El 20 de noviembre de 1567, dos barcos con 160 hombres a bordo partían del puerto de El Callao, en Perú, en busca de las islas llenas de oro de las que hablaban las leyendas de los incas. La expedición no encontró oro, pero descubrió las islas Salomón, en pleno océano Pacífico. El comandante de aquella flota era el afamado explorador Álvaro de Mendaña, esposo de Isabel Barreto, la gallega que fue la Reina de los Mares del Sur, y uno de sus capitanes un marino, cosmógrafo, escritor, soldado, historiador, filólogo, astrónomo, humanista, explorador, conquistador y matemático de Pontevedra. Un gallego que persiguió al legendario pirata Francis Drake, que exploró y cartografió el estrecho de Magallanes, que convenció al rey Felipe II para que lo poblara y fortificara con el fin de protegerlo de los ataques piratas y que fue perseguido y acusado de hechicería por la Inquisición. Esta es la historia de uno de los más grandes navegantes de todos los tiempos, Almirante de la flota de Indias y fundador y gobernador de la primera y más austral ciudad del mundo en su época: Pedro Sarmiento de Gamboa.
Pedro nacía en la provincia de Pontevedra, entre 1530 y 1532, y era hijo de Bartolomé de Sarmiento y María de Gamboa. Algunas fuentes afirman que Pedro nació en Alcalá de Henares, ya que así lo había declarado bajo juramento en uno de los procesos a los que le sometió la Santa Inquisición, pero todo parece indicar que la situación en aquella época, en la que Castilla había desatado una cruel represión contra Galicia, llevó a muchos a ocultar su origen gallego.
Hasta los dieciocho años vivió con sus padres, aprendiendo las nociones del arte de navegar que lo harían famoso tiempo después. Entre 1550 y 1555 deja su hogar para entrar al servicio militar de la corona en los frentes que tenía abiertos por toda Europa, tras lo cual decide embarcarse con rumbo al Nuevo Mundo.
Su primer destino fue México, donde vivió durante dos años en los que tuvo problemas con la Santa Inquisición. En el primer proceso que se abrió contra él, fue sentenciado a ser azotado públicamente en la plaza de Puebla. Tras este castigo estuvo en Guatemala y Chiapas antes de llegar a Perú, en 1557.
En la próspera ciudad de Lima, Pedro encontró todas las posibilidades para completar su formación en náutica, cosmografía y geografía, convirtiéndole en una de las personalidades más relevantes del virreinato, gracias a lo cual consiguió la cátedra de Gramática.
Durante estos años realizó distintos viajes por el interior de Perú en los que contactó con los indígenas, de los que recabó mucha información y sabiduría que el hombre occidental desconocía.
Su prestigio provocó que Pedro se incorporara al séquito del virrey López de Zúñiga, como consejero en historia, navegación y estrategia, además de astrólogo del virreinato, cuando la Inquisición, en 1564 y 1565, lo condenó de nuevo, en esta ocasión por practicar la nigromancia y haber fabricado unos misteriosos anillos de oro inscritos con letras desconocidas y símbolos astrológicos que, según, algunos testigos, servían para anular la voluntad de las personas.
Fue condenado al destierro, pero el castigo no logró a hacerse efectivo, al conmutarse la pena para que integrara la expedición al océano Pacífico que descubriría las islas Salomón.
Los españoles eran conocedores de las extraordinarias leyendas propagadas por los incas, de que hacia el oeste existían islas llenas de oro y riquezas, ubicadas en lo que hoy conocemos como Melanesia. El virreinato organizó una expedición para ir en la búsqueda de estos territorios y colonizarlos. Álvaro de Mendaña la comandaría y Pedro sería su cosmógrafo, además de capitán de uno de los navíos.
Compuesta por dos naves y 160 hombres, partieron del puerto de El Callao el 20 de noviembre de 1567, pero en lugar de seguir el itinerario que Pedro había trazado y que les habría llevado a descubrir Australia, Mendaña ordenó seguir el que les valió para descubrir las islas Salomón.
