Durante la Guerra Civil Española y, sobre todo, a su fin, cientos de miles de españoles huyeron de su país para refugiarse, principalmente, en Francia. Pero las autoridades francesas no permitieron el paso de sus fronteras alegremente, sino que establecieron campos de concentración en los que se estima que malvivieron más de 550.000 españoles, refugiados de la represión franquista. Prisioneros, casi sin comida ni agua potable, muchos fallecieron allí mismo, pero unos pocos (2.078), tuvieron la suerte de topar con un ángel salvador. Aquel ángel se llamaba Pablo Neruda y su brazo salvador fue conocido como el SS Winnipeg. Entre todos a los que salvó, se encontraban tres hermanos gallegos. Ésta es su historia, y la de una prodigiosa operación de salvamento que comandó un poeta y premio Nóbel.

Francia era la única alternativa para cientos de miles de refugiados republicanos, pero llegar allí no era sencillo. Era necesario atravesar los Pirineos, andando o en mulas, por senderos impracticables, con niños en brazos, ancianos, despojándose del peso de los enseres… La travesía en sí era un infierno, que no mejoraría al alcanzar su destino final.

Una vez en Francia, los refugiados eran conducidos en masa a campos de concentración levantados expresamente para acogerlos. La estampa no era muy distinta a la que años más tarde se vería en toda Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Había pocas esperanzas y otra oscura amenaza iba surgiendo hacia el norte, la Alemania Nazi de Hitler y su tercer Reich.

Entre esos más de 500.000 refugiados se encontraban los hermanos Pita, tres gallegos nacidos en Cariño, propietarios de una fábrica de conservas y salazón en su villa natal y que además habían sido grandes impulsores y líderes del Sindicato de la Industria Pesquera.

Cuando se produjo el alzamiento contra la República, los sindicatos fueron los primeros en caer. Por este motivo, los hermanos secuestraron un bonitero vasco que acababa de llegar a Cariño, el Arkale, para refugiarse en Bilbao y más tarde en Francia, pasando a formar parte de la larga lista de refugiados en los campos de concentración galos.

Y allí fue donde, a través de la prensa, se enteraron de una prodigiosa operación de salvamento que promovía un poeta chileno que acabaría siendo Nobel de Literatura en 1971, Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, más conocido como Pablo Neruda.

Neruda había sido Cónsul en Barcelona y Madrid en la década de los años 30 y vivió muy de cerca la represión. Uno de los hechos que le marcó fue el fusilamiento de su gran amigo, Federico García Lorca.

Tras regresar a Chile, surge la idea de traer al máximo número de refugiados a su país. Recibe el apoyo del presidente Chileno Pedro Aguirre Cerda, que nombra al poeta, Cónsul Especial de Emigración Española en París. “Sí, tráigame millares de españoles. Tráigame pescadores, tráigame vascos, castellanos, gallegos, extremeños,… Tenemos trabajo aquí para todos”. Esa fue la respuesta del Presidente Aguirre a la propuesta de Neruda.

Para realizar la travesía, Neruda contrata los servicios de un viejo paquebote a vapor francés, el SS Winnipeg que, normalmente, no llevaba a bordo a más de 20 personas. Para dar cabida a los más de 2.078 refugiados previstos, se instalarían literas de madera y se acondicionarían sus bodegas para la ruta, en los Astilleros Navales de El Havre, en Francia.

Mientras tanto Neruda gestionaba visados, certificados médicos, reunía el dinero para los pasajes y los gastos de los primeros meses en Chile de los refugiados… y también seleccionaba a los pasajeros en su peculiar lista, incluyendo en la misma a niños, obreros y campesinos especializados, maestros… tan necesarios en un país que meses antes había sufrido el peor terremoto de su historia.

Finalmente, el 4 de agosto de 1939, el SS Winnipeg zarpaba del puerto de Pauillac, con 2.078 exiliados a bordo (1.200 hombres, 418 mujeres y 460 niños), durante una travesía que duro casi un mes exacto, cruzando el Canal de Panamá hasta llegar a la ciudad chilena de Arica. Allí desembarcaron algunos refugiados en lancha, ya que en esta ciudad no hubo puerto hasta que, precisamente, uno de los refugiados que allí había desembarcado, lo construyese años después.

El destino final del Winnipeg fue el puerto de Valparaíso, donde atracaba el 3 de septiembre de 1939, recibido por las autoridades chilenas y una multitud.

Allí estaban Pablo Neruda y un joven Ministro Chileno de Sanidad, Salvador Allende, futuro Presidente de Chile. Los refugiados agradecieron la generosidad del país desplegando una gran pancarta con el rostro del presidente chileno.

Entre el pasaje se encontraban al menos 20 gallegos y, entre ellos, los hermanos Pita que, finalmente, conseguían huir del infierno, aunque años después les tocaría sufrir de nuevo a otro Dictador, Augusto Pinochet.

La llegada de esos refugiados a Chile representó un aporte espectacular en campos de la cultura, la educación, la industria o el comercio, que Chile siempre ha reconocido. España nunca ha agradecido de manera oficial la ayuda que Chile prestó a 2.078 de sus compatriotas. 

En cuanto al SS Winnipeg, fue hundido por un submarino nazi el 22 de Octubre de 1942.

En recuerdo de esta gesta histórica, Neruda compuso el poema “Misión de Amor”. “Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie”. Así se refería el poeta a uno de sus mayores logros, La Huida del Winnipeg.

Historias de la Historia…

Iván Fernández Amil. Storyteller. Experto en Compras y Aprovisionamiento. Procurement Manager. 

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Referencias:

• Mención especial para Hixinio Puentes y su libro “Winnipeg”. PUENTES, H. Winnipeg. Editorial Xerais, 2013.
• Mención especial también para Jaime Ferrer Mir y su libro “Los españoles del Winnipeg: el barco de la esperanza”. FERRER MIR, J. “Los españoles del Winnipeg: el barco de la esperanza”. Ediciones Cal Sogas, 1989.
• bncatalogo.cl
• es.wikipedia.org
• rtve.es
• dw.com
• nerudavive.cl
• galiciaconfidencial.com
• blog.xerais.gal
• porgaliciabaixo.com
• pauillac-medoc.com
• lavozdegalicia.es
• farodevigo.es/
• wrecksite.eu