Podría decirse que A Coruña tiene su propia Casa de Papel, como la de la exitosa y mediática serie de Netflix con el mismo nombre, y no sería otra que el edificio del Banco Pastor.
Este emblemático inmueble de cinco plantas en los años 20 marcó un antes y un después en la ciudad al convertirse en su primer rascacielos cambiando por completo el skyline herculino y a nivel nacional, ya que nunca quedó claro si fue el segundo o tercero de España de este tipo.
En su momento simbolizó "una nueva visión de la ciudad, del poder económico emergente que hoy en día está consolidado", en palabras del catedrático José Ramón Alonso Pereira, que añade a su vez que en este inmueble se aplicó la normativa de edificios singulares a un edificio de viviendas con la planta baja ocupada por un banco y que no hubiera sido posible su evolución sin los sobrinos de José Pastor, dueño de la entidad bancaria.
Esta semana, este profesional junto a los arquitectos encargados de la rehablitación del edicio, Pablo Castro y María Crecente, han revelado los secretos de su estructura a un grupo de visitantes durante un recorrido guiado con motivo de la Semana de la Arquitectura. Entre otras, han revelado jugosas informaciones como que se mantiene bastante fiel a su disposición original la planta, que era una especie de palacio, donde residió el Conde Fenosa, Pedro Barrié de la Maza y su segunda mujer, Carmela Arias.
Asimismo, una premisa en la que incidieron los arquitectos encargados de la reforma, que se dividió en cuatro fases entre 2019 y 2022 respetando el hormigón como elemento constructivo principal (aún visible en algunas partes del interior para mantener viva su historia), fue que "se ha buscado darle uso a todo el edificio y conservar la mayor parte de los elementos originales".
Los arquitectos que crearon esta joya arquitectónica de la que A Coruña lleva presumiendo décadas y que no abunda en muchas urbes españolas, fueron Antonio Tenreiro, que lo consideró como el gran proyecto de su vida, junto con Emilio Moya primero y posteriormente con Peregrín Estellés.
Según se aclaró durante la visita por la Semana de la Arquitectura coruñesa, el Banco Pastor y el del Instituto Cervantes de Madrid (antiguo Banco Hispanoamericano) tienen similitudes en aspectos como la disposición del denominado patio de operaciones. Antonio Palacios en la capital hizo que los trabajadores del banco estuvieran en el centro del patio rodeados de clientes y en el inmueble de A Coruña esto fue al revés, con los clientes ocupando el patio y los puestos de banca en anillo en torno a ellos.
Esta parte baja ha sido convertida en un Santander Work Café que funciona como área de oficina y cafetería y es precisamente en este espacio de entrada donde también se conservan otros elementos distintivos y únicos como una tabla de cotización de bolsa digital que dejó de funcionar en los 2000 con el cambio de las pesetas a euros.
Catalogación completa y "punto y seguido" del edificio
Los visitantes que tuvieron la oportunidad esta semana de descubrir estancias que apenas se abren al público, hicieron un recorrido ascendente desde la planta baja hasta la quinta y conocieron detalles como que el edificio está propuesto en la catalogación monumental del Plan Especial para conseguir que sea declarado como Bien de Interés Cultural (BIC).
Los arquitectos reconocieron que lo más difícil fue catalogar y dibujar lo que se tenía que quedar en el inmueble, lo que definen como "un punto y seguido del edificio". Para ello hicieron una auditoría y catalogación exhaustiva del lugar en el que se ubicaba cada elemento del banco a la hora de llevar a cabo la reforma, lo que les valió algunos reconocimientos.
Entre los logros, está la sala de firmas, con una apariencia prácticamente idéntica a antaño y solamente con la variación del tono de la madera natural con la que están hechos los mosaicos del suelo y el mobiliario.
"El suelo tiene un siglo y ha sido pulido con un barniz inerte e incoloro que hace que esté como el primer día, las cosas bien hechas se conservan en el tiempo", detalló el arquitecto encargado de la reforma. Uno de los elementos que más llama la atención es la cámara acorazada, algo casi considerado como el atrezzo de una ficción para aquellos poco acostumbrados al ambiente bancario.
La que posee el edificio del banco Pastor, actual sede del Banco Santander, está en su estado original y solo se realizaron cambios en el interior, dado que se restauró y se buscó una utilidad, en este caso como sala de reuniones.
"Aquí estaba el dinero depositado y tenía doble muro para evitar los atracos", se explicó a los visitantes. Dentro de la cámara se puede observar el techo y la moldura iniciales y la mesa de reuniones está rodeada de numerosas cajas fuertes, cada una de ellas con dos llaves (una del propietario y otra del banco), aunque se aclaró que estos compartimentos nunca llegaron a usarse.
A continuación, se mostró un colorido mosaico en el techo que representa la fundación del Banco Pastor, que fue restaurado in situ sin desmontarse, con un delicado trabajo a través de una trampilla en la parte superior. Se cambió la iluminación a led y a pocos metros, donde antiguamente estaba el despacho del director del banco, se puede observar una caja fuerte a través de una cristalera, que se conserva intacta desde hace décadas.
Patio central con luz natural y museo
Los arquitectos que realizaron la reforma comentaron que el patio del edificio había perdido su sentido cuando se pusieron manos a la obra, por lo que decidieron recuperar la apariencia original del edificio de manera que desde las plantas superiores se puede alcanzar a ver la colorida vidriera situada en la parte baja y este espacio permite la entrada de luz natural.
"Cuando llueve, al caer agua directamente sobre la vidriera la ilumina. Había una cúpula de cristal originalmente y debajo estaba la vidriera, la idea era de locos porque era proponer al banco perder metros para que entrase de nuevo luz natural a la oficina", rememoraron. Con esta disposición, todo el inmueble funciona en torno al patio.
En uno de los despachos del antiguo presidente está expuesta una detallada y trabajada maqueta de medio barco (solo de un perfil) y de la vivienda que en su día fue de Pedro Barrié de la Maza se conversa el baño casi como un museo (incluso toallas originales) o detalles del lugar que ocupó el cabecero de la cama de la condesa. En cuanto a eficiencia energética, la reforma llevada a cabo consiguió que el inmueble fuera eficiente, de forma que ahora todas las ventanas se pliegan y se ocultan detrás de las paredes y no se ve alterada la carpintería.
La fachada fue lo más trabajoso de recuperar, en palabras de los expertos, dado que cada perfil tenía un nivel de daño distinto y diversidad de texturas de hormigón, además de algunas partes carbonatadas. Para solucionar todos los problemas se procedió, entre otros métodos, con limpieza con agua a baja presión, lo que pasó a agua caliente con jabón neutro, lo que resultó más adecuado. A su vez, se conservan en el edificio todas las ventanas originales realizadas en madera de pino rojo salvo seis que tuvieron que ser sustituidas.
En cuanto al museo, es una de las grandes novedades tras la restauración, ubicado en la planta más alta está compuesto por elementos de antiguas oficinas del Banco Popular. Destacan algunos como un contador de cheques, la primera calculadora financiera de la historia que data de 1895 y de la que solo fueron fabricadas 50 unidades en el mundo, antiguos libros de contabilidad, contadores de monedas y billetes, la linterna original del vigilante o la primera alarma que tuvo el banco.