El 27 de enero de 1967 tres astronautas morían asfixiados durante un entrenamiento en la cápsula del Apolo 1 debido a un incendio provocado por una chispa. Aquellos quince fatídicos segundos cambiaron la carrera espacial para siempre. La tragedia paralizó el programa Apolo durante 18 meses y toda la NASA cambió radicalmente. Además de grandes mejoras técnicas, la cultura del apaño y las prisas que había reinado hasta entonces desapareció, reemplazada por una extrema atención a los detalles y por el uso de procedimientos que tenían como máxima la seguridad de los astronautas. Entre todos los héroes que hicieron posible seguir adelante con la conquista de la Luna hubo un gallego al que nunca se le reconoció su aportación. Un gallego sin el cual el Programa Apolo hubiese fracasado. Un gallego sin el cual la historia habría cambiado para siempre. Un gallego que apagó la chispa que había acabado con el Apolo 1: Uxío Funes, el gallego que ayudó a la NASA a llegar a la Luna.
En 1927, en el seno de una humilde familia de Fisteus, una parroquia del Ayuntamiento de Quiroga, en la provincia de Lugo, nacía Uxío Funes. Su padre era afilador y un apasionado de todo lo que tenía que ver con la Ciencia. Desde muy joven Uxío ya demostraba un extraordinario talento para crear sorprendentes ingenios y su padre le animaba a ponerlos en práctica
Durante la Guerra Civil, su progenitor es fusilado acusado de ser simpatizante de los republicanos, su pequeño negocio es expropiado y Uxío y su madre logran sobreponerse a la pobreza extrema gracias al cultivo de un pequeño terreno que aún mantienen en propiedad.
Pero el ingenio de Uxio no tiene límites. Tras pedir a un fraile de un monasterio vecino que le traduzca una revista alemana, experimenta algunos de los métodos de cultivo que allí lee y consigue que su pequeño terreno aumente de manera exponencial la producción anual de maíz. Igualmente mejora la puesta de sus gallinas, con una alimentación a partir de conchas de mejillón y almeja.
Este aumento en la productividad de su pequeño negocio agrícola les da un respiro y le permite seguir experimentando con sus increíbles ingenios. Pero no siempre las cosas le salen bien. Durante uno de sus experimentos, en diciembre de 1945, una explosión hace saltar por los aires su pequeño taller mientras destilaba aguardiente en un alambique que acababa de crear. Uxío es detenido y pasa varios días en el calabozo.
Escarmentado reflexiona y decide dedicarse a la mecánica y la física. Así es como inventa uno de sus más extraordinarios ingenios. Inspirado en las torres petrolíferas que había visto en las películas norteamericanas crea un sistema de perforación por impacto capaz de extraer agua a 50 metros de profundidad. En una época en la que las casas no tenían agua corriente ni podían permitirse excavar pozos, el invento de Uxío fue una gran revolución. Desgraciadamente su ingenio como inventor no lo tenía para los negocios y solo consigue vender un par de equipos a mitad de precio.
Es entonces cuando conoce a una persona que cambiaría su vida para siempre: Juan López Suárez, más conocido como “Xan de Forcados”, un ilustre y muy desconocido filántropo gallego, que vio el potencial que tenía el joven.
Xan, sorprendido por los fantásticos inventos de Uxío, lleva a un grupo de empresarios suecos a conocerlo, y uno de ellos le compra la patente de la barrena de perforación de pozos, que vende por toda Europa convirtiéndose en un éxito.
Enfadado y arrepentido por haber vendido su invención, comete una locura en un ataque de rabia. Envía un paquete explosivo al sueco que, afortunadamente, estalla en la oficina postal sin provocar daños ni víctimas. Un antiguo anarquista de la zona es detenido como sospechoso del atentado, pero en cuanto Uxío conoce la noticia confiesa y se entrega voluntariamente a la Guardia Civil. Finalmente, gracias la intervención de Xan, es puesto en libertad.
El filántropo le ayuda a montar un pequeño taller más profesionalizado y le da una beca para acudir en 1957 a la Universidad de Santiago de Compostela para ampliar sus conocimientos visitando las Facultades de Ciencias, las bibliotecas y diversos laboratorios, y comienzan unos años de febril actividad del inventor. Hasta tal punto se abstrae en su mundo que no es consciente de la noticia de la muerte de su madre hasta varios días después de habérsela notificado.
En 1965 su ya amigo Xan le ofrece un trabajo técnico en una de sus empresas, pero le pone una condición: Antes de trabajar para él tiene que completar sus estudios en el Instituto Técnico de San Antonio, en Texas. Uxío acepta y en septiembre de ese año parte del Puerto de A Coruña con destino a Nueva York, donde hace escala para realizar los trámites de inmigración que le permitan seguir su camino a Texas.
