Coruña de la década de los treinta, al igual que en otras ciudades españolas, la vibración cultural reproduce la intensidad expresiva que recorre Europa. El expresionismo alemán, las corrientes vanguardistas de Francia, el futurismo italiano, los debates derivados del arts & crafts británico y las miradas extracontinentales hacia el exotismo asiático o africano o hacia el aerodinamismo y potencia norteamericanas.
En la ciudad de los treinta, se estaban abordando transformaciones urbanas de gran relevancia. El proyecto del primer ensanche coruñés, fue propuesto en 1878 (aprobado en 1885) por Juan de Ciórraga, su trazado fue completándose poco a poco las décadas siguientes como consecuencia de una explosión demográfica que tuvo lugar a principios de siglo. En 1903 se proyecta un segundo ensanche (Pan de Soraluce y Pedro Mariño) que se publica en 1907 y se aprueba en 1910. El conjunto del ensanche terminó de construirse entre 1939 y 1940 con los últimos edificios de vivienda. La tendencia urbana de la ciudad, incentivó los estudios para seguir ampliando la ciudad, con el encargo de un nuevo plan a César Cort en 1942, presentado en 1943 con la planimetría desarrollada por Cort, con los arquitectos Pablo Iglesias Atocha y Jacobo Rodríguez Losada además del ingeniero Víctor Solórzano.
Dentro del ensanche la imagen más popular es la de la calle Ferrol, un catálogo de obras de los mejores arquitectos del momento expuestos uno a continuación del otro. Pero la mirada siempre se detiene habitualmente sólo en un lado de la calle, quizás porque al otro hay un equipamiento de gran escala. La elegancia y testimonio histórico de esta calle, determinan la estética de un momento, pero también la tipología del ensanche. El proyecto del ensanche fue objeto de diversos debates, pero la ausencia de tejido industrial dentro del mismo fue una de las premisas más relevantes, ya que la exclusión de algunos usos para garantizar una mayor higiene del espacio público empapaba la organización de este trazado urbano. (Esto no excluía pequeñas fábricas que no se consideraban nocivas para la salud).
La Casa Balas
La Casa Balas, situada en el extremo de la calle Ferrol, es una pieza de arquitectura de percepción neutra frente a la imagen expresiva y romántica de la acera contraria. Y es que, a pesar de su neutralidad en la perspectiva lejana, en la cercana se descubre como un edificio que anticipa el art-dèco desde el racionalismo aplicando una composición dinámica y vanguardista. Además, el proyecto es obra de una pareja de arquitectos que son sinónimo de modernidad en A Coruña: Antonio Tenreiro y Peregrín Estellés.
El edificio, perteneciente a la tipología que se dio en llamar edificios-proa, ocupa un remate de manzana entre la calle Juan Flórez, calle Ferrol y calle Arzobispo Lago González (con acceso por la última). Fue construido para Don Emiliano Balas, aunque sería adquirido pocos años después por Don Gerardo Freijido. Tenreiro y Estellés desarrollan este edificio en 1933, finalizando su construcción en 1935, pero de nuevo, ampliando la perspectiva como quien mueve los dedos en una pantalla táctil contemporánea, el edificio revela una naturaleza de vanguardia que obedece a una investigación tipológica personal de los autores. Y es que la tipología de edificio-proa, común en España, tiene otro ejemplo notable en la ciudad: la Casa Soto (1934-1935) proyectada por los mismos arquitectos y por apenas un año de diferencia, estrictamente contemporánea de la Casa Balas. Edificios hermanos, pero con matices intrínsecos que responden al contexto urbano y a la coyuntura del proyecto.
La Casa Balas, es un edificio muy proporcionado, ya que el lenguaje racionalista-protoart-dèco utilizado se hace más visible a través de una escala esbelta como la que es posible adquirir en esta posición urbana, debido no sólo a la ordenanza municipal, sino también a la condición de esquina de la parcela. El edificio, de bajo y seis plantas se articula en U en torno a un patio que se vuelca hacia el interior de la manzana. Organizativamente, las viviendas responden al carácter higienista del momento, buscando unan buena ventilación e iluminación, rechazando la infravivienda decimonónica en favor de los postulados modernos con respecto a la higiene en el hábitat urbano. Una modernidad introvertida que comparten muchas obras proyectadas en este momento, a pesar de que su estética se configure a través de un lenguaje más florido, o más clásico.
La mirada detallada sobre esta obra, desde la acera opuesta (la de la fachada bonita), provoca una cierta sensación de movimiento. La curvatura de los miradores en la fachada en contraste con la esquina afilada, y el castillete de remate sugieren dinamismo, parece que las piezas van a deslizar unas sobre otras sin apenas rozamiento, como en una obra de arte suprematista. En este sentido, el lenguaje utilizado por Tenreiro y Estellés obedece a la sincronización con la estética vanguardista del país en ese momento, presente en obras tan icónicas como el Edificio Carrión (Luis Martínez-Feduchi. Madrid, 1933), Edificio de la filmoteca Rialto (Cayetano di Carminati. Valencia, 1935), Cine Barceló (Gutiérrez Soto. Madrid, 1930), Cinema Europa (Gutiérrez Soto. Madrid, 1928) o el Hotel Gaylord (R. Bergamín. Madrid, 1931). Estos edificios comparten lenguaje y composición con la Casa Balas, situando la pieza en la vanguardia española.
