Existen una gran variedad de ingredientes en nuestra cocina que son muy frecuentes en nuestro día a día. Desde la sal, el aceite o el azúcar hasta las patatas, las cebollas o las zanahorias. Ingredientes que nos acompañan en recetas que tienen una fuerte relación con nuestra cultura gastronómica y que muchas veces no apreciamos en su justa medida.
Los meses de mayo y junio marcan el inicio de la mejor época para disfrutar de uno de estos productos tan cotidianos: las zanahorias. Sí, tenemos la suerte de poder consumirlas a lo largo de todo el año, pero es en esta época donde se produce un mayor número de zanahorias en toda España (llegamos a exportar unas 30000 toneladas de esta hortaliza en estos dos meses, que se dice pronto). Por eso, aprovechando que es el momento ideal para encontrar zanahorias de gran calidad y a buen precio, os contamos todo sobre su origen, sus beneficios y alguna curiosidad alrededor de una de las hortalizas más consumidas del mundo.
Una zanahoria morada: el origen de una hortaliza mundial
Los expertos sitúan el origen de la zanahoria entre Afganistán e Irán, allá por el año 3000 a.C, ya que en esta zona es donde se encuentra un mayor número de variedades de la zanahoria silvestre (daucus carota). En un principio, el objetivo de cultivar zanahorias no era la raíz que comemos hoy en día, si no sus hojas. Aunque puede parecer algo extraño, las hojas de zanahoria (y sus semillas) eran utilizadas como condimento aromático, de igual forma que hacemos en la actualidad con hierbas como el perejil, el eneldo, el hinojo o el comino.
La variedad cultivada por aquel entonces era de un intenso color púrpura por fuera, con un interior anaranjado. No hay pruebas de que la raíz se utilizase como alimento hasta el siglo I, que es cuando se comienza a documentar su uso. Además de comerla (acompañada de especias y vino); los griegos y los romanos usaban esta hortaliza con fines medicinales, ya que la consideraban un potente afrodisíaco.
Esta zanahoria “antigua” seguía siendo muy diferente a la hortaliza actual, con un color entre el amarillo y el púrpura y una forma mucho más alargada y estrecha. Como ocurre con muchos productos procedentes del hemisferio sur, las zanahorias se introdujeron en Europa a través del Mediterráneo. Hay quien defiende que fueron los propios griegos y romanos quienes difundieron el cultivo de la zanahoria por todo el continente europeo; mientras que otra teoría señala que la zanahoria llegó a Europa a través del Norte de África, tras el dominio musulmán de la Península Ibérica. Gracias a estas influencias, en Europa no tardaría en extenderse el cultivo de zanahorias moradas, amarillas, rojas y blancas.
La zanahoria naranja es el resultado de un cruce de estas variedades, aunque existe un mito que relata que la primera zanahoria naranja se consiguió al cruzar una variedad roja y otra amarilla, con la intención de hacer un regalo a la casa de Orange (una familia real holandesa). La parte verdadera del mito es que los agricultores neerlandeses decidieron hacer una selección de zanahorias naranjas (por su alto nivel de carotenos) en el siglo XVI, lo que las convirtió en la variedad más popular en todo el mundo (hasta el día de hoy).
Beneficios de consumir zanahorias: un producto rico y versátil
La zanahoria es uno de los alimentos más beneficiosos y versátiles que podemos encontrar en el mercado. Podemos elaborar zanahorias de mil maneras diferentes: en guisos, al horno, en cremas, en ensaladas, en batidos, en bizcochos y tartas… o crudas, claro. De hecho, aprovechando que su temporada va desde marzo a julio, os recomendamos combatir el calor a golpe de zanahoria con smoothies, sopas frías y crudités con hummus para disfrutar al máximo de esta hortaliza.
Poco a poco se están introduciendo variedades de zanahorias casi olvidadas, dando lugar a un festival de color y sabores que merece la pena experimentar y disfrutar. Sin embargo, si vamos a comprar las zanahorias clásicas, lo mejor es coger un manojo que tenga hojas verdes y llamativas. El color naranja de la zanahoria debe ser brillante, con una forma regular y firme. Las zanahorias pueden aguantar una semana en la nevera, aunque lo mejor es consumirlas cuanto antes para evitar que se queden abandonadas en un rincón del frigorífico.
Además de su versatilidad, la zanahoria goza de una extraordinaria lista de propiedades. La propia Organización Mundial de la Salud destaca su gran aporte de vitaminas y minerales, considerándola como una hortaliza prioritaria en la dieta de cualquier persona. Además, como tiene muy pocas calorías, es ideal para aquellos que quieran bajar de peso.
Una de las virtudes más famosas y extendidas a lo largo de todo el mundo es que la zanahoria mejora y potencia la vista. Aunque es cierto que al consumir zanahorias protegemos nuestra retina y evitamos la aparición de cataratas, esto es debido a que la zanahoria evita el envejecimiento prematuro a través de sus betacarotenos. Consumir zanahorias no nos dará una visión telescópica, pero ayudará a que nuestros ojos envejezcan menos.
De hecho, este mito de “mejorar la vista” viene de una anécdota muy curiosa relacionada con la Segunda Guerra Mundial. Se decía que un capitán británico, Joahn “Ojos de Gato” Cunningham, era capaz de ver por la noche con total claridad gracias a que comía muchas zanahorias. Aunque es cierto que las zanahorias pueden combatir contra la ceguera crepuscular (es decir, la dificultad de percibir formas en la oscuridad); lo cierto que es el bueno de Cunningham tenía un secreto bajo la manga que le permitía “ver” a sus enemigos por la noche: un radar por aire. Independientemente de la verdad, el consumo de zanahorias aumentó considerablemente durante la guerra.
Dejando de lado la capacidad de proteger y fortalecer nuestra vista, la zanahoria tiene otros beneficios menos conocidos. Por ejemplo, comer zanahorias crudas puede fortalecer nuestros dientes, ya que mejora el riego sanguíneo bucal y nos proporciona flúor, imprescindible para mantener en buen estado nuestro esmalte dental. También ayuda a fortalecer el cabello y las uñas, gracias a su alto aporte de antioxidantes.
Por si fuera poco, las zanahorias proporcionan energía al cerebro gracias a su alto contenido en potasio y fósforo, tienen propiedades diuréticas y nos ayudan a combatir cálculos renales y a prevenir el estreñimiento. Además, en 2014 la OMS señaló que la zanahoria puede servir para prevenir el cáncer de mama, gracias a sus carotenoides.