A veces, como decía el poeta Dylan Thomas “cuando uno quema sus propios puentes, qué fuego tan agradable hacen”. Una metafórica autodestrucción que afirma una decisión personal, y en el caso de Thomas se convierte en lúcida o quizás sobrevenida premonición. Frente a la despiada Doctrina Nerón, la afectación del tejido urbano por un fuego metafórico o real deliberado, propone al ciudadano una mirada retrospectiva de intención crítica. En ella se le interpela como protagonista colectivo, aunque sea en diferido.
“Un objeto que comenta la pérdida, destrucción, desaparición de objetos. Que no habla de sí mismo. Que habla sobre los demás ¿Los incluirá?” Jasper Jones
El arquitecto holandés Rem Koolhaas propone una interesante mirada que permite realizar esa conexión entre el pasado y la actualidad, y por lo tanto eliminar la condición diferida de la mirada crítica sobre la ciudad haciéndolo copartícipe del futuro desarrollo de esta. Para Koolhaas la civilización griega antigua creó sus ciudades y monumentos de forma comunitaria y con responsabilidad colectiva dentro del ámbito público. La relación entre lo público y lo privado en la creación de arquitectura y urbanismo de la Grecia clásica ha sido siempre un modelo invariante, dominante y reconocible por cualquier ciudadano occidental. A excepción de los últimos 32 años. Según el arquitecto en los últimos años se ha creado el régimen ¥€$ que provoca las siguientes condiciones: poder público menguante, poder privado creciente, presión comercial que fuerza la excentricidad y la extravagancia, ciudades que explotan y encogen, ausencia de un impulso utópico y participación pública cada vez menor en la definición de las ciudades. Con el nuevo régimen enunciado por Koolhaas, parece que todas las ciudades, especialmente aquellas de carácter metropolitano y con menor recorrido histórico, se ven nutridas de una pátina que las deshumaniza y provoca la capitalización del espacio público, del urbanismo y la arquitectura como disciplinas trasformadoras de campo más amplio.
La ciudad actual tiende a una cierta espectralización, en la que el pasado se convierte en un souvenir, en lugar de un sustrato memorístico palpable. En la recuperación vívida de las arquitecturas y espacios públicos del pasado, se produce una mirada curiosa sobre la historia, en la que el conocimiento de las acciones que ocurrieron sobre el lugar lo acercan a lo cotidiano. Obviamente los parámetros de cada contexto histórico son diferentes, pero resulta comprensible en términos arquitectónicos interpretar algunas estrategias de forma contemporánea. Las actuaciones sobre el tejido urbano a lo largo de la historia han transformado la ciudad construyendo el escenario urbano porque el que discurre la vida en la actualidad. Bajo el suelo aún se esconden sorpresas que el paso del tiempo ha ocultado, pero que la memoria mantiene latentes en algunos lugares oponiéndose al régimen ¥€$ en favor de un sustrato cultural que define la identidad de la comunidad que sigue construyendo la ciudad.
En A Coruña uno de los eventos más identitarios de la ciudad, duerme oculto bajo el suelo, significado como los restos de una construcción preservada, aunque su existencia es un eco presente en las calles y lugares más representativos. La heroica defensa de la ciudad frente al ataque dirigido por el pirata Francis Drake (o corsario/almirante según el lado del Canal de la Mancha desde el que se narre la historia) y el general John Norreys, es uno de los eventos más distintivos de la identidad coruñesa. La figura de María Pita y de los valientes ciudadanos de A Coruña durante este evento, transforman la historia en una singular leyenda que puede comprenderse como un punto de paso necesario para comprender la ciudad.
Una historia emocional, real y arquitectónica
Gustav Janouch relata que, cuando llevó a Franz Kafka una pequeñe serie de fotografías que se había hecho en una de las primeras máquinas automáticas instaladas en Praga en 1921, este no respondió como él esperaba. Janouch emocionado dijo al escritor que este nuevo artilugio era un “conócete a ti mismo” mecánico, a lo que Kafka respondió que en realidad era un “desconócete a ti mismo” puesto que “la fotografía concentra nuestra mirada en la superficie. Por esa razón enturbia la vida oculta que trasluce a través de los contornos de las cosas como un juego de luces y sombras. Eso no se puede captar si quiera con las lentes más penetrantes. Hay que buscarlo a tientas con el sentimiento”. La mirada de Kafka, que aún ignoraba la vertiente artística de la fotografía, expresa el juego de luces y sombras capaz de ocultar determinados detalles esenciales en la interpretación emocional del lugar.
