La Casa do Cortés, en Bergondo, es una de las joyas arquitectónicas que esconde la provincia de A Coruña. Se trata del inmueble que sirvió de residencia para una buena familia, la familia Cortés, una villa solariega con tejas árabes, grandiosos balcones y arcos de medio punto que fue construida entre 1900 y 1905 y que a día de hoy, en 2024, no es más que una ruina llena de maleza. Se trata a su vez de un Bien Catalogado (Ley del Patrimonio Cultural de Galicia de Mayo de 2016).
Se ubica en Santa María de Guísamo, en el lugar de Brea en el Concello de Bergondo y es de estilo regionalista. Una casa residencial con cuerpo cúbico en dos alturas y una gran torre en la esquina junto a dos balcones. El soportal de entrada tenía columnas compuestas y arcos de medio punto, unidos al cerramiento en piedra, recebada y pintada. La carpintería era de madera y destacaba el tamaño de uno de los canzorros (cabeza de la viga que asoma al exterior y soporta la cornisa) que soportaban uno de los balcones de la galería.
Sorprendentemente, si se asoma la cabeza al interior de lo que fue la Casa do Cortés, queda la estructura de lo que en su momento fue un automóvil Hudson Hornet, de la Hudson Motor Car Company, un modelo fabricado desde 1951 hasta 1954.
Parte de los datos arquitectónicos se derivan de la ficha catastral del inmueble y de publicaciones sobre el patrimonio de las Mariñas Coruñesas, dentro de un Concello en el que se aprecian dos épocas diferenciadas en lo referente a la arquitectura civil.
La primera consistió en la construcción de numerosos pazos en los siglos XVIII y XIX y la segunda en la proliferación de quintas (propiedades rurales constituidas por casa y terreno de labranza alrededor) derivadas de las mejoras en las comunicaciones. Está situado en el margen occidental de la ría de Betanzos, en el centro del denominado Golfo Ártabro, que contempla el espacio entre las rías de Ferrol, A Coruña, Ares y Betanzos.
La "otra" Casa Cortés e inclusión en la Lista Roja
Al parecer, la familia de buena posición que residía en la Casa do Cortés también regentaba la Casa Cortés de la plaza de Galicia de A Coruña alrededor de 1918, un inmueble obra del arquitecto Eduardo Rodríguez-Losada Rebellón. Se conoce que alrededor de los años 60 el abandono de la casa y la finca de Bergondo se hizo más palpable.
La riqueza de los materiales era uno de los aspectos diferenciados de la casa, como por ejemplo los cerramientos y barandillas y dinteles en piedra, los adornos de la torre con blasones familiares, azulejos árabes azules y blancos o carpinterías de madera. Además, en la finca también hubo otra construcción más pequeña que constituía la casa de los guardeses. Una de las partes más destacadas de la casa era el porche de la entrada, con columnas y arcos y una escalinata que comunicaba con el amplio jardín.
Asimismo, la Casa do Cortés está incluida en la conocida como Lista Roja, es decir, una selección de los elementos patrimoniales de España que están en riesgo de desaparición, tienen alteraciones o están afectados por la destrucción. El objetivo es que sean conocidos por la sociedad y se restauren.
El inmueble de Bergondo se incluyó en 2018 debido al riesgo de pudrirse parte de sus elementos, erosión de otros y potencial derrumbe a causa del clima y la vegetación que crece sin control desde el interior y que recubre el exterior, dejando completamente ocultas algunas partes de la vivienda que se encuentra en una parcela de llamativas dimensiones: 11.200 metros cuadrados, que desde hace tan solo unos años es visible desde la carretera debido al desbroce llevado a cabo en este área.
Más patrimonio abandonado: Casa Bailly de Cambre (A Coruña)
En un estado similar de abandono total, se encuentra la Casa Bailly de A Coruña ubicada en O Graxal, en O Temple (Cambre), y considerada una joya modernista destacada a pesar de su actual estado ruinoso. Destaca por su ubicación estratégica, por su colindancia con la AC-12 y su interconexión con otros municipios y son muchos los conductores que pasan por la carretera que discurre a los pies de este característico inmueble y fijan su vista en él.
Se trata de una casa de estilo Tardo-Modernista, que fue diseñada por los arquitectos Antonio Tenreiro y Peregrín Estellés en la década del 1920 por encargo de Julio López Bailly, padre de una familia gallega acomodada que poseía varias fábricas en Argentina. La familia residía en Madrid y decidió construirla con la idea inicial de que funcionase como un hotel, aunque finalmente ejerció durante años como residencia de verano. Cuando estalló la Guerra Civil en 1936, fue incautada por la Falange y pasó a utilizarse como cárcel, con calabozos en los sótanos para presos republicanos.
Más tarde, pasó a ser una Escuela de Mandos del Movimiento y desde 1951 en sus plantas superiores se asentó el Sindicato Vertical, el que fue durante cuatro décadas el único sindicato legal autorizado (entre 1940 y 1977 durante la dictadura franquista).
Los tiempos oscuros de la Casa Bailly que terminaron en su declive comenzaron en 1969, cuando un incendio arrasó la casa, para posteriormente cerrarse en 1981. Esto provocó su progresivo deterioro y el de mosaicos, maderas nobles, remates de escayola y más elementos decorativos significativos que integraban el interior de la casa.