Temporada de albaricoques: origen y propiedades de una de las frutas más famosas del verano
El verano es la época ideal para disfrutar de las frutas de hueso y te contamos todos los detalles sobre una de las más conocidas: el albaricoque
14 junio, 2022 06:00Cerezas, melocotones, nectarinas, ciruelas, paraguayos, albaricoques… La fruta de hueso reina en toda Galicia cuando el sol aprieta, ya que el verano es la temporada ideal para consumir este tipo de frutas caracterizadas por su hueso o “semilla” interna. Carnosas, refrescantes, saciantes y llenas de sabor: existen pocos placeres similares a disfrutar de una buena pieza de fruta en una tarde de verano y las de “hueso” son, con diferencia, las más consumidas.
El origen del albaricoque: un “superventas” veraniego
Una de las frutas con hueso más consumidas (con permiso de las cerezas) es el albaricoque. Se trata de una fruta que triunfa en fruterías y mercados gracias a la gran cantidad de beneficios que aporta a los consumidores y a su sabor agradable y dulzón. Sin embargo, su éxito no es “fruto” de una moda pasajera: el albaricoque lleva con nosotros miles de años.
Las primeras referencias sobre su consumo y su cultivo se remontan al año 3000 a.C. en Asia Central, en un área entre el Mar Negro y el noroeste de China. Su expansión mundial comenzaría en Armenia, país que cuenta con una gran tradición del cultivo de este fruto (en localizaciones cercanas se denominaba al albaricoque como “la manzana armenia”). La influencia armenia también se refleja en el nombre que le otorgaron los romanos: prunus armeniaca. Junto a los griegos, los romanos serían los grandes responsables de la expansión del albaricoque por toda la cuenca mediterránea. Aunque nunca se dejó de consumir en “fresco”, lo cierto es que su sabor dulzón y su fragilidad hizo que se popularizase su consumo en elaboraciones como mermeladas, bizcochos, licores o en forma de fruta desecada durante la época medieval.
Actualmente entre los productores principales de esta fruta destacan países como Francia, Estados Unidos, Turquía, Grecia o incluso Nueva Zelanda. España también es un importante productor de albaricoque, llegando a exportar casi 40.000 toneladas de esta fruta durante los meses de verano.
Cuestión de madurez: claves para disfrutar del albaricoque
Uno de los secretos del éxito del albaricoque es que cuenta con diferentes variedades que permiten un rango de sabores y colores muy atractivos para los consumidores. Muchas de estas variedades son de origen español, como el caso de la variedad más consumida en el país: la Galta roja, que se caracteriza por su sabor dulce, tamaño medio y un color que baila entre el rojo y el amarillo. Otras variedades patrias son la Bulida (de gran tamaño, similar a un melocotón), la Canino (con toques ácidos), la Moniquí (con un sabor muy azucarado y una consistencia carnosa).
Sin embargo, el elemento más determinante para elegir un buen albaricoque es tener en cuenta su grado de maduración. El albaricoque es una fruta climatérica, es decir, su punto de maduración depende del momento de la cosecha del fruto. Si la recolección se hace demasiado pronto, el albaricoque madurará de manera correcta y su sabor y consistencia no será agradable a la hora de comerlo. Si, por el contrario, se recolecta demasiado tarde, el albaricoque será muy susceptible a golpes, cambios de temperatura y demás elementos externos que acelerarán su proceso de podredumbre. Para comprobar si un albaricoque está en su punto ideal de consumo, debemos apretar ligeramente su exterior. Si apenas notamos resistencia y su consistencia es blanda, es que ya está listo para comer.
Si aprendemos a elegir los albaricoques adecuados, disfrutaremos de un aroma y un sabor potenciados. Debemos evitar albaricoques muy verdes, que solo madurarán un poco; o aquellos muy arrugados o con alguna rotura, lo que hará que el albaricoque se eche a perder demasiado rápido. Para conservarlos lo mejor es guardarlos en una bolsa de plástico con agujeros (que permita respirar a la fruta) en la nevera.
Aunque su consumo más común se realiza con la fruta fresca, el albaricoque permite gran multitud de elaboraciones, desde mermeladas, hasta salsas para carnes, tartas, bizcochos, escaldados o incluso batidos. Como curiosidad, en algunas partes de España es muy común dejarlos secar sin su semilla, lo que permite consumir esta fruta fuera de temporada, como es el caso de los famosos orejones en Navidad.
Beneficios, propiedades y un bulo
Como muchas frutas de temporada, consumir albaricoques nos aportará una gran cantidad de beneficios. Como se trata de una bomba nutricional, disfrutaremos de una cantidad de vitaminas que no nos dejará indiferente: de tipo C, B3, B1 y del tipo A (imprescindible para los huesos, la vista, el cabello o la piel, gracias al betacaroteno). Además, contiene grandes niveles de fibra y minerales como el hierro, el potasio, el fósforo o el calcio.
Desgraciadamente, la fama también le ha pasado factura al pobre albaricoque. Desde los años cincuenta existe el rumor de que las semillas del albaricoque son capaces de prevenir o incluso curar el cáncer, algo que es totalmente falso. De hecho, las semillas del albaricoque, como otras semillas de frutas de hueso, contienen niveles de cianuro que resultan perjudiciales para la salud. Este bulo llegó a extenderse de tal manera que en 2016 la Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea tuvo que emitir un comunicado al respecto. Eso sí, no debemos preocuparnos si nos encanta comer albaricoques, ya que las paredes del hueso de la semilla interna protegen a la carne del fruto de cualquier contacto con el cianuro, por lo que consumirlo es totalmente sano (¡y recomendable!).