Cuando Dava Torres (A Coruña, 1994) nació el Liceo llenaba cada semana el Palacio de los Deportes de Riazor y luchaba codo con codo con el Barça. Esa fiebre por el hockey coruñés le contagió pronto. En el colegio Santa María del Mar dio sus primeros pasos en este deporte de gran tradición en la ciudad. Después pasaría por las categorías inferiores del Liceo, por el desaparecido Cerceda, el Vic y, ahora, es el capitán del equipo de sus amores.

Un largo historial de éxitos y reconocimientos para un coruñés de solo 24 años. Pero Dava Torres ha sabido inculcar en una plantilla totalmente renovada los valores de un equipo que lucha contra todos. Por eso el Liceo está líder e invicto esta temporada.

Hablamos con el capitán del Liceo sobre estas cinco temporadas en el club, pero también de su infancia, de sus ambiciones fuera de este deporte, de su etapa en Vic o de las dificultades para vivir del hockey.

La pasión por el hockey viene de familia.

Así es. Prácticamente aprendí a caminar y a patinar al mismo tiempo. Iba a todos lados con los patines Fisher Price que tenía. Mi hermano jugaba a hockey. Llegó a jugar en la OKLiga, así que ya estaba dentro de la filosofía de familia ir cada fin de semana a pabellones. Siempre que podía estaba por ahí molestando.

¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza al pensar en el hockey?

Mi hermano Tito. Aprendí con él. Era mi ídolo y terminó siendo mi entrenador. Siempre seguí sus pasos. Además, mi padre siempre estuvo también muy vinculado y ahora es presidente de la Federación Galega de Hockey.

"El Liceo tiene que ser un orgullo para todos los niños, pero me gustaría que hubiese más equipos gallegos y coruñeses en la élite"

Dava Torres

¿Siempre tuviste claro que tu deporte era el hockey?

Sí, la verdad. También hice baloncesto, pero no destacaba por mi tiro exterior. Y al fútbol, donde sí que me hinché a marcar goles pero el juego con los pies no era lo mío. Pero el hockey siempre fue el deporte que más me gustó. Me divertía muchísimo. Ya solo el hecho de patinar es muy entretenido. Gracias a Dios escogí este deporte, porque sino no estaríamos haciendo esta entrevista.

Está claro que es un deporte con mucha tradición en la ciudad y tirón entre los jóvenes.

De hecho, en segunda división hay tres equipos de la ciudad, el Liceo B, el Dominicos y el Compañía de María. Lo que pasa es que cuando eres un chaval hay muchos equipos, pero después se va complicando llegar a profesional. En Cataluña hay más posibilidades, pero en Galicia es una pirámide. El Liceo tiene que ser un orgullo para todos los niños, pero me gustaría que hubiese más equipos gallegos y coruñeses.

Con solo 15 años te fuiste para el Cerceda, un equipo que también dejó grandes recuerdos para el hockey gallego.

Fue una época de muchos éxitos. Había un equipo muy bonito y disfruté un montón esa etapa. El Cerceda fue la esperanza gallega del hockey. Hizo ver que la gente de aquí tenía nivel para competir. En el Liceo no había tantos gallegos, porque era difícil mantener el ritmo. En el Cerceda teníamos un 80 % de gente de A Coruña, Ordes, Cerceda… Conseguimos meternos en competiciones europeas y dio confianza a los jóvenes. Visto con perspectiva, el desaparecido Cerceda ha permitido a mucha gente de aquí jugar hoy en día en la OKLiga, entre los que me incluyo.

¿Cómo surgió la oportunidad de ir al Vic?

Me fui dos años antes de que desapareciese el equipo. Debuté en el Cerceda y al año siguiente me fui para el Vic, con 18 años. Estaba metiendo muchos goles y haciendo las cosas bien, así que me llegaron rumores de que había equipos grandes interesados. No tenía ninguna necesidad de salir del Cerceda, pero me llamaron y era el Vic, mi equipo favorito de pequeño. Había empezado Derecho en A Coruña y no me estaba gustando, así que decidí salir de casa, espabilar y ver las cosas desde otro punto de vista. Vic es un lugar muy bonito y salió todo redondo.

¿Se podría decir que en el Cerceda te formaste y en Vic maduraste, tanto en la cancha como en la vida?

Fue un año que me parecieron siete. Al principio me encontraba solo, pero después hice amigos. El entrenador empezó poniéndome, después no y al final jugué muchísimo. Ganamos la Copa, llegamos a la final de la Champions… También puse mi primera lavadora (risas). Cumplí muchos objetivos a nivel personal en un año y esa experiencia me sirvió también para valorar lo que dejé atrás, lo bonito que es A Coruña y lo bien que se vive aquí. Apareció la morriña.

"Mi experiencia en el Vic me sirvió para valorar lo que dejé atrás, lo bonito que es A Coruña y lo bien que se vive aquí"

Dava Torres

Y el Liceo volvió a llamar a tu puerta.

Fue una decisión muy difícil. En el Vic estaba saliendo todo perfecto y de repente me estaba llamando el Liceo. Al final, siempre quise desde pequeño jugar en el Liceo. Eso primó sobre el resto. Fue increíble llegar al que considero el mejor equipo de hockey. La gente en Vic lo entendió perfectamente. Era mi sueño.

Tuvo que ser duro. Además, después de darle al Vic el título de Copa del Rey con tu gol en la final.

