A Coruña fue la ciudad en la que Pablo Picasso se convirtió en artista. Este año se cumplieron 124 años de la primera exposición de uno de los pintores más reconocidos a nivel internacional, que también tuvo sus comienzos. Concretamente, la ciudad que inspiró el despliegue de su creatividad fue A Coruña: aquí fue donde Picasso se "ganó" el derecho a usar pinceles de su padre y pudo convencerle de que tenía la suficiente destreza como para pintar en óleo.
En la calle Real, en lo que era una tienda de muebles,un niño malagueño de 13 años conseguía que se exhibiesen las obras de un principiante. Había pintado sus primeros óleos: retratos, pero sobre todo el paisaje de A Coruña y sus alrededores. Era el 21 de febrero 1895.
Llegó siendo un niño de nueve años a A Coruña en octubre de 1891 que garabateaba con carboncillo y se marchó como un adolescente que ya proyectaba su vena artística, habiendo logrado llevar a cabo su primera exposición. Hasta su partida de A Coruña en abril de 1895 produjo en la ciudad decenas de obras, en busca de un estilo propio.
Tuvo que ganarse el derecho de usar los pinceles de su padre
Se cuenta que para ganarse los pinceles y empezar a pintar al óleo, tuvo primero que demostrar su habilidad para hacerlo. No fue hasta que su padre vio que había pintado con precisión las patas de una paloma, que le empezó a dejar usar su paleta de óleos y pinceles. Este ave quedó como símbolo de la obra de Picasso: una obsesión que desarrolló probablemente en los Jardines de Méndez Núñez.
La ciudad de A Coruña impregnó esas primeras obras expuestas. Pintó el Parque de Santa Margarita con un molino de viento al fondo del paisaje y Picasso reflejó también las escenas que vivió en la antigua plaza de toros, cuando esta era una ciudad con unos 40.000 habitantes.
Los casi cuatro años que Picasso pasó en A Coruña marcaron para siempre su obra, como un periodo de intenso aprendizaje. En su casa del número 14 de Payo Gómez, hoy reconvertida en Museo que honra esa etapa coruñesa de Picasso, nos lo podemos imaginar inclinado sobre el papel, ensayando con bocetos sus primeras obras.
También preparando las tareas para el Instituto. O no tanto, ya que según quedó constancia, sacaba muy malas notas. En contraposición, cuando ingresó en la Escuela de Bellas Artes, donde su padre ejerció también como su profesor, destacó por ser un alumno brillante. Se dice que el malagueño estuvo apuntado clases de baile en A Coruña, y que su padre y él llamaban a la Torre de Hércules, a la que dejó retratada, "La Torre de caramelo".
Influencia de artistas gallegos
"La muchacha de los pies descalzos" se considera una de sus primeras obras maestras. En la Casa Museo Picasso destacan la influencia que tuvieron pintores gallegos como Pardo Reguera en esa etapa de formación del artista.
De hecho, comparando dos cuadros de ambos autores apuntan al uso de una "paleta de colores parecida, similares pinceladas y, la más evidente, la niña de la obra del malagueño es la misma que un año antes había pintado Pardo", explican desde la Casa Museo Picasso A Coruña.
Aquí retrató a su madre y a su padre en numerosas ocasiones. Fueron para él una cercana fuente de inspiración y modelos de proximidad con los que ir depurando su técnica. Hoy en día, la mayoría de las obras de la etapa coruñesa se conservan integrados en la colección permanente del Museo Picasso de Barcelona, a través de donaciones que hizo el artista.
Las obras "Playa del Orzán", "Torre de Hércules", "Perfil de mujer gallega", "Aldeanos gallegos" o "Paloma y su muñeca, fondo blanco", conformaron parte de aquella primera exposición de un artista que fue encumbrado en la historia del arte y a quien la ciudad de A Coruña vio nacer.