Antonio Murado (Lugo, 1964) se encuentra en A Coruña para presentar su exposición Iconos. La muestra recoge una selección de obras en las que bebe de la iconografía bizantina y explora la idea de la pintura como objeto que se convierte en un artículo preciado, en una joya. No en vano la exposición se ubica en las instalaciones de la Joyería Sansoeurs (calle Juana de Vega, 4), produciéndose un diálogo entre el continente y el contenido. La inauguración será esté miércoles, 27 de noviembre, a las 19:30 horas, y se podrá visitar hasta el 31 de enero de 2025.
El artista reside en Nueva York pero visita Galicia "una o dos veces al año" y casi siempre hace parada en A Coruña, una ciudad que "cambió mucho y me encanta". La ciudad herculina ha sido el sitio elegido para presentar hoy su exposición Iconos, en la que Murado ahonda en una idea central en su trayectoria: "Profundizar en las condiciones materiales de la pintura", así como en su metamorfosis desde contenedor de una expresión valiosa, hasta ser objeto de valor en sí mismo.
La muestra se ubica en la Joyería Sansoeurs, una elección nada casual. Las obras del pintor contienen texturas que se encuentran en sintonía con las joyas que las acompañan, pero también producen un contraste, entre la austeridad que intenta evocar Murado, y la opulencia que trasciende de los metales y piedras brillantes. Lo mismo ocurre con los formatos: hay obras de gran tamaño en convivencia con otras más pequeñas a las que hay que acercarse para ver el detalle, igual que se necesita afinar la mirada para observar un anillo o un pendiente.
"La exposición se relaciona muy bien con la joyería. Primero, por ser un objeto, y luego por ser algo delicado, minucioso, que casi hay que acercarse mucho para verlo. Intentamos que sea todo el mismo concepto, y que se produzca una experiencia estética, visual", detalla.
"Las cosas que son antiguas llegaron hasta nosotros porque fueron conservadas, entonces merecen más respeto. Eso era muy importante para mí, hacer que las cosas recuerden que, a pesar de todo, el tiempo pasa"
Murado, que se muestra contento y con ganas de inaugurar la exposición, espera que la muestra permita vivir esa "experiencia", y comparte su opinión sobre el arte como reforzador de la "dignidad humana": "Creo que experimentar el arte es algo que nos hace humanos, que empodera y nos hace sentirnos como individuos y seres independientes, con capacidad de tomar decisiones, lo que nos hace exigir respeto de los demás y de la sociedad. Y todo eso va creciendo y va reforzando la dignidad humana en la persona. Yo creo que solamente con ver arte eso empieza a funcionar. No lo es todo, pero esa cadena empieza a funcionar", asegura.
La iconografía y la antigüedad
La exposición acoge obras de Murado de los años 2000 que realizó "cuando estaba trabajando más en la idea del cuadro como pequeño objeto de culto, algo muy valioso, muy delicado, hecho con mucho cariño, aunque torpemente en mi caso, pero con mucha dedicación"; así como otras más recientes en las que bebe de la iconografía bizantina y ortodoxa, y en las que continuó "con esa idea de pequeño objeto precioso y el icono como un elemento que abre un portal a una visión distinta del mundo".
Aunque en la exposición las obras están colgadas en la pared, algunas de ellas las creó con la idea de que pudieran ser sostenidas, igual que se ha hecho históricamente con los iconos. "Los iconos se utilizaban para rezar y se podían agarrar. No hacía falta colgarlos, y eso me gustó mucho, esa identificación con algo que es una imagen, pero también un objeto en el que proyectas lo que puede ser una experiencia, que en el caso del arte es una experiencia de disfrute del arte, no es religiosa, pero es similar, es experiencia trascendente".
Las obras también hacen referencia a "la idea de antigüedad", con texturas que evocan "lo viejo", lo que ya ha sido usado, y tocado, y mirado muchas veces, pero también valorado y cuidado. "Las cosas que son antiguas llegaron hasta nosotros porque fueron conservadas, entonces merecen más respeto. Eso era muy importante para mí, hacer que las cosas recuerden que, a pesar de todo, el tiempo pasa", indica.
Lo imperfecto
Siguiendo con esa idea de la pintura como objeto, en la muestra se puede ver una obra de Murado en el protagonista es el marco, un marco que realizó él mismo tras aprender ebanistería. "Desde el punto de vista de un carpintero un cuadro no es mucho más que un marco, una estructura y una tela que lo tapiza, luego lo que pintes en ella da igual", relata. Tomando esa idea, quiso darle entidad al marco, destacando la madera, y las grapas del lienzo, mostrando sus costuras.
"Me identifico mucho con eso, con la búsqueda de la perfección y la realidad de la torpeza, de las cosas que no salen bien, que además son inherentes al artista, porque el artista intenta buscar siempre ponerse en un territorio más allá de lo que sabe hacer, eso lo que le diferencia del artesano, en este caso sería el carpintero. Entonces, inevitablemente te va a salir mal, y al entender qué expresan esos errores de tu proceso, es cuando encuentras las cosas que merecen la pena".
La exposición la completan otras obras del autor que ahondan en estas ideas, como unas tablillas que corta él mismo a mano, con lo cual, los bordes son irregulares, "tienen sus imperfecciones, tienen su forma, o sea, que van siendo cada vez más únicas", resalta. En ellas se inspira en la filosofía taoísta "de una pincelada, un cuadro", plasmando formas y trazos abstractos que evocan imágenes.
Para terminar, el pintor avanza que actualmente se encuentra trabajando en unos personajes que beben del barroco español, de Velázquez, Ribera y de la fotografía, si bien, aún habrá que esperar para ver estas obras en una galería.