El 7 de diciembre de 1857, en A Coruña, explotaba un polvorín. Unas 4.000 mujeres, trabajadoras de la Real Fábrica de Tabacos de La Coruña, protagonizaban una huelga considerada por algunos como el punto de partida del movimiento obrero de las mujeres en España. Fue tal el alboroto que hubo que enviar tropas de infantería y caballería para sofocar la protesta. Las cigarreras fueron maestras en generar fuerza colectiva y en no dejar a sus compañeras atrás. Este es el relato de un colectivo que realizó huelgas y protestas para reclamar mejoras salariales, condiciones laborales dignas e igualdad con los hombres y que son y serán siempre parte de Marineda, A Coruña.

La Real Fábrica de Tabacos de La Coruña tiene su origen en el edificio de los Correos Marítimos, levantado en el año 1764, y que mantenía el tráfico comercial entre A Coruña y los puertos de ultramar. En 1802 son trasladados a Ferrol y el edificio se queda vacío. Así que en 1804 una Real Cédula de Carlos IV concedía a la ciudad el privilegio de instalar allí la Real Fábrica de Tabacos de La Coruña.

Esta industria se puso en marcha en 1804, tras la reforma del antiguo edificio, con 400 operarias, cuya media de edad no superaba los 14 años aunque las condiciones de trabajo en aquel momento desanimarían a cualquiera. Era un trabajo duro, mal pagado, la fábrica se encontraba apartada de la ciudad, pegada al mar, en una zona ventosa y húmeda… Los comienzos fueron dubitativos, pero enseguida arrancó. El Estado obtenía (y obtiene) grandes beneficios por los impuestos al tabaco así que tenía que funcionar como fuera.

Su producción estaba especializada en cigarros y sólo se contrataba a personal femenino para su elaboración, lo que permitía ahorrar costes debido a su bajo salario.

A partir de 1808, con la ocupación francesa, el consumo de tabaco se dispara, por lo que se amplía la capacidad productiva de la fábrica, alcanzando en 1834 las 3.000 operarias y pocos años después las 4.000, cifra récord y un referente en aquella época.

A pesar de que las cigarreras eran consideradas trabajadoras de pleno derecho, su estatus real era el de “trabajadoras a domicilio”, lo que originaba una fuerte indefensión, al no estar consideradas personal fijo y tener muchos menos derechos que los que sí lo eran. No se les reconocía la jubilación por lo que muchas trabajaban toda su vida hasta que su físico se lo permitiese.

En 1857, se estima que trabajaban en la fábrica de La Palloza unas 4.000 cigarreras, conformando el mayor colectivo obrero de Galicia. Sus salarios eran muy reducidos y dependía del número de cigarros elaborados, tenían largas jornadas laborales y la exigencia en los ritmos de producción era cada vez mayor. Por si fuera poco, todo lo que tenían estaban en riesgo, ya que la llegada de nueva maquinaria y cambios en el sistema productivo eliminarían puestos de trabajo y reduciría la dependencia de la mano de obra.

Así que el 7 de diciembre de ese año, a las 11 de la mañana, las cigarreras se amotinaban hartas. Era la primera huelga de mujeres de la historia de Galicia.

Las miles de operarias se lanzaron contra sus jefes, destruyeron la nueva maquinaria y la tiraron al mar que, en aquella época, bordeaba la fábrica, reventaron la caja fuerte y destrozaron muebles, libros y papeles administrativos.

De inmediato, el Capitán General y el Gobernador Civil enviaron tropas de infantería y caballería a sofocar la revuelta. Las cigarreras, subidas a los tejados, arrojaban tejas a las tropas, evitando que éstas entraran en el edificio. Finalmente, las tropas conseguían abrirse paso y lograban controlar la situación. La mayoría de las cigarreras eran inmovilizadas y 20 de ellas detenidas y trasladadas a la antigua cárcel del Parrote. Pero mientras las tropas realizaban este traslado, fueron apedreados, lo que provocó que la Guardia Civil tuviera que intervenir y dispersar a los manifestantes.

A las 16:00 la protesta finalizaba.

Aunque no consiguieran su objetivo (las máquinas finalmente se impusieron), la Fábrica de Tabacos continuó siendo un lugar de encuentro, de apoyo y de formación, que representó magistralmente la gran Emilia Pardo Bazán en su obra “La Tribuna”, considerada la primera gran novela social española. Escrita en 1883, su personaje principal era una cigarrera coruñesa, Amparo, líder obrera, republicana y federalista.

En A Coruña, la Fábrica de Tabacos constituyó un símbolo de la sociedad industrial coruñesa, y las cigarreras un símbolo de la lucha por la igualdad y sus derechos. No en vano, fueron las primeras en lograr salas de lactancia, guarderías o escuelas dentro de sus fábricas. 

Las cigarreras, a pesar de vivir con sueldos inferiores a los de los hombres y en condiciones de explotación laboral, abrieron el camino de las reivindicaciones y la lucha del movimiento obrero.

Emilia Pardo Bazán decía sobre ellas: “Son como el demonio, pero en el momento en que tienen que defender al colectivo son aguerridas y están siempre unidas”.

La Real Fábrica de Tabacos de La Coruña cerraba sus puertas en el año 2002 y con ella se iba una parte de nuestra ciudad que nunca recuperaremos. Al menos, el que escribe, aún tiene el honor, el placer y la suerte de poder disfrutar de la mejor cigarrera que ha pasado jamás por la Fábrica de Tabacos, mi madre.

Historias de la Historia…

Iván Fernández Amil. Storyteller. Experto en Compras y Aprovisionamiento. Procurement Manager. 

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Referencias:

• PARDO BAZÁN, E. La Tribuna. Alfredo de Carlos, Madrid, 1883
• es.wikipedia.org
• lavozdegalicia.es
• abc.es
• praza.gal
• wiki.de-mudanza.net
• eldiario.es
• laopinioncoruna.es
• elidealgallego.es
• pikaramagazine.com