En 1569, un impetuoso joven desafiaba a otro hombre en un duelo a espada en Madrid para defender el buen nombre de su hermana. Tras ganar el duelo, huyó apresuradamente, ya que estos lances estaban prohibidos y el homicidio estaba castigado con la muerte. Aunque su contrincante sobrevivió, los jueces le declararon culpable en un juicio al que no se presentó y por el que fue condenado al destierro y a que le fuera cortada la mano derecha. Llegó a Italia, donde su espíritu aventurero le empujó a las armas, alistándose en uno de los tercios italianos, el de Nápoles, a mediados de 1570, con quienes participaría, un año después, en una legendaria batalla junto a los mejores tercios españoles y 200 galeras capitaneadas por los mejores marinos de su época: la batalla de Lepanto. A bordo de una de esas galeras, enfermo y febril, este joven soldado pidió permiso a su capitán para participar en el combate, pero su superior le ordenó regresar a la enfermería a lo que él contesto: “¿Qué se diría de Miguel de Cervantes cuando hasta hoy ha servido a Su Majestad en todas las ocasiones de guerra que se han ofrecido? Y así no haré menos en esta jornada enfermo y con calentura”. Su empeño en la batalla llegó a oídos de Juan de Austria, quien le felicitó y otorgó cuatro ducados más de paga. En aquella batalla, que cambió el rumbo de la historia, participó tambien un gallego que capitaneaba el buque insignia de la cristiandad y que alzó, clavada en una pica, la cabeza del almirante otomano, poniendo fin a la contienda: Juan Gil de Andrade.

Cervantes en Lepanto, Augusto Ferrer-Dalmau. https://es.wikipedia.org

Debido a un edicto del rey Felipe II que limitaba sus libertades culturales, la población morisca granadina decidió levantarse en armas en 1568. Como consecuencia del limitado apoyo recibido en la capital granadina, la rebelión se extendió rápidamente por la zona de Las Alpujarras, dando origen al nombre de este conflicto: la rebelión de las Alpujarras

El estallido de esta rebelión fue seguido de una oleada de actos de venganza contra los cristianos, sorprendiendo al rey con la mayoría de sus tercios combatiendo en la Guerra de Flandes, en los Países Bajos. Además, el levantamiento comenzó a ser apoyado militar y económicamente desde Argelia, protectorado del Imperio Otomano, con el objetivo de debilitar a Felipe II, pasando de los 4.000 insurgentes a los 25.000 en 1570.

Un joven Don Juan de Austria. https://es.wikipedia.org 

Por ello el rey decidió enviar a su hermanastro, Juan de Austria, al frente de un ejército traído de Italia y del Levante, con el que entró a sangre y fuego en las Alpujarras, destruyendo casas y cultivos, pasando a cuchillo a los hombres y haciendo prisioneros a todos los niños, mujeres y ancianos moriscos que encontraban a su paso. El rey también movilizó a la Armada Real, comandada por un gallego del que, por desgracia, poco se conoce: Juan Gil de Andrade, para proteger la costa granadina y evitar la llegada de refuerzos otomanos desde el Norte de África, logrando sofocar la revuelta en 1571.

Tras la toma de Constantinopla, los otomanos no habían dejado de hostigar a los cristianos y su expansión parecía imparable por toda Europa Central, el Mediterráneo y Oriente Próximo. Pero en 1570, tras atacar varios puertos venecianos del Mediterráneo Oriental, Venecia solicitó ayuda a las potencias cristianas.

Pío V orando durante la batalla de Lepanto. https://es.wikipedia.org

El Papa Pío V, quien deseaba poner freno a los avances de los infieles, y ante la petición de ayuda, intentó agrupar a los reyes y príncipes cristianos, para lo cual proclamaría, el 25 de mayo de 1571, la Liga Santa, con fuerzas españolas, pontificias y venecianas, bajo el mando de Juan de Austria, para acabar, de una vez por todas con la amenaza otomana.

La flota cristiana, compuesta por 231 galeras y 30.000 soldados, se hizo a la mar entre los días 15 y 16 de septiembre y fondeó en Corfú, frente a la costa noroeste de Grecia en el mar Jónico, desde donde Don Juan envió en misión secreta a su mejor hombre al frente de una pequeña flotilla para explorar la zona y calcular las fuerzas otomanas: Gil de Andrade.