Una casa sin esquinas
La fachada de la Casa Balas asocia composición y materialidad a través de un lenguaje innovador. El cerramiento está ejecutado en ladrillo que en ocasiones se enfosca y en otra no. La disociación ente cerramiento y estructura (de hormigón armado), algo muy propio del movimiento moderno tiene aquí aplicación en el racionalismo, y se suma a esta tendencia operativa que optimiza el sector y especializa los diferentes sistemas constructivos que intervienen en el edificio. Al separarse fachada de estructura, esta puede perforarse en su totalidad, ya que carece de capacidad portante para el edificio, tan sólo ha de seguir la lógica constructiva del muro de ladrillo en el cerramiento.
La fachada es simétrica en ambas calles principales excepto por el templete de remate. Cada fachada se compone de dos miradores separados rematados de forma curva sobresaliendo del plano básico. En los vértices en lugar de materializar una esquina propia de la arquitectura tradicional (con estructura de muros de carga) se rompe de manera intencionada. La ruptura de la esquina, rasgo fundamental de esta tipología, permite extraer varias conclusiones estéticas: la disociación entre cerramiento y estructura ya que como se muestra la esquina no es portante; la fluidez espacial o fuga en los vértices del edificio expandiendo la percepción del espacio interior hacia el exterior; y la inverosimilitud sorpresiva con la que se interpreta el edificio que, permanece en pie a pesar de que la lógica definida en la memoria popular anticipe que eso es imposible. La negación de la esquina es un rasgo que, incluso, hoy en día resulta sorprendente y vanguardista. Además, en obras como la cinematográfica Sheats-Goldstein House (John Lautner. Los Ángeles, 1961-1963), esta condición de esquina ausente se constituye como argumento de modernidad en campañas publicitarias, en el cine o en la música.
Este carácter singular de la esquina se acentúa más aún al responder a la ordenanza municipal que obliga a realizar un chaflán en la planta baja, creando un voladizo a partir de la primera planta. En su planta baja se establecería la fábrica de botones de Gerardo Freijido, con un arrendamiento de 358,35 pesetas, quien después compraría el inmueble. Aunque este espacio no fue concebido con uso industrial, se adaptaba a la estructura del edificio, tomando la luz y ventilando por el patio. No incluía venta al público en esta localización. En la actualidad, la fábrica de botones ha sido sustituida por una tienda de ropa. En medio de este cambio de uso el bajo comercial se dividió siendo utilizado como consulado (la parte utilizada como fábrica de botones) y ultramarinos (Ultramarinos la Paloma), aunque este último sería oficina de turismo durante un tiempo como refiere María Jesús Suárez González en la investigación realizada por Diana Seoane Varela “Patrimonio Industrial Fabril en A Coruña entre 1880 y 1940”.
“Casi todos los hombres de la nueva arquitectura electrográfica han comenzado tratando de sobrevivir en un negocio muy competitivo. Construyendo no para interesar al mundo artístico sino a la gente que pasaba en sus automóviles… Tan simple como suena… El automóvil, una cosa muy liberadora… (…) Diseñar para los ojos de gente que se está desplazando liberó a los artistas comerciales e ingenieros de California haciéndolos superar todo el bagaje histórico de los arquitectos serios… quienes siguen pensando en términos de sólidos estáticos. (…) Combinan iluminación, diseño y estructura para llegar a una forma arquitectónica unitaria: gasolinera Mobil en el centro comercial de Crenshaw. Convierten el edificio en un gran anuncio luminoso… La estructura misma asume la hipérbole de la propaganda”. Tom Wolfe
El último rasgo distintivo del lenguaje vanguardista a medio camino entre el racionalismo y el art-Dèco, es la cornisa de remate que entra en contraste con el templete de remate, al igual que los miradores lo hacen con el lienzo de la fachada. La cornisa sigue el trazado de los miradores, pero su vuelo es tal que exagera la cualidad curva y dinámica, con todas las implicaciones culturales que describiría más tarde Tom Wolfe en “El coqueto aerodinámico rocanrol color caramelo de ron” (1965).
El templete en esquina que contrasta con la cornisa anticipa un lenguaje Art-Dèco que no llegó a culminarse, ya que la ornamentación prevista no llegó a realizarse. De haberse finalizado con esta ornamentación, sería una muestra que acercaría la obra al Art-Dèco francés o norteamericano, aunque Tenreiro y estellés ya habían experimentado con este lenguaje en el desaparecido edificio de la Clínica el Pilar (situado en la Plaza de Pontevedra, 1920). La Casa Balas, más sofisticada que otras obras de los mismos arquitectos, hubiese tenido en la ornamentación del templete un remate sorprendente e innovador.
El lenguaje de la ciudad
La forma en la que se percibe la composición de una ciudad, y que deriva en juicios estéticos, es resultado en gran parte del lenguaje de su arquitectura. Un discurso rico, mezclado y diverso que narra la historia de la ciudad. “El lenguaje puede ser la medida de nuestras vidas”. Toni Morrison
Tenreiro y Estellés crean una pieza que habla de las vidas de los coruñeses en 1933. Un año “incubadora”, incluido en una década convulsa que daría forma a muchos avances, manías, miedos y formas de hacer del emergente siglo XX. La Casa Balas es una obra singular, parafraseando a Truman Capote en Desayuno con diamantes y Tres historias, “puede ser normal, cariño; pero yo prefiero ser natural”, es decir, podría mostrar una cara integrada y neutra propia del neorregionalismo de parte del ensanche coruñés, pero en lugar de eso se destacó como un proyecto natural a su tiempo y a la estructura urbana: sorprendente y positivamente vanguardista entonces, y mimetizado, aún moderno hoy en día.