Y fue allí donde surgió la idea que debería haberle reservado un lugar de excepción en la historia de la ciencia y del ser humano.
Durante el verano de 1967 asiste en el Instituto Técnico de San Antonio a una conferencia del legendario Ingeniero de la NASA John C. Houbolt, en la que explica las dificultades por las que atraviesa el Programa Apolo tras la trágica muerte de los tres astronautas del Apolo I y el problema que están teniendo para conseguir aislar el circuito eléctrico de las naves para evitar que tragedias como aquella vuelvan a ocurrir.
Acabada la conferencia, el gallego se acerca al Ingeniero y le ofrece su colaboración para solventar su problema. Houbolt le dio su tarjeta y rápidamente se olvidó de aquel extraño español. Pero dos semanas después recibe una llamada. Uxío acaba de inventar un sistema capaz de aislar el sistema eléctrico de las naves en caso de cortocircuito y que evitará chispas que puedan provocar incendios. Él le llamó: “retilador”.
Tras invitar a Funes a mostrarles en Houston el funcionamiento de su invento, los técnicos de la NASA no dan crédito. Millones de dólares en investigación para solucionar un problema que un gallego había resuelto en dos semanas en un taller casero. Pocos meses después, el 21 de diciembre de 1968, el Apolo 8 se convertía en la primera misión tripulada en salir de la órbita terrestre, orbitar la Luna y regresar a la Tierra. Seis meses después el Apolo 11 conquistaba la Luna. A bordo viajaba el retilador de Uxío.
En 1969, con el dinero ganado en la NASA, regresa a Galicia y funda con un socio su propia empresa, en la que desarrolla un sistema de conservación y comercialización de leche con bolsas de poliuretano. Un año después el invento se convierte en un éxito y se vende por todo el país.
Pero en 1974 una prestigiosa revista científica publica un reportaje sobre el Programa Apolo que atribuye su invento y todo el mérito al equipo técnico de la NASA. Uxío envía decenas de cartas de protesta a la embajada americana e incluso llega a grabar un mensaje dirigido al Presidente Lyndon Johnson sin obtener respuesta.
Esta situación lo sume en una profunda depresión agravada debido a la introducción del tetrabrik en el mercado español, que deja obsoleto su invento de las bolsas de leche. Su socio le abandona y la compañía quiebra en 1982. Comienza a beber y se encierra en su taller hasta que una tarde de marzo de 1987 es encontrado muerto en la caravana en la que había estado viviendo los últimos años.
Así finalizaba la historia de un hombre extraordinario con una historia no menos extraordinaria. El problema es que no tenemos la seguridad de que ésta haya sido real. Aunque hay testigos y registros del paso de Uxío por San Antonio, Nueva York o Houston, hay quien cree que todo fue una invención para justificar su propio fracaso, el fracaso de un hombre con una mente brillante pero nefasto hombre de negocios.
Existen registros y grabaciones de vídeo que demuestran que en 1969 Uxío visitó Cabo Cañaveral invitado personalmente por Houbolt para asistir al lanzamiento del Apolo 11, para ser testigo de la gesta espacial norteamericana y de la que debería haber sido su propia consagración.
La Universidad de Santiago de Compostela y el Instituto Tecnológico de San Antonio han llevado a cabo un estudio y un proceso de verificación para intentar que Uxío sea reconocido oficialmente por parte de las autoridades norteamericanas, pero sigue todavía en curso.
Hay que tener en cuenta que el Programa Apolo tenía carácter de alto secreto militar, por lo que es probable que Uxío no hubiera firmado con la NASA un simple contrato de confidencialidad. Quién sabe si quizá engañado lo que firmó fue la cesión de su patente por un puñado de dólares.
Desgraciadamente pocas fuentes existen sobre esta increíble historia más allá de un asombroso documental de la Productora gallega Control Z, dirigido por Enrique Otero, y que puedes ver aquí.
Sea como sea, parece razonable la existencia de la duda de que este extraordinario gallego, con su invento, y también con su locura, quizá y solo quizá, ayudó a ejecutar una de las mayores gestas de la Humanidad: la conquista de la luna.
Historias de la Historia…
Iván Fernández Amil. Top Inspira LinkedIn. Storyteller. Jefe de Compras.
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Referencias:
- Funes, o inventor da Lúa: https://www.youtube.com/watch?v=kvYfaKXI4a4
- es.wikipedia.org
- lavozdegalicia.es
- elpais.com
- elprogreso.es
- gazeta.gal
- danielmarin.naukas.com
- bbvaopenmind.com
- eldiario.es
- muyhistoria.es
- bbc.com
- academiagalegadoaudiovisual.gal