La remolacha es uno de esos alimentos que siempre consideramos circunstanciales y que no terminamos de incluir en nuestras elaboraciones diarias. Sin embargo, se trata de una hortaliza que esconde un buen puñado de secretos que merece la pena conocer, más allá de su protagonismo en encurtidos y ensaladas. Te contamos su origen, variedades y beneficios para que la conviertas en una habitual de tu cocina.
Un origen al lado del mar y un familiar cercano de la acelga
La remolacha se conoce científicamente como beta vulgaris, pero su versión primitiva es la beta marítima, con origen en el Norte de África, que ya se cultivaba hace 4.000 años y que era conocida como acelga marina. Gracias a las peculiaridades de este alimento (que se explotaba al lado de los mares y océanos, el cultivo se expandió sin problemas por todo el litoral mediterráneo y parte del atlántico).
De esta antigua variedad se fueron desarrollando dos alimentos diferentes: las acelgas (que ya han tenido su protagonismo en otro artículo) y las remolachas, caracterizadas por contar con una raíz más grande, carnosa y redonda.
Sin embargo, el consumo de su raíz no se haría popular hasta el siglo XVI. Antes de esta época, se consumía únicamente sus hojas, aunque romanos y demás pobladores de la costa mediterránea usaban la raíz como remedio medicinal contra toda clase de dolores.
Apenas dos siglos después de que se comenzara a comer la propia raíz, un químico de la Academia de Berlín sería el primero en obtener azúcar a partir del jugo de remolacha. Un hito muy importante, si tenemos en cuenta que el azúcar de caña era, en su mayoría, proveniente del extranjero, lo que suponía una gran cantidad de costes para muchos países europeos.
De hecho, este es el motivo por el cual es conocida la gran afinidad de Napoleón con esta hortaliza. Ni corto ni perezoso, el emperador francés mandó plantar más de 30.000 hectáreas de remolacha por todo el país, lo que supuso un impulso significativo para el cultivo de este alimento en Europa.
Las tres variedades actuales
Con el paso de los años, el cultivo de remolacha se fue perfeccionando, seleccionando diferentes variedades para dar con los tres principales tipos de remolacha que se cultivan actualmente. El primero es la remolacha de mesa, con una piel fina y un color que va del rosáceo violáceo intenso hasta el rojo anaranjado. Su pulpa es de un sabor dulce, y aunque en la gran mayoría de las ocasiones tiene un interior de color rojo oscuro, también pueden tener la carne blanca o amarilla.
La segunda variedad más cultivada es la remolacha azucarera, destinada a la producción de sacarosa y que en España cuenta con una importante relevancia económica. Su color ya no se parece a la remolacha de mesa, ya que esta variedad obtiene un tinte marrón, además de adquirir un mayor tamaño.
La última variedad es la que se conoce como remolacha forrajera, destinada para el alimento del ganado. Un cultivo que en Galicia se está planteando como una alternativa a tener en cuenta frente al maíz, ya que la remolacha es capaz de multiplicar los rendimientos de este cultivo tradicional. Sin embargo, debido a la falta de maquinaria específica, el cultivo de la remolacha forrajera sigue teniendo una pequeña extensión en los campos gallegos (por ahora).
Cuándo y cómo comprar remolachas
La remolacha gallega, con cultivos especialmente por la zona de Pontevedra, es la que cuenta con un menor período de venta, ya que están disponibles a partir de julio a octubre (en otras comunidades donde el clima es más cálido la remolacha ya está en el mercado a partir de marzo).
A la hora de comprar remolachas, siempre debemos elegir aquellas que vengan con las hojas verdes todavía adheridas, en forma de racimo. Esto nos conviene por dos motivos: para aprovechar las hoja para cocinarlas si así lo queremos y también para ver la frescura de la hortaliza de un solo vistazo: las hojas comenzarán a marchitarse si la remolacha envejece.
Si no tenemos otra opción que comprarlas a granel, sin hojas, tranquilos: no es un gran problema. Eso sí, deberemos consumirlas lo antes posible para evitar que se pongan malas por dentro sin saberlo.
En lo referente al tamaño, lo mejor es elegir los ejemplares más pequeños, ya que serán las remolachas más dulces y tiernas. Su color debe ser intenso, con una piel sin manchas y unas hojas (si las incluye) de un verde brillante.
Una vez en casa, debemos tener cuidado a la hora de almacenarlas. Si queremos quitarles las hojas y nos pasamos con el corte del tallo, la remolacha puede que empiece a soltar su jugo (y las manchas de remolacha no son poca cosa).
Para guardarlas en la nevera tan solo tenemos que poner las remolachas en el cajón de las verduras, donde aguantarán un par de semanas sin problemas. Es mejor evitar bolsas de plástico u otros materiales que provoquen humedad, ya que esto acelerará el envejecimiento de la hortaliza. Si queremos congelarlas, lo mejor es cocerlas antes, ya que las remolachas crudas congeladas acaban volviéndose blandas.
Disfruta de la remolacha al máximo: versatilidad y beneficios
La remolacha es una hortaliza de gran versatilidad. Aunque se suele usar como acompañamiento en ensaladas, también puede convertirse en la gran protagonista en encurtidos con sal, aceite y limón, en cremas con nata o hummus, en la tradicional sopa Borsch, en platos al horno, en bases de pizza, en hamburguesas, en crepes, en zumos o incluso en tartas. Si queremos cocerla tan solo tenemos que meterla en agua hirviendo durante una hora. Si quieres que su característico color se mantenga, debes meterla en el agua sin pelar. Una vez cocida, puedes pelarla y comerla sin problema.
La remolacha contiene una gran cantidad de beneficios; ya que aporta una gran cantidad de folatos, vitaminas, potasio, carotenos y, como no, azúcares. Incluso sus hojas contienen luteína y zeaxantina, antioxidantes beneficiosos para combatir algunos tipos de cáncer como el de mama y el de pulmón, además de ser beneficiosas para la salud ocular.
¿Qué nos aporta consumir la raíz de la remolacha? Pues esta pequeña hortaliza es capaz de combatir el desarrollo de cánceres como el de pulmón, el de hígado y el de piel. Además, gracias a su gran cantidad de potasio, estamos ante un alimento diurético, lo que ayuda a la eliminación de líquidos.
La cosa no acaba ahí. Gracias a su gran cantidad de hierro, es un alimento muy beneficioso para las personas que tienen anemia. Además, es también un alimento a tener en cuenta para combatir el estreñimiento, gracias a su alto contenido en fibra.
Y, por último, la remolacha tiene un potente poder antioxidante y es muy útil para perder peso: contiene muy pocas calorías y aporta gran energía al organismo. ¿A qué esperas para convertirla en una habitual de tu cocina?