Michael Fred Phelps es considerado el mejor nadador de la historia, además de ser el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos, con un total de 28 medallas. Este estadounidense, que compitió por última vez en los Juegos de Río de 2016, posee también los récords de mayor número de medallas olímpicas de oro, mayor número de medallas de oro en eventos individuales y mayor número de medallas olímpicas en eventos masculinos. Mucho tiempo antes, un gallego de 55 años conseguía una hazaña extraordinaria: Batía el record mundial de natación de distancia y permanencia en el agua, remontando el Guadalquivir hasta Sevilla. Años antes, este gallego a punto estuvo de competir en unos Juegos Olímpicos y, quién sabe, si ganar la primera medalla de oro para la natación española. Esta es la historia del “tritón”, el “hombre-hélice”, el “tragamillas”, el “titán del mar”, un mito del deporte mundial: Abelardo Lopez Montovio, el Aquaman gallego.
Eduardo nacía en Cariño, municipio de la Provincia de A Coruña, el 12 de abril de 1887, y desde muy pequeño ya comenzó a disfrutar de la natación junto al resto de niños del pueblo, haciendo competiciones en la playa y el puerto. Nunca tuvo tutor ni entrenador que le enseñara a hacerlo, lo que añade, si cabe, aún más valor a todas las hazañas que este extraordinario hombre realizó a lo largo de su vida.
Siendo casi un niño se enroló durante algún tiempo en un barco de pesca, como la mayoría de los hombres de los pueblos pescadores gallegos, hasta que con 19 años se alistó en la Marina, donde aprendió cómo navegar gracias a la fuerza del viento, lo que le convertiría en uno de los mejores maestros de Velamen de su tiempo, que eran las personas encargadas de todo lo relacionado con las velas a bordo de aquellas espectaculares corbetas y fragatas de guerra.
Y fue en uno de estos grandes veleros donde realizó su primera hazaña, que le valió la Cruz de Plata del Mérito Naval con distintivo rojo, por su comportamiento heroico durante el ciclón que sufrió el buque escuela “Nautilus” el 17 de julio de 1921. Recibiría la distinción de manos de María Cristina de Habsburgo, madre del Rey Alfonso XIII.
Entre 1934 y 1935 realizaría una segunda y no menos importante hazaña, la vuelta al mundo a bordo del legendario Juan Sebastian Elcano, como Maestro de Velamen del mismo, por la que recibiría la Cruz del Mérito Naval de Plata. Además, también le fueron concedidas la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo y la Medalla de la Campaña de la Guerra de la Liberación.
Pero no solo despuntó en su profesión, sino también en su afición, la de nadador de largas distancias en aguas abiertas, hasta tal punto que en 1956 fue condecorado con la Medalla al Mérito Deportivo.
Pero quizá el episodio más curioso y triste de su vida ocurrió en 1920. Con 33 años, mientras trabajaba en el Arsenal de Ferrol, le llegó la oportunidad de competir en los Juegos Olímpicos de Amberes. Con el apoyo del Naval Club de Ferrol, y viendo los antecedentes y tiempos de nuestro aquaman, el Comité Olímpico Español lo reclama para participar en los Juegos ya que, de confirmarse las marcas que había obtenido Abelardo en todas las pruebas a las que se había sometido, volvería a casa con toda seguridad con la medalla de oro en natación.
Pero los enfrentamientos entre el COE y la recién creada Federación Española de Natación, parece que echaron al traste con los sueños de Abelardo, que se encontró con el enemigo en casa. Ya en Amberes, el 23 de agosto, preparado para competir en las series eliminatorias, le informan de que no puede hacerlo. Al parecer sus propios compañeros denunciaron ante los jueces olímpicos que el Naval Club de Ferrol, al que estaba adscrito Abelardo, no estaba federado, lo que iba contra el reglamento y le impedía competir en las pruebas olímpicas. Quizá fue mala suerte, quizá se trató de envidia o quizá, simplemente, ese mundo no era para él. Durante años Abelardo fue incluido en la base de datos y en todos los libros del Comité Olímpico Español, hasta que en 1994 fue retirada su mención de todos los registros del COE.