El 7 de febrero de 1568 tocaban la primera de las islas, a la que bautizaron como Santa Isabel, y durante un año exploraron aquel archipiélago en busca de las riquezas y el oro que los incas les habían contado.
Pero no lo encontraron.
Álvaro de Mendaña estaba más interesado en volver a Lima que en cumplir el mandato de colonizar las tierras descubiertas, para lo que transportaban a bordo ropa, semillas, madera, herramientas… A pesar a las protestas de Pedro, por las que fue arrestado y sus diarios quemados, la expedición regresó al puerto de El Callao el 22 de julio de 1569.
Pedro y Álvaro se enzarzan en una pelea pública sobre los malos resultados de la expedición, provocando que el virrey Francisco Álvarez de Toledo, los llamase a una audiencia en Lima, donde el gallego impresionó al virrey por la claridad y lógica de sus argumentos. Pedro fue absuelto de cualquier posible cargo y Mendaña fue amonestado privadamente.
En 1570, el virrey decidió consolidar el virreinato organizando un recorrido por toda su extensión para cuantificar sus recursos económicos y humanos. Durante cinco años contó, en esta titánica aventura, con la ayuda de Pedro Sarmiento de Gamboa, al que había nombrado cosmógrafo general de los reinos del Perú, que aprovechó la ocasión para escribir la “Historia Índica”, en la que refleja los relatos y declaraciones que iba tomando a los descendientes de los incas.
Este trabajo sirvió al virrey para centralizar algunos aspectos esenciales de la administración general del país y establecer las bases de lo que sería el sistema virreinal del Perú.
Pero en 1577 aparecería en escena un hombre que cambiaría para siempre la vida de Pedro y la historia. Ese año, la reina Isabel I de Inglaterra otorgó al marino Francis Drake una patente de corso, con la que le autorizaba a organizar una expedición contra los españoles en las costas americanas del Pacífico.
Drake partió de Plymouth el 13 de diciembre de 1577 y atacó numerosos navíos, así como varios puertos entre los que se encontraban el de Valparaiso y El Callao. La respuesta del virrey fue enviar a dos barcos hacia el estrecho de Magallanes, bajo el mando de Pedro Sarmiento, para perseguir y capturar al corsario inglés.
Pero durante aquella partida de caza, Pedro se percató de la importancia de fortificar y poblar aquel paso interoceánico para controlar los océanos. La travesía permitió al gallego cartografiar y registrar absolutamente todo lo que veían: los canales de la Patagonia, arrecifes, flora, fauna, accidente geográficos… pero no consiguieron encontrar al pirata inglés, por lo que regresaron al puerto de El Callao.
Tras hacer saber al virrey la importancia de asentar población y fuertes artillados para cerrar la ruta del estrecho de Magallanes a los enemigos de España, este le envió a la península, para buscar la aprobación del rey Felipe II. Tras la audiencia con el monarca, el Consejo de Indias resolvió aceptar la propuesta y nombró a Pedro como Gobernador y capitán general del estrecho de Magallanes.
España armó para ello una fabulosa flota de 23 naves con 2.500 hombres a bordo que partió de Sanlúcar de Barrameda el 25 de septiembre de 1581, pero un temporal les obligó a regresar tras hundir cuatro de sus barcos. El 9 de diciembre partieron de nuevo con 18 naves, que pararon en la ruta en las islas de Cabo Verde, donde sufrieron multitud de bajas y deserciones.
Arribaron a Río de Janeiro el 25 de marzo de 1582, donde se detuvieron seis meses en los que, de nuevo, sufrieron deserciones y multitud de bajas. Tras varios intentos, muchas fugas y gran cantidad de pérdidas, partieron finalmente el 2 de diciembre de 1583. De las 24 naves iniciales tan solo quedaban cinco. De los 2.500 hombres que partieran desde España, restaban 538.
