Mark David Chapman llegaba a Nueva York en octubre de 1980. Lo hizo con un claro propósito y una pequeña maleta en la que llevaba algunos discos de los Beatles, un revolver y varias balas. La mañana del 8 de diciembre, salió de su habitación del Hotel Sheraton, compró un ejemplar de “El guardián entre el centeno” y se pasó la mayor parte del día en la entrada del edificio Dakota, donde se encontraba el apartamento de John Lennon y Yoko Ono. A las cinco de la tarde, la pareja dejaba el Dakota para una sesión de grabación, momento que Chapman aprovechó para dar la mano a Lennon y que le firmara una copia de su nuevo disco: Double Fantasy. A las 11 de la noche, los artistas regresaron al Dakota y pasaron al lado de Chapman, que hizo seis disparos contra John. Cuatro de aquellas balas impactaron en su cuerpo, falleciendo casi al instante. El día anterior, una joven gallega había estado charlando con aquel hombre, que parecía un fan más. Aquella gallega no podía saber lo que iba a ocurrir, pero sí sabía quién era y lo que representaba Lennon, ya que el de Liverpool solía cantarle sus nuevos temas mientras ella preparaba en su cocina pan gallego casero. Esta es la historia de Rosaura López Lorenzo, la asistenta gallega de John Lennon.
En 1932 nacía Rosaura, hija de una pareja de panaderos de Cerdedo, un municipio de la provincia de Pontevedra, fusionado en la actualidad con el de Cotobade.
Con 30 años pone rumbo a Estados Unidos, donde su marido (con nacionalidad argentina) llevaba trabajando ya 3 años, y a quien no había podido acompañar debido a problemas con el visado. El matrimonio tenía ya una hija de 7 años, que vivió con ellos durante 9 años en Manhattan y luego regresó a Galicia. Su otro hijo nacería en Estados Unidos en 1963.
Rosaura llegó a Nueva York sin saber inglés, pero con muchas ganas e ilusionada por estar en aquella bella ciudad, lo que le permitió ponerse a trabajar en el legendario edificio Dakota, en la casa de los Stanley, una pareja de profesores ingleses que residían en el piso 72.
Los Stanley iban a presentar un libro en Inglaterra durante un año, motivo por el que, en 1976, decidieron alquilar su piso. Unos artistas se interesaron por la propiedad y se hicieron con ella con una única condición: Rosaura debía mantener su trabajo como empleada del lugar ya que, cuando los Stanley volvieran de Inglaterra, querían que ella siguiera trabajando con ellos.
Los nuevos inquilinos eran John Lennon y Yoko Ono que, nada más llegar a su nuevo piso, le hizo una entrevista de trabajo en la que lo primero que le pidió fue su nombre y su fecha de nacimiento. Y lo hizo porque Yoko confiaba su futuro y el de sus empleados en lo que decía un astrólogo, que ese día debía tener la visión borrosa, ya que dijo que Rosaura era demasiado vulnerable, motivo por el que comenzó a trabajar allí tan solo un día a la semana.
Más adelante apareció por casa otra astróloga y Yoko le pidió que le preparara una bandeja con té y unas pastas. Tras hacerlo, esta mujer le dio su visto bueno, así que empezó ya a trabajar todo el año con la pareja.
Rosaura pronto se ganó la confianza de ambos, dando inicio a una relación no solo profesional, sino afectiva, casi familiar, motivo por el que compartió algunos de los momentos más íntimos y personales de la pareja en un periodo muy desconocido de Lennon, en el que se apartó de su rol de compositor para dedicarse a ser padre y marido.
Para la gallega, Lennon y Ono no eran estrellas, ni famosos, ni leyendas, eran gente normal, cariñosa y casera que le deseaban siempre el bien a toda la gente y a los que les encantaba pasear con su retoño. Precisamente, un día que el hijo de Rosaura fue a buscarla a la estación de tren, le dijo: “Ti non sabrás quen é este chico que toca nun grupo que se chama Os Biatels, John Lennon, traballo para él”.
