Hablar de Luis Moya es hablar de una de las leyendas vivas del mundo del motor. El gallego tuvo pasión desde niño por el automovilismo en su A Coruña natal. A finales de los años 80 llegó su gran oportunidad junto a Carlos Sainz, con el que conquistó dos Mundiales de rally para la historia.
Durante décadas, Moya se ha destacado como uno de los copilotos más reconocidos y respetados en el mundo del rally. Con su destreza en la lectura de notas, su capacidad para mantener la calma bajo presión y su determinación inflexible se convirtió en un icono de este deporte.
Hoy charlamos con esta leyenda del rally sobre sus inicios, su relación con su amigo Carlos Sainz y alguno de sus grandes recuerdos, como la vez que cruzó a nado el estrecho de Gibraltar en homenaje a su padre.
¿Cómo empezó tu relación con el automovilismo?
En Galicia y en A Coruña hay mucha tradición. Siempre la hubo. En otras zonas de España, como en Andalucía o Canarias, el clima invita más a la gente a ir de rally, pero en Galicia la gente va con lluvia. Yo siempre fui muy aficionado y recuerdo ir de jovencito en el año 72 a la subida a A Zapateira. Mi padre, que en paz descanse, era médico y amigo de Eusebio, un piloto de A Coruña. Mi padre me lo presentó y él me regaló el trofeo de aquella subida. A toda mi pandilla de amigos nos gustaba mucho el rally y lo seguíamos mucho.
¿Por qué crees que hay esa tradición en Galicia?
No sabría explicarlo, pero siempre la hubo. Había carreras alrededor del estadio de Riazor o la subida a A Zapateira. En Galicia siempre ha habido mucha tradición y afición por el rally. De hecho la sigue habiendo, ya que en los rallies del campeonato gallego hay muchos inscritos y muchos espectadores.
¿Siempre pensaste en dedicarte al mundo del automovilismo o estudiaste otra cosa?
Estudié medicina porque mi padre era médico. Yo quería ser como él, ya que era una persona muy querida en A Coruña y hay una plaza con su nombre. Luego trabajé con mi madre en un comercio que tenía, que se llamaba Moya, en la calle San Nicolás, y yo llevaba la contabilidad. También empecé a escribir en un periódico unas páginas de motor semanales.
¿Cómo surgió esa dupla legendaria con Carlos Sainz?
Antonio Boto era el copiloto de Carlos Sainz y en el año 87 lo ficharon como manager y dejó de correr con Carlos. Este me llamó a A Coruña, cuando estaba yo cenando con unos amigos en el restaurante El Sauce de la Ciudad Vieja. De aquella no había móviles y me avisó mi hermana Lucía para que llamase urgentemente a Carlos Sainz. Lo llamé y me preguntó si hablaba inglés. Yo lo hablaba porque mis padres me mandaron con 13 años a Inglaterra a aprenderlo y nunca les podré estar lo suficientemente agradecido. Yo no tenía tanta experiencia como otros copilotos, pero hablaba inglés y ellos no. Así que se decantó por mí y todo empezó en el año 88.
¿Qué crees que funcionaba tan bien entre vosotros?
Tenemos muy buena relación y una gran amistad. La tuvimos siempre. No tenemos mucho que ver, yo soy una persona habladora y él es más reservado, pero nos entendíamos porque nos gusta mucho el deporte. De hecho, fuimos los primeros en hacer preparación física para el Mundial. Nosotros llegábamos al hotel, nos poníamos unas bambas y salíamos a correr. Antes los hoteles no tenían gimnasio como ahora, así que Carlos compró una bicicleta estática y nos la llevaban para entrenar. Siempre nos preocupó la preparación física y nos entendimos muy bien. Eso creo que fue la clave de nuestro éxito.
Ahora está Carlos Sainz hijo, al que verás casi como un sobrino
Tiene muchísimo talento y además habla idiomas y es un chaval muy educado, muy buena persona como su padre. Lo tiene todo. Este año ha arrancado con muchas ganas y ha encontrado el feeling correcto con el coche. Quitando Red Bull, que destaca bastante por encima sobre los demás, hay muchísima igualdad entre los coches. No tiene trabajo para el año que viene porque Ferrari no lo ha renovado, pero seguro que encontrará algo porque hay muchos equipos que quieren tenerlo.
De la etapa con Carlos Sainz siempre se recuerda aquel "trata de arrancarlo", que será tu peor recuerdo. Ahora bien, vivisteis también grandes momentos, ¿cuál es tu mejor recuerdo?
