Pocos minutos antes de las 10 de la noche del 15 de febrero de 1898, se producía una sobrecogedora explosión en el puerto de La Habana, en Cuba. El acorazado estadounidense USS Maine había saltado por los aires, falleciendo 256 de sus 355 tripulantes. España negó tener relación con este incidente, pero la campaña mediática realizada por periódicos norteamericanos convenció a la opinión pública estadounidense de la culpabilidad española. La declaración de guerra fue aprobada el 25 de abril de 1898 en el Congreso de los Estados Unidos de América. Una guerra que solo duró tres meses y que acabó suponiendo la confirmación de una potencia emergente que se convertiría en la nación más poderosa del mundo, y el ocaso de otra, que dejaba de serlo tras cuatro siglos. Es en esta situación cuando surge en Galicia un hombre que puso su talento y su ingenio a disposición de su país para defenderse de los estadounidenses. Un hombre que además fue emprendedor, empresario e inventor, que proporcionó a sus trabajadores seguros de enfermedad y de jubilación, que fundó un astillero y que fue una de las personas más queridas en su tierra. Un gallego que debería aparecer en los diccionarios junto a la definición de talento: Antonio Sanjurjo Badía, el inventor del submarino gallego.

Restos del USS Maine en el Puerto de La Habana. https://elordenmundial.com

En 1837 nacía un genio: Antonio Sanjurjo Badía. Antonio nacía en Sada, en la Provincia de A Coruña, formando parte de una familia de once hermanos. Su padre era relojero y Antonio ya trabajaba con él con tan solo 9 años. Cuando cumplió los 17 emigró a Cuba, donde crea una sociedad con uno de sus hermanos y otro socio para abrir un taller de calderería. Cinco años después vende su participación y regresa a casa con dinero y, sobre todo, mucho talento.

Sada a principios del Siglo XX. https://memoriadesada.com

Se establece en Vigo donde crea un taller en el barrio del Arenal, al que llamó “La Fundidora”. Pero el negocio iba tan bien que en pocos años pasa de tener 30 empleados a 150. Por ello en 1880 traslada su taller a la actual García Barbón y renombra a su fábrica como “La Industriosa”.

Publicidad de La Industriosa. https://www.pinterest.es 

En la nueva fábrica Antonio construye la primera máquina de vapor fabricada en Galicia, participa en la fundación de la primera fábrica de papel continuo de la comunidad, que utilizaba una máquina de vapor diseñada por él, fabrica tubos, chimeneas, ventanas, calderas, hornos, prensas y autoclaves, diseña y fabrica maquinaria para aserraderos, molinos, para la industria textil, para las conserveras… Antonio creaba en su fábrica cualquier tipo de máquina que fuera necesaria en su época.

Antonio junto a uno de sus diseños. https://niunpasoatras.foroactivo.com

Pero sería en 1898 cuando realizó la que quizá fue su máquina más extraordinaria y por la que se le recuerda: una boya submarina para plantarle cara a los Estados Unidos, por si se acercaban a Galicia con su fabulosa flota de guerra. Eran tiempos convulsos. España estaba en guerra con los estadounidenses y no era descartable que el campo de batalla de la guerra de Cuba se trasladase desde el Caribe a la Península, y eso preocupaba a Antonio. Tenía que hacer algo por su país. Y lo que se le ocurrió fue un invento maravilloso: un pequeño submarino lanzatorpedos para defender la Ría de Vigo.

El “Sanjurjo” en la actualidad. https://hoxe.vigo.org

Antonio se puso manos a la obra y en dos meses y con un presupuesto de 18.000 pesetas, poco más de 100 euros al cambio, pero una fortuna de la época, lo hizo realidad.

El aparato era una boya lanzatorpedos cuyo poder ofensivo descansaba en dos minas de contacto que contenían 100 litros de explosivos cada una y equipadas con disparador manual con las que se podía atacar a cualquier navío de manera precisa y sigilosa. Tenía forma de T y era gobernado por 3 personas, podía sumergirse hasta los 20 metros de profundidad durante 5 horas, y la propulsión era manual mediante manivelas.

El “Sanjurjo” en la actualidad. https://www.xataka.com

Dos meses después de comenzar los trabajos realizaba las pruebas de mar en la Ría de Vigo. El 12 de agosto de 1898, ante el Gobernador Militar, el Comandante de Marina y miles de curiosos se realizan las pruebas. Antonio y dos operarios se sumergieron durante más de 2 horas en sendas inmersiones que los llevaron hasta los 20 metros de profundidad mientras comprobaban la estanqueidad y la propulsión del submarino, corroborando la eficacia y la utilidad del artilugio. Las pruebas habían sido un éxito rotundo.

