Los primeros pobladores de las actuales islas Filipinas llegaron hace más de 15.000 años de lugares tan dispares como China, Vietnam o Malasia, viviendo en comunidades nómadas y aisladas, sin ningún gobierno centralizado ni organización de estado, hasta que, el 16 de marzo de 1521 todo cambió. Viajando bajo la bandera de España, Fernando de Magallanes llegaba a las islas en una misión encomendada y financiada por el emperador Carlos I. Magallanes bautizó aquel archipiélago con el nombre de Islas del Poniente, reclamando aquellas islas para la Corona Española, pero dos décadas después, el 2 de febrero de 1543, el explorador Ruy López de Villalobos, las bautizaba con el nombre de Islas Filipinas, en honor al entonces Príncipe de Asturias y futuro rey, Felipe II. El dominio hispano duró más de tres siglos y dio origen a lo que es hoy, la nación filipina, pero con el tiempo, a medida que España se debilitaba, los nativos se alzaron en rebelión, hasta que toda la nación se alzó en armas contra los españoles. Durante los últimos días de dominio español de las islas, se produjo un episodio de resistencia que sería estudiado durante generaciones en las mejores escuelas militares del mundo como ejemplo de moral militar y resistencia: el sitio de Baler, donde medio centenar de españoles resistieron el asedio filipino durante casi un año y entre los que se encontraban tres valientes gallegos. 

Fernando de Magallanes. https://es.wikipedia.org

En 1896, el gobierno español se veía obligado a enviar tropas a Filipinas para afrontar las crecientes revueltas por parte de los nativos. Los enfrentamientos de independentistas que luchaban contra España se sucedían, hasta que, un año después, se firmaba el pacto de Biak-NaBato, gracias al cual los revolucionarios entregaban sus armas, provocando la reducción del número de efectivos militares en el archipiélago.

Sin embargo, poco tiempo después, el líder filipino Emilio Aguinaldo y Famy, aprovechando las hostilidades de la Guerra hispano-estadounidense, volvió a encabezar una revuelta que sería definitiva para el destino final del país asiático.

Emilio Aguinaldo en 1919. https://es.wikipedia.org

Uno de los gallegos que participó en aquellos enfrentamientos era José Martínez Souto, de 19 años, nacido en la parroquia de San Julián de Almeiras, en el ayuntamiento de Culleredo, un municipio vecino a la ciudad de A Coruña. Tras desembarcar en Manila participó en diversos combates hasta que, formando parte de un destacamento de 50 hombres, fue enviado a la localidad de Baler, una posición estratégica en la isla de Luzón sobre la que los filipinos lanzaron varios ataques causando la muerte de todo su batallón a excepción de él y otros ocho españoles.

Lo que no podía imaginarse era que se le ordenaría regresar allí el 7 de febrero de 1898. Inicialmente formaría parte de una fuerza de 400 hombres con víveres y municiones suficientes para recuperar el pueblo y resistir cualquier asedio, pero la precariedad española en aquel momento, tan solo permitió enviar a un destacamento de 57 hombres con víveres y municiones para cuatro meses, entre los que se encontraba José, pero también Vicente Pedrosa Carballeda y Bernardino Sánchez Caínzos, gallegos como él.

No sabían que cuatro meses se convertirían en 337 días.

Prisioneros españoles en Manila. https://es.wikipedia.org

El 27 de junio, descubrieron que por la noche la población de Baler al completo había abandonado el pueblo, quizá sabedores de lo que se avecinaba, lo que provocó que los militares españoles buscaran refugio en algún lugar estratégico en el cual soportar el más que probable asedio enemigo. Para ello eligieron una pequeña iglesia, la de San Luis de Tolosa, que se encontraba en el centro del pueblo, y excavaron a su alrededor una red de trincheras y refugios en los que resistir los ataques del enemigo.

Finalmente, el 30 de junio, cuatro meses después de su llegada a Baler, eran atacados por decenas de tropas.

Iglesia de San Luis de Tolosa de Baler en la actualidad. https://es.wikipedia.org

Casi sin víveres, soportando la humedad, el calor, las enfermedades y los ataques filipinos, aquellos hombres se defendieron como pudieron y, aprovechando que en su mayoría eran gente con oficios, ya que no disponían de recursos económicos para librarse del servicio militar, construyeron un pozo de agua potable, letrinas y un horno, permitiéndoles sobrevivir a todo aquello.

Durante los 337 días que duró el asedio los españoles no solo resistieron, sino que incluso llegaron a contraatacar realizando salidas esporádicas de la iglesia durante las cuales destruían posiciones enemigas y quemaban casas donde se refugiaban los insurgentes. En una de aquellas salidas llegaron a destruir el cuartel de la Guardia Civil que los filipinos habían tomado como centro de operaciones e incluso consiguieron poner en retirada a las tropas enemigas aprovechando para reabastecerse de los víveres que habían dejado atrás.