Pues muchos, con Carlos probablemente fue la mejor época de mi vida. Ya no solo por los éxitos que conseguimos, sino por todo lo que conocí y los amigos que tengo en todo el mundo. La primera victoria en el Mundial fue algo especial, porque además aquella España no triunfaba en el mundo del deporte. No es como ahora que tenemos a Pau Gasol, Rafa Nadal, Carolina Marín, Fernando Alonso o Marc Márquez. Habíamos tenido a Manolo Santa y Severiano Ballesteros, un poco contemporáneo nuestro, y luego Manolo Orantes, que era menos mediático pero un gran tenista. Cuando nosotros ganamos el primer Mundial fue un impacto muy grande para España. Por eso tenemos tanto reconocimiento.
Has sido el copiloto más carismático de la historia y tenías muchos imitadores en los programas, ¿te tomabas con humor esas cosas?
Tengo mucho sentido sentido del humor. Decía Audrey Hepburn, ‘no tomo mi vida en serio, pero tomo lo que puedo hacer en mi vida en serio’. Yo también me lo aplico y creo que hay que reírse mucho más. Yo siempre veo de todo la parte positiva. Sí que es verdad que a la hora de trabajar me tomo las cosas con seriedad. Cuando la gente me para y me pide un autógrafo o una foto, para mí es un orgullo y sobre todo a mi edad, que la gente todavía se acuerde y me recuerde con tanto cariño. Me hace mucha ilusión.
Hablabas de tu padre, al que habías hecho un homenaje muy bonito cuando cruzaste a nado el estrecho de Gibraltar por la Cocina Económica de A Coruña
Me gusta nadar y me gusta competir. Un día se me ocurrió, ya que había fallecido mi padre. Yo entreno bastante y la gente cree que es duro físicamente, pero lo duro es mentalmente. Me acuerdo que tardé más de cinco horas y media, fueron 24 kilómetros y medio. Al día siguiente descansé y al siguiente ya estaba haciendo 45 minutos de spinning y por la tarde 2.000 metros. Me parecía un desafío importante, un reto bueno para hacer ruido por la Cocina Económica de A Coruña, por la que tengo mucho cariño. Recuerdo que José Ramón de la Morena me había ayudado mucho a hacer ruido por la noche en la radio y hubo muchos ingresos.
Eres un reconocido deportivista, ¿fue tu padre el que te el que te introdujo el germen blanquiazul?
Mi padre era muy futbolero. Fue directivo del Orzán y estuvo en el Deportivo como médico. Mi padre me decía ‘Luisiño, qué importante es el Dépor en Primera, otra alegría para la ciudad’. Tuve la suerte de hacer el saque de honor en un partido contra el Espanyol. Me hizo mucha ilusión. Tengo una parte de la casa con fotos de rallies y cosas, y allí tengo la camiseta de Mauro Silva y otra de Fran firmadas. Soy muy deportivista. Ahora llevamos buena racha y la cosa parece que pinta bien. La directiva ha tenido paciencia aguantando a Idiákez y mira lo bien que estamos ahora.
Se hablaba mucho de que al Dépor le costaba un poco por el tema de la presión ¿Cómo lidia con ello un deportista?
A mí me gusta la presión. Yo entiendo que lo complicado que tiene el Deportivo es que los demás equipos, con todo el respeto, lo ven como un club histórico, vienen a jugar a Riazor y dan un poquito más. Vienes a jugar aquí con más de 20.000 espectadores y es una motivación tremenda para el rival. Lo bueno es que están saliendo chicos muy buenos de la cantera y está Lucas Pérez, un hombre con mucho peso.
¿Con qué proyectos estás actualmente y qué ideas tienes de futuro?
Pues seguir haciendo lo que ahora porque estoy feliz, tengo mucho tiempo libre y tiempo para entrenar. Soy embajador de Volkswagen, llevo desde 2012 y estoy encantado porque damos cursos de formación de seguridad vial y enseñamos también el producto de nuestra marca. Doy conferencias y charlas de seguridad vial y también soy imagen de Abanca, en la parte de seguros. Me ha hecho ilusión porque es una empresa internacional con sede en A Coruña.
¿Te volveremos a ver en una carrera con con Carlos?
Me encantaría hacer una carrera con Carlos y a él también le apetece. Siempre me dice, "Luis, tenemos que hacer una carrera juntos". Y le digo, "Carlos, cuando quieras, ya lo sabes, me llamas y yo físicamente estoy bien y estoy dispuesto a subirme". Seguro que algún día haremos algún rally de clásicos o alguna cosa. Él sabe que yo estoy siempre dispuesto.