Proyectó la Fuente de Cuatro Caminos, algo que la une para siempre con A Coruña en la celebración de los triunfos deportivistas. Milagros Rey ha pasado a la historia por ser la primera arquitecta gallega y tercera de España, y su trabajo como pionera se recuerda este 22 de octubre cuando cumpliría 89 años.
Su madre era madrileña, su padre coruñés y también arquitecto, autor del primer estadio de Riazor entre otras obras. Nació tal día como hoy en 1930 "por accidente" en Madrid, pero en seguida se desplazó con su familia a la ciudad herculina donde sintió la vocación por la arquitectura.
El hecho de que su padre fuese un reconocido arquitecto no se lo puso del todo fácil. Tuvo que convencerle, a él el primero, de su disposición para estudiar una carrera "técnica" que hasta el momento solo dos mujeres habían terminado en España.
Se trasladó a Madrid donde era la única mujer que estudiaba en esos momentos en la facultad de Arquitectura y terminó la carrera con un expediente académico brillante en ocho años, momento en que participó junto con sus compañeros en el viaje de fin de curso que les llevó a Brasil.
Regresó a A Coruña, donde fue arquitecta municipal y también dictó clases en la Universidade da Coruña, ejerciendo como la primera directora del Departamento de Construcciones Arquitectónicas.
La Xunta de Galicia la condecoró a con la Medalla Castelao en reconocimiento a su trayectoria profesional en 2005. Falleció en 2014, pero dos años antes concedió una entrevista a investigadoras en el marco de un proyecto titulado "Las mujeres arquitectas de Galicia" en la que explicó sus retos profesionales, consciente siempre de que ejercía "una profesión de hombres".
Entre las obras que dejó en la ciudad herculina destaca la Torre Dorada, la reforma de la capilla de la Compañía de María y, por supuesto, la Fuente de Cuatro Caminos, construida en 1963. Por otro lado, se ocupó de la expropiación para las instalaciones de la Refinería de A Coruña, y diseñó el primer edificio de oficinas en las instalaciones.
También firmó el expediente de expropiación del Polígono de Elviña. Una tarea que no fue fácil: "Teníamos que medir, fotografiar, valorar… Si se me permiten las palabras, de buena gana le levantaría un monumento a una prostituta borracha que hizo de evangelizadora del trabajo que tuve que hacer", revelaba en la entrevista que le hacían en 2012 las investigadoras Paula Fernández-Gago e Inés Pernas.
Una vida que dedicó a la arquitectura, aunque en ocasiones le tocase llevar a cabo la parte menos visible (como la gestión de las expropiaciones), algo que ella sacó adelante con ingenio y dedicación. Porque tal y como la propia Milagros Rey reconoció, en ocasiones"no había precedentes".
Los reconocimientos a su valentía como pionera y su profesionalidad que dejó huella en la ciudad herculina siguen sucediéndose póstumanente: una de las tres primeras calles del Ofimático se bautizaron con su nombre hace unos meses.