En el cabo Vírgenes, el 4 de febrero de 1584, Pedro tomó posesión de esas tierras en nombre de España, dos años y medio después de haber salido de Sanlúcar. El 11 de febrero fundaba la ciudad de Nombre de Jesús, la primera y más austral ciudad del mundo en aquella época, en el actual territorio de Argentina.
Desgraciadamente el mal tiempo provocó que cuatro de sus barcos tuvieran que alejarse de la costa, momento que aprovechó su tripulación para abandonarles y regresar a España, dejando a Pedro con un solo navío, la “Santa María de Castro”, con la cual tenía que dar servicio a los 338 pobladores de la nueva ciudad.
Pero aquel asentamiento no podía albergar a tantas personas, así que decide fundar otra ciudad para alojar a la mitad llevándoselos a bordo de la Santa María de Castro. El 25 de marzo de 1584, en la actual Punta Arenas, en territorio chileno, fundaba la ciudad Rey Don Felipe.
Dos meses más tarde, cuando la climatología había mejorado, zarpó con su navío para inspeccionar el otro asentamiento, pero una gran tormenta les desvió de su ruta haciéndoles llegar al sur de Brasil. A pesar de intentar volver, la tripulación lo impidió, así que decidió retornar a España para informar al rey pero, al intentarlo, la Santa María de Castro se hundió.
El 22 de junio de 1586 emprendió el regreso a España en un navío mercante portugués que fue apresado por una flota bajo el mando de Walter Raleigh, que lo condujo ante la reina Isabel, quien lo liberó con la misión de transmitir un mensaje al rey de España. La corte inglesa le facilitó pasaporte y recursos para el viaje a su país, pero cerca de Burdeos fue apresado y encarcelado durante tres años, durante los cuales Felipe II se negó a pagar su rescate.
Mientras tanto, los habitantes de sus ciudades se morían de hambre y frío.
Finalmente, en 1590 Pedro logra llegar a España, obsesionado por la suerte que habría corrido la gente que allí había dejado, pero el rey ya había decidido desentenderse del asunto y recompensó al gallego con el título de Almirante de una flota de 21 naves armadas que protegían los galeones de la Carrera de Indias.
El 17 de julio de 1592 fallecía mientras dirigía la flota cerca de Lisboa, tan solo dos meses después de haber partido de Cádiz. Se desconoce dónde descansan sus restos.
Pedro Sarmiento de Gamboa dejó fabulosos y extraordinarios legados para la posteridad como cartógrafo, aventurero, descubridor, navegante, escritor e historiador. Su precisa descripción del golfo de la Trinidad, del estrecho de la Madre de Dios, de los canales patagónicos y del estrecho de Magallanes siguen sorprendiendo a los moderno cartógrafos que trazaron las actuales y definitivas cartas.
Pedro también señaló la situación de Australia, a la que llamó Tierra Grande del Sur, y fundó la primera y más austral ciudad de su época. Además, sus conocimientos astronómicos eran tan precisos e incomprendidos en su tiempo que, algunas de sus proposiciones, como la de que cuando en Lima eran las doce del mediodía, en España era ya de noche, fueron consideradas por la Inquisición como herejías.
En reconocimiento por su trabajo, un macizo nevado que domina el estrecho de Magallanes, lleva su apellido, además de uno de los lagos más importantes de Chile, el Sarmiento de Gamboa. En España, un buque oceanográfico del CSIC lleva su nombre. Si Pedro hubiese nacido en otro país, ya se habrían escrito multitud de novelas y rodado varias películas sobre su intrépida vida. Sin embargo, en su propia tierra, siempre fue menospreciado por los historiadores.
¿Y qué pasó con sus dos pequeñas “ciudades” y sus pobladores? El frío y el hambre los fue exterminando. El corsario inglés Thomas Cavendish, llegó a la ciudad Rey Don Felipe el 9 de enero de 1587. El británico tan solo encontró un superviviente, que fue rescatado y volvió a Lima. Debido a la multitud de cadáveres sin enterrar que encontró Candish, rebautizó el asentamiento como Puerto Famine o Puerto del Hambre.
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