El asedio podría haber finalizado mucho antes, la guerra ya había terminado, Filipinas había proclamado su independencia el 12 de junio de 1898, y hasta nueve emisarios con misivas del gobierno español fueron enviados a comunicarles el fin de la guerra, pero nunca se tuvieron en cuenta, ya que creían que eran desertores o tretas de los filipinos. Los estadounidenses también intentaron que los soldados españoles cejaran en su empeño, pero cuando desembarcaron del USS Yorktown para acudir a Baler fueron atacados por los propios filipinos, dejando 16 marines muertos tras de sí.

USS Yorktown. https://es.wikipedia.org

Es la noticia de un periódico que los filipinos les hacen llegar y en el que se daba la noticia del fin de la guerra la que finalmente convence a los sitiados para dejar de luchar, no sin antes hacer oír sus condiciones: no se entregarán en calidad de prisioneros, sus vidas debían ser respetadas y se les proporcionarán los visados necesarios para regresar a España. Y así quedó recogido en el acta del 3 de julio de 1899, firmada por el presidente de la recién nacida República de Filipinas, Emilio Aguinaldo. 

El teniente coronel Aguilar dirigiéndose a parlamentar con el destacamento español de Baler. https://es.wikipedia.org

Solo en ese momento, los 33 soldados supervivientes del sitio de Baler salieron en formación y con la bandera española al frente ante la admiración y los aplausos de los soldados enemigos que les felicitaban por su valor.

“Últimos de Filipinas”. https://es.wikipedia.org

El 29 de julio de 1899, los “Últimos de Filipinas” regresaban a España desde Manila en el vapor “Alicante”. A su llegada a Barcelona fueron agasajados con honores y su oficial al mando, el teniente Saturnino Martín Cerezo, escribiría un libro, “El sitio de Baler. Notas y recuerdos”, donde plasmaba una crónica detallada de los ocurrido durante casi un año en tierras filipinas. Curiosamente, este libro fue traducido a varios idiomas, entre ellos el inglés, y durante décadas fue un texto de lectura obligatoria en la legendaria Academia de West Point en Estados Unidos, por considerarse un ejemplo de moral militar y resistencia, de cómo una guarnición cercada, sin esperanza, mantiene la dignidad sin rendirse.

“El sitio de Baler. Notas y recuerdos”, Saturnino Martín Cerezo. https://www.todocoleccion.net

De lo que ocurrió con los tres gallegos tras volver a España, tan solo tenemos noticias de José Martínez Souto, que regresó a su casa sorprendiendo a su familia, que lo daba por muerto tras tanto tiempo sin saber de él. José se casó, tuvo cuatro hijos y durante el resto de su vida guardó con mimo las condecoraciones y regalos recibidos a su llegada a España por su participación en la campaña de Filipinas.

José falleció el 26 de marzo de 1944, a los 66 años de edad. Sus descendientes decidieron donar sus condecoraciones, varios uniformes y una maqueta de la iglesia de Baler al Museo Histórico Militar de A Coruña, donde en la actualidad siguen todavía expuestas.

Tarjeta de identidad de José expuesta en el Museo Histórico Militar de A Coruña. https://www.facebook.com/porlavueltaaespana

Muchos años después, cuando un periodista preguntó a un anciano Emilio Aguinaldo si se arrepentía de algo de lo que había hecho en su vida, declaró: “Sí. Estoy arrepentido por haberme levantado contra España y, es por eso, que cuando se celebraron los funerales en Manila del Rey Alfonso de España, yo me presenté en la catedral. Cuando me preguntaron por qué había venido a los funerales del Rey de España en contra del cual me alcé en rebelión, les dije que sigue siendo mi Rey porque bajo España siempre fuimos súbditos, o ciudadanos. Pero que ahora, bajo Estados Unidos, somos tan solo un mercado de sus exportaciones, unos parias, porque nunca nos han hecho ciudadanos de ningún estado de Estados Unidos, mientras que los españoles me abrieron paso y me trataron como su hermano”.

Representación de la iglesia original de Baler. https://es.wikipedia.org

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

  • es.wikipedia.org
  • lavozdegalicia.es
  • farodevigo.es
  • laopinoncoruna.es
  • laregion.es
  • gallegosporelmundo.wordpress.com
  • atlantico.net
  • gazeta.gal
  • elcorreogallego.es
  • diariodepontevedra.es
  • abc.es
  • lavanguardia.com