Aquello fue chulísimo. La afición del Vic es muy grande. Teníamos el pabellón casi lleno en la mayoría de los partidos. A la Copa vino mucha gente a vernos. El pueblo se paralizó cuando ganamos. Hubo un pasacalles por toda la localidad y la gente estaba muy feliz. Fue lo más parecido a lo que se puede ver a un equipo de fútbol y su afición. Además, en Vic yo era solo un enano de 19 años que no dejaba de meter goles y pasarlo bien con mis colegas. Quizá fue el año más feliz en lo deportivo. Ahora la felicidad es global.

Llegaste hace cinco años y, ahora, la plantilla es totalmente distinta.

Solo quedo yo de aquel año. Ha cambiado absolutamente todo. Jugadores, cuerpo técnico y directiva. Por eso ahora soy yo el capitán. Es mi quinto año en el club y han pasado muchas cosas, pero lo que sigue intacto es el ADN de este equipo. Todo el mundo sabe lo que es el Liceo y donde debe estar. Aquí hay que luchar contra el Barça, contra los equipos portugueses y contra todo el mundo. Da igual cualquier dificultad. Aprietas el stick entre los dientes y sales a por todas. Es algo que se está viendo este año. Han venido jugadores que han entendido nuestra filosofía muy rápido. Está siendo una temporada muy divertida.



"Los chavales de A Coruña ven que hay un coruñés que ha llegado a ser el capitán del Liceo. Es una oportunidad de que vean que si trabajan y entrenan duro pueden llegar ellos también"

Dava Torres

Imagino que, como capitán, tienes una gran responsabilidad de que los nuevos entiendas cual es la mentalidad del Liceo y su historia.

Está claro que una de las obligaciones que tengo es esa. Aquí hay que salir a ganar. Da igual quien sea el rival. La afición nos va a apoyar y va a querer que lo demos todo. También hago de nexo entre la directiva, el cuerpo técnico y el primer equipo. Después en la pista soy uno más.

Como coruñés y aficionado del Liceo, ¿has asimilado ya que eres el capitán?

Es el sueño de cualquier chaval de A Coruña al que le mola el hockey. Es un orgullo. Al final, aunque tenga 24 años, llevo muchos años jugando. Llevo 10 años como profesional prácticamente. Es muy bonito ser el capitán también porque los chavales de A Coruña ven que hay un coruñés que ha llegado a ser el capitán del Liceo. Me gustaría que lo viesen como una oportunidad de que si trabajan y entrenan duro pueden llegar ellos también. Tiene que haber esa filosofía de tirar de la gente de casa.

También hay talento gallego en el banquillo, con Juan Copa, al que conocías ya de tu etapa en el Cerceda.

Sustituyó a Carlos Gil, un entrenador muy importante en la historia del club. La llegada de Copa fue muy meritoria para él. Había hecho cosas muy importantes en el Cerceda y se merecía esta oportunidad, y más siendo coruñés. Pasa lo mismo que con los jugadores que se lo curran mucho. Este es su tercer año y el proyecto va creciendo cada día. Es muy bonito ver que hay gente coruñesa en la plantilla, en el banquillo y en la directiva.

Picado

Debe ser muy difícil confeccionar cada año un equipo nuevo porque vienen equipos con grandes presupuestos y te llevan a los jugadores.

Es un reto de la directiva conseguir retener a nuestros mejores jugadores. Está claro que es muy difícil competir contra equipos como Barça, Oporto, Benfica… La directiva está trabajando para que cada vez sea menor esta diferencia. Sería muy bonito conseguir que los jugadores quieran quedarse en el Liceo cuando les llegue una oferta importante. Ese debería ser nuestro gran reto.

¿Es fácil poder vivir de esto?

No hay muchas personas que puedan, la verdad. Es un deporte amateur jugado por profesionales. La gente se lo toma como si fuesen profesionales, pero muchos no lo son. Hay jugadores que tienen la necesidad de trabajar mientras juegan en un equipo. Eso al final afecta al rendimiento de una persona. No es lo mismo entrenar por la mañana y tener la tarde para recuperarte o hacer otra sesión que trabajar. Al final sales del curro con tus problemas y tus ansiedades, como cualquier persona, y eso te afecta a la hora de jugar. No rindes al 100 %. Por eso deberíamos apostar por la profesionalización del deporte. ¿Por dónde hay que empezar? No lo sé, sinceramente. Creo que clubes y asociaciones deberían ser los encargados de darle la vuelta a esto.

Este año promete mucho el final de liga, con un playoff por el título.

Va a ser espectacular. Si nos clasificamos la gente va a poder venir a Riazor a ver unas eliminatorias por el título entre los mejores equipos. Creo que le dará más emoción al campeonato. También ha sido mala suerte que coincida con nuestro mejor año en la temporada regular.

"Hay jugadores que tienen la necesidad de trabajar mientras juegan. […] Sales del curro con tus problemas y tus ansiedades, como cualquier persona, y eso te afecta a la hora de jugar"

Dava Torres

Al margen del hockey, ¿qué otras inquietudes profesionales tienes?

Estoy terminando Marketing y haciendo un máster al mismo tiempo. Al final, la vida deportiva es muy bonita, pero hay que poner sobre una balanza también la vida laboral que tendré después. Además del hockey, en mi familia también me inculcaron valores empresariales y me gustaría seguir ese camino algún día. No hay que conformarse y en algún momento pesará más el mundo laboral que el deporte.

¿No te ves vinculado al hockey tras colgar el stick?

Queda mucho, pero nunca digas nunca. Ni siquiera he perdido tiempo en pensarlo. Tengo 24 años, aún me queda mucha carrera por delante.

¿Es el Liceo el último equipo de tu carrera?

Lo mismo que he dicho antes: nunca digas nunca. Soy capitán del equipo en el que quiero estar y me siento muy orgulloso de defender esta camiseta. Soy muy feliz aquí y este es mi equipo.