Pruebas de mar del “Sanjurjo”

Lo que nunca llegó a probarse fue el sistema de lanzamiento de torpedos. ¿Por qué? Porque cuando Antonio estaba realizando las pruebas, España y Estados Unidos estaban ya en plenas negociaciones para acabar con la guerra, por lo que no parecía muy conveniente probar armamento en esas condiciones.

Antonio saliendo de su submarino el día de las pruebas. https://www.atlantico.net

Finalmente, el 10 de diciembre de 1898 se firmaba en París el tratado de paz, en el que España perdía Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas entre otras posesiones. Por ello la utilidad bélica del “Sanjurjo”, como se le conocía popularmente, desapareció, pasando a reposar durante más de 100 años en su fábrica, cuidado y resguardado por sus descendientes. Hace unos años su familia lo “prestó” para su exposición como objeto histórico en el Museo del Mar en Vigo, donde actualmente se puede admirar.

El “Sanjurjo” en la exposición del Museo. https://descubrecadadia.blogspot.com

Pero Antonio nunca dejó de buscar nuevas ideas y negocios con los que poder contribuir al bien común. A principios del siglo XX se iniciaba una línea de autobuses a vapor entre Santiago de Compostela y A Coruña, pero no llegó a funcionar nunca al 100% debido a los problemas mecánicos constantes de estos vehículos. En 1903 Antonio se hace con la empresa, reforma los autobuses y los pone de nuevo en funcionamiento en una nueva compañía a la que llama “La Regional”. En 1906 se inicia de nuevo el servicio de transporte entre las dos ciudades convirtiéndose en un éxito tan rotundo que se construirían cocheras en Santiago, Ordes y A Coruña, desbancando a la empresa de diligencias que operaba hasta entonces en la misma ruta.

Uno de los autobuses de “La Regional”. https://www.lavozdegalicia.es

Además, Antonio inventó unas estaciones telefónicas portátiles. Se trataban de postes de teléfono situados cada 10 kilómetros a lo largo de la ruta, que podían ser utilizados en caso de avería de alguno de los autobuses para solicitar otro vehículo o apoyo para alguna reparación. Este simple concepto se convertiría con el tiempo en los postes de emergencia que podemos ver en la actualidad en las autopistas del todo el mundo. Otro invento de Antonio…

Publicidad y horarios de “La Regional”. https://alpoma.net

A su muerte la familia vendería La Regional a un empresario santiagués conocido por todos los gallegos: Evaristo Castromil, que fundaría un imperio del transporte de pasajeros a partir de la línea de nuestro protagonista.

Uno de los antiguos buses Castromil. https://www.pinterest.es

Pero Antonio, como ya hemos visto, no tenía solo “ojo” para el diseño industrial, sino también para los negocios. Por eso en 1911 se puso al frente de su propio astillero en la zona del Arenal. Solo un año después construiría nueve vapores de pesca con maquinaria de fabricación propia o adaptada. En 1918 Antonio ya fabricaba máquinas de vapor de hasta 500 CV para armadores de toda España y su astillero llegó a construir barcos de 100 toneladas, dando trabajo a cincuenta operarios en sus instalaciones. 

Astillero “La Inudstriosa”. https://www.facebook.com/Recuerdavigo

Antonio además no solo se preocupaba de inventar, diseñar, fabricar o emprender. También se preocupaba de cuidar de los suyos. Para sus más de doscientos empleados creó una caja de previsión a la que llamó “La Hermandad”, por la que percibían una pensión tras su retiro o una paga si estaban enfermos. Antonio había creado un precursor de la actual Seguridad Social. Además, cambió la costumbre de pagar semanalmente el domingo y comenzó a hacerlo los sábados, para que ese día fuera de descanso y no se aprovechara para realizar la limpieza de las instalaciones como se hacía hasta ese momento. 

Cuando Antonio murió, el 8 de enero de 1922, todos los talleres de la ciudad se pararon y miles de personas acudieron a darle el último adiós en la capilla ardiente que se instaló en las naves de “La Industriosa”. Empleados, amigos, familiares y mucha gente que le admiraba, le quería y le respetaba le rindieron el homenaje que se merecía en un entierro multitudinario que quedó para la historia. Nosotros hoy le rendimos el nuestro.

Antonio Sanjurjo Badía. https://es.wikipedia.org

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

  • es.wikipedia.org
  • lavozdegalicia.es
  • vigoe.es
  • vigoempresa.com
  • vigopedia.com
  • farodevigo.es
  • xataka.com
  • hoxe.vigo.org
  • galiciaunica.es
  • museodomar.xunta.gal
  • cadenaser.com
  • atlantico.net
  • elobrero.es