La historia emocional, la real y la arquitectura de la ciudad, constituyen un puzle que narra una historia mediante ópticas combinadas. La invencible inglesa, conocida también como la Expedición Drake-Norreys fue un ataque de la monarquía inglesa contra la hispánica que tuvo lugar en 1589 dentro de la Guerra anglo-española (1585-1604). Dentro de este contexto se produce el ataque a la ciudad que, entonces presentaba un estado muy deficiente de sus defensas, además el castillo de San Antón no estaba terminado (las obras habían comenzado un año antes bajo la dirección del ingeniero Pedro Rodríguez Muñiz).
Cuando los barcos de Drake fueron avistados en el cabo Ortegal, la ciudad fue alertada por informantes y su gobernador Juan Pacheco de Toledo comenzó a organizar la defensa, que contaba con 1500 milicianos. Drake había contradicho las órdenes de la corona inglesa, que le indicaban que debía dirigirse a Santander. Éste, quizás intentando repetir su éxito de 1587 en un ataque dirigido a Cádiz, o impulsado por los rumores de la presencia de un gran tesoro escondido en A Coruña (algo que no era cierto), llega a la ciudad, atracó en Coruña y Norrys ordenó el desembarco de sus tropas en puntos estratégicos de la misma como la playa de Oza.
Las embarcaciones disponibles en Coruña intentaron rechazar el ataque ayudadas por la batería del, entonces fuerte de San Antón, pero fue insuficiente. Ante la posibilidad de perder gran parte de la flota coruñesa, los españoles incendian el galeón San Juan y el resto son resguardados en el puerto de Betanzos. Las tropas de Norrys entretanto, habían descargado piezas de artillería y desplegado sus tropas, tomando el barrio de la Pescadería encontrando poca resistencia debido a su crueldad. Causaron 500 bajas, muchas de ellas civiles. Pero su intento de tomar la ciudad alta, es decir, la protegida por las murallas, no resultó tan sencilla. La guarnición de la muralla, así como todos los civiles que se encontraban dentro de la ciudad alta, organizaron una defensa con gran valentía. Entre ellos se encontraban personajes que forman parte de la memoria coruñesa como María Pita, el capitán Juan Varela o Inés de Ben.
La arquitectura al servicio de la defensa… y el ataque
Desde un enfoque arquitectónico, este ataque sitúa el epicentro de la defensa en la fortaleza de las murallas, la cual no era la mejor (a pesar de que algunos como el cardenal Jerónimo del Hoyo, opinaba que su estado era óptimo) . Aún mantenían una estructura medieval y su estado de conservación no era el mejor. Las murallas de la ciudad alta, estaban formadas por tramos rectos o cortinas y cubos en los principales vértices de encuentro. De esta primera construcción defensiva aún se conserva el cubo de los jardines de San Carlos así como el tramo hacia capitanía. Pero el más relevante para el intento de ataque inglés, es el cubo que se encuentra escondido bajo la calle de la Maestranza con la calle del Campo de la Estrada. Y es que, el momento más relevante de aquel ataque tuvo lugar, las tropas de Norrys consiguieron sitiar la ciudad alta.
De forma coordinada se acercaron a este cubo de la muralla con la intención de asaltarlo, mientras el resto ejercían presión en otras zonas de esta. Ante la incapacidad de penetrar en la muralla, decidieron crear una brecha en algún punto débil de la misma. Así comenzaron a desmontar la parte baja del cubo. Entretanto los ciudadanos y ciudadanas coruñesas (incluso los niños) constituían un hervidero, por una parte, acumulando piedras y palos, por otra, varios grupos apuntalaban interiormente la muralla intentando reforzarla. Incluso desmontaron algunas viviendas, con la finalidad de utilizar las vigas de madera y los mampuestos como apeos o como metralla.
