En la historia Interminable, Bastian se preguntaba qué le ocurre a un libro cuando está cerrado: “Me gustaría saber qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado. Naturalmente, dentro solo hay letras impresas sobre el papel, pero sin embargo algo debe pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia entera”. Pensando esta pregunta desde la mirada arquitectónica, es sencillo preguntarse con inmediatez qué le ocurre a un edificio cuando está cerrado, cuando solo se mira desde fuera a sabiendas de que en su interior existe un mundo. Esta idea define una percepción dual del edificio en la que la imagen exterior parece inmóvil y la interior se convierte en una vibración que transmite vida al conjunto.
El exterior establece contacto con la ciudad, mientras le interior lo hace con sus habitantes. Y aunque no siempre es así, la arquitectura requiere una mirada en la que el interior y el exterior se observen y experimenten al mismo tiempo.
“Pensé que ese muro se regía por el azar, porque al interior vi el mismo suelo que en las afueras, inhabitado y estéril. Pero entramos en la muralla, y en lo alto de la fortaleza; por patios cubiertos de sombra y por oscuros cuartos alcanzamos las terrazas y ahí, de golpe, comprendí. La línea de las murallas no encierra nada que alguien soñara defender, sino que coincide con el horizonte, tal como se ve desde el lugar en el que estoy”. Yves Bonnefoy, Descripción del fuerte de Amber
La arquitectura residencial, normalmente, transmite una serenidad que parece trasladar el exterior al interior, pero no siempre es así. En ocasiones, en las ciudades más bulliciosas, las viviendas se convierten en pequeños oasis, ya que su morfología a través de un patio o de una cierta introversión en su concepto organizativo. De forma inversa, muchas arquitecturas grandilocuentes parecen inhabitables decido a la exigua calidad espacial de su interior. A principios del siglo XX las corrientes higienistas que se habían consolidado a lo largo de finales del siglo XIX prueban su efectividad. Las epidemias y enfermedades habían motivado transformaciones urbanas con el objeto de reducir la mortalidad y sanear las ciudades. A principios del siglo XX, se produce un avance con respecto a la salubridad de la vivienda, los planteamientos higienistas se trasladan de la ciudad, al interior de la vivienda, desarrollándose normativas y modulaciones en favor de la organización espacial, la ventilación y la iluminación. Las investigaciones en torno a la forma de habitar dignamente y la vivienda mínima, crean una nueva forma de hacer arquitectura.
Las nuevas formas de afrontar la calidad espacial de la vivienda guardan una estrecha relación con las transformaciones estéticas. Las posibilidades técnicas de los nuevos materiales, unidos al optimismo de la vanguardia definen auténticas fantasías arquitectónicas que poco a poco se van haciendo realidad. Los proyectos del arquitecto y diseñador Iakov Chernikhov se constituyen como imágenes sorprendentes y singulares que remiten a una desmaterialización de la forma. Sus proyectos sorprendentes y avanzados definen la estética constructivista, paralela en tiempo y principios con el futurismo. Ambas son miradas sorprendentes y anticipativas de un futuro que se preveía luminoso. Si bien pocos de estos proyectos llegaron a materializarse, algunas de estas visionarias ideas se filtraron conceptualmente dando lugar a otras corrientes de pensamiento.
Arte y arquitectura
En la Europa de entreguerras el racionalismo o el movimiento moderno, incorporan la reflexión de la vivienda y la vanguardia como mecanismo de regeneración social. El racionalismo se apoya en las nuevas tecnologías constructivas como la proporcionada por el hormigón armado, sin embargo, sus medios son, en ocasiones, muy precarios. En España, los años que precedieron a la guerra y especialmente los inmediatamente posteriores, crean un contexto de precariedad y necesidad que afecta a todos los aspectos de la vida, incluyendo la construcción. Pero a través de la arquitectura, se produce una redignificación de los espacios habitables.
“El arte nos invita a mirar el mundo de manera diferente, a cuestionar nuestras creencias y a explorar nuevas perspectivas”. John Berger
La arquitectura, aunque disciplina técnica, introduce una perspectiva artística que no es otra que la sensibilidad de comprender el lugar, su sociedad, su cultura y la penetración de sus derivadas en la construcción del lugar. En A Coruña, el estudio de arquitectura formado por Antonio Tenreiro y Peregrín Estellés, realizan numerosos proyectos de vivienda colectiva que abordan con una mirada completamente innovadora. Uno de estos ejemplos es el edificio de viviendas situado en Puerta de Aires.