Una de las galeras venecianas de la Liga Santa. https://es.wikipedia.org 

El 29 de septiembre, una de las fragatas del gallego regresó con el anuncio de que los enemigos esperaban en el golfo de Patras, cerca de la ciudad griega de Naupacto, en aquella época conocida como Lepanto. La flota de la Liga partió el 3 de octubre para cerrar el golfo y maniobrar para dejar la armada en perfecta colocación para el enfrentamiento.

Al alba del día 7, la flota otomana bajo el mando del gran almirante Alí Bajá, compuesta por unas 300 naves, con más de 40.000 soldados y apoyada por flotas de corsarios argelinos, fue divisada acercándose a la armada de la Liga. Al mediodía, el buque insignia de Alí Bajá, “Sultana”, disparó el primer cañonazo, dando inicio a una batalla en la que participarían los mejores marinos de su época.

Alí Bajá. https://es.wikipedia.org 

La arcabucería española resultó decisiva en el cuerpo a cuerpo, causando gran número de bajas y además, en muchas de las galeras otomanas, los cautivos cristianos se rebelaron, provocando que las bajas entre los turcos fuesen todavía mayores.

Pero el enfrentamiento decisivo ocurrió entre la “Sultana” y la “Real”, buques insignia de las dos escuadras. En la primera se encontraba Alí Bajá, en la segunda, Don Juan de Austria y sus lugartenientes. Durante el combate la Sultana arremetió atravesando con el espolón a la Real, quedando las dos naves entrelazadas en una contienda de la que saldría el vencedor de aquella batalla.

Grabado del combate.  https://es.wikipedia.org

Por ello la protección de Don Juan era vital, por lo que luchaba rodeado y defendido por sus mejores hombres, mientras pedía a Gil de Andrade, que había sido ubicado como capitán del buque insignia de la flota, que intentara zafarse de la Sultana para arremeter contra ella, algo que consiguió, provocando que se llevase todo por delante y acabando con los jefes del estado mayor otomano.

El gran almirante Alí Bajá murió tras alcanzarle un disparo de mosquete en la cabeza. Los españoles inmediatamente lo decapitaron y ensartaron su busto en la punta de una pica junto al estandarte sagrado de los califas que también habían conseguido durante el combate. Gil de Andrade, consciente de la importancia de lo que habían logrado, abordó el barco otomano y levantó en alto la pica con la cabeza del almirante otomano mientras daba un grito de triunfo que causó gran impresión entre la flota turca, que se retiró como pudo hasta Constantinopla.

Estandarte otomano de la batalla de Lepanto. https://es.wikipedia.org 

Aquel día la Liga Santa acabó con la vida de unos 30.000 otomanos, hizo 8.000 prisioneros y liberó a 12.000 cristianos atrapados en las galeras turcas.

Armas de Alí Bajá expuestas en la Real Armería del Palacio Real. https://es.wikipedia.org

Por la valía de este gallego, Don Juan de Austria dedicó a Santiago el estandarte robado a la Sultana y ordenó que fuese custodiado en la bóveda del coro de la Catedral de Santiago. De Juan Gil de Andrade, poco más se supo, más allá de esta historia y de su enorme valentía, gracias a la cual se convirtió en un héroe de la batalla que cambió para siempre la historia de nuestra civilización. Lepanto fue calificada por Miguel de Cervantes como “la más alta ocasión que vieron siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros” porque, tras Lepanto, ya nadie dudó de que Occidente, a pesar de sus guerras internas y sus profundas enemistades, podía defenderse contra el Imperio Otomano.

Estandarte de la Liga Santa. https://fundacionmuseonaval.com

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

  • es.wikipedia.org
  • elespanol.com
  • elpais.com
  • lavozdegalicia.es
  • farodevigo.es
  • elmundo.es
  • dbe.rah.es
  • historia.nationalgeographic.com.es
  • fundacionmuseonaval.com
  • abc.es
  • elmundo.es
  • lavanguardia.com
  • infobae.com