Las tropas inglesas habían perforado el cubo y, llegado un punto introdujeron una mina, para que la explosión abriese una brecha de grandes dimensiones. Pero debido al apuntalamiento realizado por los coruñeses y coruñesas, la explosión de la mina, tuvo el efecto contrario provocando que los fragmentos de muro se convirtiesen en metralla para los ingleses. Tras la nube de escombro, un grupo de los Tercios viejos españoles salieron de la muralla provocando unas 600 bajas entre las tropas de Norreys. Mientras se producía la batalla las mujeres apuntalaron y cerraron la brecha para impedir la entrada de los ingleses, por otro lado, arrojaron piedras y palos a los soldados.
Tras tan apabullante recibimiento los soldados, que esperaban no encontrar apenas resistencia, desistieron del saqueo y toma de la ciudad. Las bajas fueron de un millar de coruñeses y un poco más de un millar de ingleses. La derrota se interpretó como un desastre, creando un cierto malestar entre los soldados ya que Drake y Norreys les habían prometido repartir el botín de guerra como pago. Los contagios y las enfermedades comenzaron a hacer mella entre los soldados ingleses y aunque la expedición continuó hacia Lisboa, varios grupos se organizaron y tomando algunos barcos desertaron poniendo rumbo a Inglaterra.
El informe de Tiburcio Spanochi
Tras este evento las autoridades de la ciudad tomaron la decisión de reformar y modernizar las murallas de la ciudad, para ello el rey Felipe II, encargó a su ingeniero Tiburcio Spanochi un informe de daños y patologías. En el informe Spanochi refiere sobre el estado de la muralla: ”Esta fortaleça es cuadrada y tiene dos murallas que la cercan, una detrás de otra; y antes de ella tiene un foso y una barbacana; cada puerta tiene dos cercas, solía tener puente levadiça en tiempos antiguos (…). Dentro de esta torre se guarda la pólvora y balas y la munición que hay del rey para la defensa de la ciudad” (1589). Tres años después otro informe describiría:“(…) era de muy buena fábrica de cantería de gruesas paredes de sillares labrados, edificio de mucha resistencia, aunque de poco efecto para tempo de guerra por más de ser al modo antiguo y no tener defensas y traveses convenientes, no tenía plaza ni capacidad para poderse reducir a buena forma ni admitir fortificación alguna”.
La muralla medieval de A Coruña se construyó bajo el reinado de Alfonso IX, en el siglo XII. La muralla presentaba cuatro vertientes, y según Estrada Gallardo constituía una ampliación de un antiguo fuerte cercano a Santa María del Campo. El frente del cubo minado, se desarrollaba desde este vértice hasta la Maestranza, más allá del convento de las Bárbaras. Al norte de este lienzo amurallado se extendía el campo de A Estrada, el cual Spanochi decide destinar a instalaciones militares. La primera reforma de la muralla, que constaría de ocho cubos y la reforma de los lienzos se terminó en 1597.
Desde ese momento, las murallas se reforzaron y modernizaron, aunque siglos después como en todas las ciudades europeas, un segundo proceso de adaptación a los tiempos provocó el derribo de estas. 408 años después, el arqueólogo municipal Xan Vázquez descubrió y corroboró la posición del cubo minado.
Loops o bucles
La destrucción de los propios puentes, como decía Dylan Thomas es desde un punto de vista físico una ruptura con otro lugar que, al transformarse en metáfora, deriva hacia una decisión deliberada. El futuro de la ciudad como aspiración social y comunitaria provoca en ocasiones una pequeña y dolorosa destrucción. Quizás por eso el propio Thomas grita contra la pasividad del paso del tiempo, y expresa la necesidad de revelarse ante la destrucción de la propia existencia: “No entres dócilmente en esa noche tranquila / La vejez debería delirar y arder cuando de cierra el día / rabia, rabia contra la agonía de la luz”.
El mismo poema, recitado por la profunda voz de Michael Caine en la película Interestellar, define el punto de inflexión de los grandes esfuerzos del ser humano por seguir adelante, aunque esto cause enormes daños. Y es que a veces la vida de la ciudad se percibe como una obra de Boris Groys y su reflexión sobre el loop o pensamiento en bucle, encerrada por el régimen ¥€$ que impide ver los pequeños eventos ocultos.