Y como buena gallega, hizo empanada para ellos, a pesar de que eran vegetarianos, pero Lennon le decía que era muy fuerte y que aquello engordaba demasiado, así que les enseñó a hacer pan casero y recuerda cómo el Beatle le decía “tienes en tu cuerpo como para un mes sin comer”.
Entre los momentos más surrealistas de su historia, le gustaba contar aquella vez en que Lennon le pidió ayuda para desatascar el cuarto de baño de los restos de marihuana que se le habían quedado allí obstruidos tras desenvolverla, ya que no quería llamar a un fontanero por miedo a que lo descubriera el FBI, porque pensaba que querían deportarlo.
En otra ocasión, la gallega llegó a casa con un catarro enorme y Yoko Ono le dijo que era porque no tenía un abrigo en condiciones, le dio su tarjeta de crédito y le dijo que se comprara un buen abrigo, que mantuvo con ella hasta su muerte.
John Lennon solía acudir a la cocina mientras Rosaura estaba allí para tocar la guitarra y cantar mientras ella trabajaba. Otras veces, cuando comía carne fuera de casa porque no tenía más remedio, acudía a ella diciéndole que estaba hinchado y que tenía una indigestión para que le preparara un té o una infusión que le ayudara a encontrarse mejor.
En 1980, Rosaura dejó de trabajar para ellos, sin embargo, siguió trabajando el edificio Dakota para su hijo Sean.
Y llegó aquel fatídico día: el 8 de diciembre de 1980.
El día 7, Rosaura había coincidido con el asesino de Lennon en la entrada al Dakota, mientras esperaba para subir al piso de Sean. Contaba que le había parecido una persona normal, otro fan que lo quería como podía quererlo ella. La mañana del día 9, tras enterarse de lo ocurrido por la radio, llegó al Dakota y todos los que allí estaban la abrazaron mientras ella rompía a llorar.
Para el resto del mundo había muerto un mito, una leyenda, un dios; para Rosaura, había muerto un amigo.
Chapman fue condenado, en agosto de 1981, a una pena de veinte años, que se cumplieron en el año 2000. A día de hoy, continúa en su celda del Correccional de Attica, a pesar de sus innumerables intentos por salir, puesto que le ha sido denegada la libertad condicional hasta en doce ocasiones.
Tras la muerte de su marido, a finales de los 90, varias personas animaron a Rosaura para que escribiera un libro con lo que allí había vivido y comenzó a anotar y esbozar sus recuerdos en un diario.
Tiempo después, gracias a un periodista que era corresponsal en Nueva York, que le ayudó a poner en orden sus ideas y escritos, escribió su maravilloso libro “En casa de John Lennon”. Antes de hacerlo habló con Yoko Ono, con la que mantenía una buena relación y a la que veía a menudo, ya que en aquella época aún seguía trabajando en el Dakota. La artista no solo le dio su visto bueno, sino que la animó a hacerlo.
En el año 2005, Rosaura, exultante, presentaba su obra por toda España e iba a presentarla también en Nueva York, en un mediático evento en el que también estaría la familia de Lennon y Ono para apoyarla. A pesar de que estaba enferma estuvo en el programa de Buenafuente, en la Televisión de Galicia y en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Pero justo cuando iba a presentarlo en la Feria del Libro de Barcelona, su salud empeoró, por lo que volvió a Pontevedra, donde falleció días después.
Rosaura cambió uno de los momentos más felices de su vida por la alegría de reunirse con aquel mito al que enseñó a hacer pan casero y que no quería comer su maravillosa empanada porque engordaba mucho.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
- LÓPEZ LORENZO, R. En casa de John Lennon. Hércules de Ediciones, 2005
- es.wikipedia.org
- lavozdegalicia.es
- laopinioncoruna.es
- farodevigo.es
- elidealgallego.com
- elpais.com
- elcorreogallego.es
- elmundo.es
- infobae.com
- cadenaser.com
- diariodeleon.es