Proyectado y construido en 1934, este edificio de viviendas se sitúa en uno de los lugares con mayor memoria histórica de la ciudad, ya que sobre esta parcela se situaba uno de los principales accesos a la ciudad vieja, la Puerta de Aires. La posición del edificio no se adapta a la trama, sino que en sí mismo la define, ya que fu forma crea un remate en esquina de una de las manzanas limítrofes con el antiguo trazado de las murallas. Esta posición tan expuesta, requiere una decisión estética que refleje no sólo la dignidad del lugar, sino también la calidad de una nueva forma de habitar que además se ejecuta con recursos precarios.
Un volumen sencillo
El volumen del edificio concilia dos cotas muy diferentes, definiendo cuatro alturas en la calle superior y seis en la inferior. La morfología del edificio se acerca a la de la máquina, desmaterializando los diferentes planos que componen la fachada, quizás siguiendo la fascinación de las primeras décadas del siglo XX en las que los trasatlánticos y los trenes son vistos como los grandes avances tecnológicos del momento. En ‘Vers une Architecture’ el arquitecto suizo Le Corbusier escribía en forma de ensayo una loa a la edad de la máquina incluso relacionando en paralelo la imagen de coches, trasatlánticos o trenes con los grandes monumentos clásicos. Y es que muchos de estos edificios, desarrollados por Tenreiro y Estellés, pertenecerían a la subtipología que se denominó ‘edificio proa’.
El dinamismo de la fachada se subraya mediante ingeniosa introducción de los balcones de la primera planta y de la superior. Estos parecen crear un zócalo que recorre las tres fachadas del edificio rematándose en curva. De esta manera, el volumen aparentemente sólido y casi ortogonal se ve transformado con líneas dinámicas como en el diseño de automóviles.
Uno de los rasgos más característicos del edificio, además de la composición volumétrica es la ruptura de la esquina. En la arquitectura tradicional de muros de carga, no era posible construir un hueco de esa forma con naturalidad, ya que el dintel requeriría de una solución muy especial. Por ello, la ruptura de la esquina es poco común en la arquitectura vernáculas con muros de sillería o mampostería. La introducción de este gesto en este edificio de viviendas busca marcar una diferencia de perspectiva contemporánea con cierta serenidad, ya que no crea una alteración radical de su estética.
La ruptura de los muros y sus encuentros, así como la introducción de trazados dinámicos y curvos, convierten un edificio más, con un volumen neutro en una obra de arquitectura vanguardista. Con dos gestos sencillos, los arquitectos consiguen optimizar los pocos recursos disponibles a través del ingenio. El conjunto resalta sus rasgos mediante la introducción de pequeñas cornisas sobre el antepecho de las ventanas, que se prolongan buscando subrayar la horizontalidad. Este perfilado crea la percepción de que cada planta podría descabalgarse o deslizarse sobre la inmediatamente superior o inferior, de tal manera que, a sabiendas de que eso no puede suceder, el observador detecta una ligera vibración.
El ritmo de los huecos es constante, pero los gestos volumétricos de la fachada permiten percibirlos como variables. Comparativamente con la arquitectura vernácula, estos resultan grandes, y permiten una mayor entrada de luz natural, así como de ventilación adecuada. La morfología del edificio, con tres fachadas, permite una organización más higiénica y dotar a casi todas las estancias de dignidad y un espacio salubre.
Entonces, qué le ocurre a un libro cuando está cerrado
El exterior de algunos edificios muestra la modernidad y la vanguardia, pero lo que sucede dentro sólo puede intuirse. Peor a veces, los gestos que define la mano del arquitecto, así como su lectura del lugar ponen de manifiesto algunas pistas. El escritor y fotógrafo Juan Rulfo afirmaba “La realidad no em dice nada literariamente, aunque pueda decírmelo fotográficamente. Admiro a los que pueden escribir acerca de lo que oyen y ven directamente; yo no puedo penetrar la realidad, es misteriosa”.
La realidad se constituye como un organismo perceptivo, casi como un gigantesco ser vivo que es analizado continuamente por quienes lo habitan porque también forman parte de él. La interpretación individual de cada lugar, cada calle, cada edificio es un misterio si no es compartida, en palabras de Rulfo “Hay demasiadas cosas intraducibles”. Traducciones que con la lectura precisa de los rasgos arquitectónicos puede convertir las pistas en un relato, porque como continuaba el escritor, estas cosas intraducibles “pensadas en sueños, intuidas, a las cuales uno puede encontrarles su verdadero significado solamente con el sentido original…o el color. Inefable. El idioma de lo inefable”.