En el siglo XIX nuestro país se enfrentó a uno de los mayores desafíos de su historia: expulsar de España a Napoleón Bonaparte. Junto a Reino Unido y Portugal, los españoles lucharon por su libertad entre 1808 y 1814, en la conocida como Guerra de la Independencia. El mismísimo Napoleón tuvo que intervenir, pero ni siquiera él fue capaz de acabar con la resistencia española. Galicia fue la única Comunidad que los franceses no pudieron pacificar desde el inicio de la sublevación, y Vigo se convirtió en la primera plaza reconquistada a los franceses en Europa. Las guerras dejan héroes, y la Guerra de la Independencia dejó muchos y reconocidos nombres. Esta es la historia de un héroe desconocido para la mayoría, un héroe al que el mismísimo Lord Wellington reconoció su arrojo, el coruñés que derrotó a Napoleón: Diego del Barco de la Cendeja.

En el año 2003, el historiador Arsenio García Fuertes, localizaba en el Archivo General Militar de Segovia la Hoja de Servicios de un oficial de artillería. Se trataba de un brigadier del que solo existía una tumba olvidada en Laredo y nula información sobre él. Tras años de estudio, y con la colaboración de Manuel Arenas y la asociación The Royal Green Jackets de A Coruña, se consiguió recuperar la memoria de un héroe que cambió la historia de nuestra nación.

Todo comenzaba cuando Napoleón Bonaparte trazó su plan para hacerse con España. Con el beneplácito de Manuel Godoy, Secretario de Estado y Generalísimo de Carlos IV, entra en nuestro país con su ejército. La idea era conquistar Portugal conjuntamente y dividir el botín, aunque realmente su plan era que las tropas francesas entraran en la Península Ibérica, no sólo para conquistar Portugal, sino también España.

Nuestro héroe, Diego del Barco de la Cendeja, venía al mundo en el número 49 de la calle Real de A Coruña el 12 de Noviembre de 1779. Nacido en el seno de una familia con fuerte tradición militar, era hijo de un Teniente de la Real Armada que había comandado la corbeta “María Pita” durante la Expedición Balmís.

Diego ingresa en el Real Colegio de Artillería de Segovia en 1796. En 1808 ya era Capitán y llegaría a alcanzar el grado de Brigadier. Su vida militar le llevó por casi una veintena de batallas, sitios y escaramuzas por toda la Península.

En 1810, ya con el grado de Teniente Coronel y tras haber librado una decena de enfrentamientos, es hecho prisionero debido a sus heridas, tras la batalla de Alba de Tormes, en Salamanca, pero consigue fugarse y reincorporarse al 4º Regimiento en A Coruña el 3 de Febrero de ese mismo año.

Participa en varias acciones demostrando su valía hasta la batalla de Sagunto, el 25 de Octubre de 1811, en la que estaba al frente de la artillería. En esta famosa batalla los franceses arrinconan a la resistencia española y británica y consiguen capitular Valencia. Diego vuelve a caer preso junto al resto del ejército vencido comandado por el general Joaquín Blake. Y, de nuevo, vuelve a fugarse. Llega a Cádiz, desde donde regresa a Galicia destinado en el 6º Ejército Español.

En 1812, al mando de la artillería española, reconquista Astorga de manos de los franceses, es ascendido a Brigadier y puesto al mando de la 2ª Brigada de Infantería de la 1ª División del 6º Ejército, con la que participaría en la última ofensiva de Lord Wellington que expulsó definitivamente a las tropas francesas de la Península. Diego llegaría a pisar suelo francés al mando de una brigada tras las tropas francesas.

A finales de 1813 es puesto al mando de 9.000 soldados españoles para tomar las fortificaciones de Laredo y Santoña, que eran ambicionadas por franceses y británicos. España no quería que ambas se perdieran durante las negociaciones de paz, creando un nuevo Gibraltar en el Norte de España. Diego no tenía ni artillería, ni equipamiento, ni los hombres suficientes para conseguir la capitulación de las fortificaciones así que hizo lo que mejor sabía hacer: luchar. 

Y lo hizo como solo un héroe puede hacerlo. La noche del 21 de febrero de 1814, montó en su caballo, arengó a sus tropas, se puso al frente de su pequeño ejército y comenzó el asalto de los fuertes de La Rochelle y la Soledad en la cima del Rastrillar, en Laredo. Aunque fue herido de gravedad, el asalto fue un éxito. 

La guerra estaba ganada, pero Diego no iba a disfrutar de la victoria. Tras ser evacuado a Colindres moriría cinco días más tarde, debido a que la herida acabaría gangrenándose. El 26 de febrero de 1814, el héroe fallecía.

Lord Wellington, Generalísimo de todas las Fuerzas Aliadas, y Manuel Freyre, Comandante en Jefe del 4º Ejército Español, elogiarían su mérito y calidad dirigiendo las operaciones de asedio como Comandante General de las fuerzas destinadas en aquel punto, lamentando su pérdida y solicitando que, como él ya no podría recibir de la Patria el digno premio a que le hacían acreedor sus recomendables circunstancias y el importante servicio que acababa de ofrecer, se premiara a su familia por su heroísmo.

El 28 de febrero, los padres y las dos hermanas menores de Diego recibían la Cruz de la Real Orden de Carlos III y una pensión vitalicia con el sueldo de su hermano como Comandante de Escuadrón de Artillería.

Su heroicidad y la de sus soldados se olvidó muy rápido. Pocas semanas después la guerra terminaba, Fernando VII volvía a España y el pueblo ya no necesitaba héroes a los que adorar. Afortunadamente, casi 200 años después, se rescató a Diego del olvido. Tanto en A Coruña como en Laredo se levantaron monumentos en su honor y se descubrieron placas en su nombre.

Galicia enseñó al mundo la lección de que el ejército francés no era invencible cuando se enfrentaba con un país en armas y dispuesto a morir. Las acciones llevadas a cabo en Galicia y el Norte de Portugal en el primer semestre de 1809 expulsaron en solo cinco meses a los mariscales Soult y Ney para no volver jamás. La Guerra de Independencia dejó muchos héroes y batallas legendarias en la Comunidad gallega: Sir John Moore y la Batalla de Elviña en A Coruña o Pablo Morillo y Bernardo González “Cachamuíña” en la Reconquista de Vigo y la Batalla de Pontesampaio. 

Hoy, conocemos el nombre de otro de esos héroes y que no debemos olvidar de nuevo: Diego del Barco de la Cendeja, un coruñés de la calle Real que venció a Napoleón y evitó un nuevo Gibraltar en el Cantábrico. Su muerte no fue en vano.

Historias de la Historia…

Iván Fernández Amil. Top Inspira en LinkedIn. Storyteller. Jefe de Compras.

Referencias:

• GARCÍA FUERTES, A. El Brigadier Diego del Barco en la Guerra de la Independencia. Publicaciones Arenas, 2014.
• es.wikipedia.org
• royalgreenjackets.blogspot.com
• lavozdegalicia.es
• farodevigo.es
• hoguerassanjuan.com
• laredoturismo.es
• europapress.es
• voluntariosdeleon.com
• diariodearousa.com
• elidealgallego.com
• astorgaredaccion.com
• elbierzodigital.com