Ya de vuelta en casa siguió haciendo lo que le apasionaba: nadar en aguas abiertas.
En 1923 Abelardo realiza la travesía Ferrol-A Coruña, pero tuvo que abandonar a la altura del Seixo Branco, aunque tres semanas después sí lo consiguió, batiendo un récord con sus cinco horas y medía de travesía, suponiendo una hazaña sin precedentes para la época.
En 1940 realizó la distancia que separa a La Matraca y el puerto de pescadores de Cádiz, más de 10 kilómetros, en cuatro horas y doce minutos y un año después, para conmemorar el Día de la Hispanidad, cruzo de Cádiz a Rota en seis horas.
Pero sería en julio de 1942 cuando pulverizaría el récord mundial de distancia y permanencia en el agua, al recorrer los 86 kilómetros que separan la desembocadura del río Guadalquivir, en el puerto de Bonanza, y Sevilla. Este récord mundial lo lograría con 55 años y en tres etapas (27, 29 y 30 kilómetros), en 21 horas y 33 minutos. A su llegada al Puente de Triana, con gran expectación, le esperaban autoridades tanto de la Marina como de la ciudad para celebrar la épica hazaña del nuevo récord mundial.
Pero no terminaba aquí su andadura…
En 1947 cruzaría de nuevo la distancia que separa Ferrol y A Coruña en cinco horas, mejorando su anterior marca de hacía casi 25 años, y con 65 años, en 1952, nada desde Cariño hasta Ortigueira, una distancia de unos 10 kilómetros, en menos de tres horas.
Abelardo aspiraba a lo más alto, pero no siempre pudo conseguirlo. En 1933 planeó cruzar a nado el Canal de La Mancha, para lo cual se entrenaba diariamente nadando desde Redondela a las Islas Cíes, pero nunca llegó a ejecutar esta travesía. También quiso nadar de Montevideo a Buenos Aires, en el Río de la Plata, pero la falta de fondos truncó su realización.
Abelardo fallecía en Ferrol en 1963. Tenía 75 años de edad. Todavía se le recuerda gracias al homenaje que todos los años le brinda Ferrol con la Travesía Abelardo López, una famosa competición de nado en aguas abiertas. Además, en el año 2015 la piscina municipal de Cariño, el pueblo que lo vio nacer, fue bautizada con su nombre.
Su hija dice de él que fue un padre extraordinario, afectuoso y cariñoso, una persona buena e íntegra en todos los aspectos, y que siempre que ha tenido alguna dificultad en su vida ha actuado como cree que lo hubiera hecho su padre. Además, su bisnieto David Deibe Pérez le dedicó un precioso y extraordinario documental que homenajea su memoria y que puedes ver a continuación.
Todos los días, a las ocho de la mañana, Abelardo se despertaba, cogía una toalla y un albornoz, y salía de su casa en la Rúa Espartero de Ferrol hacia la desaparecida Playa de Copacabana, hiciera frío o calor, lloviera o luciese el sol, y nadaba desde allí hasta Mugardos o A Graña. Todos los días. Era lo que él llamaba el “paseíto matinal” que hacía Abelardo López Montovio, el aquaman gallego que pulverizó un récord mundial y que “casi” fue olímpico. Quién sabe que hubiera ocurrido si le hubieran dejado. Quizá habríamos tenido a nuestro primer gallego medalla de oro 84 años antes que otro paisano de leyenda, David Cal.
Historias de la Historia…
Iván Fernández Amil. Top Inspira LinkedIn. Storyteller. Jefe de Compras.
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Referencias:
- es.wikipedia.org
- lavozdegalicia.es
- rfen.es
- cihefe.es
- galiciadigital.com
- paseandoporferrol.wordpress.com
- ferrol360.es
- visionesdeferrolterra.blogspot.com
- olimpismo2007.blogspot.com
- davidacevedolopez.blogspot.com
- asociacionadan.org