Santiago y Lugo están separadas por 103 kilómetros a través de la N-547, carretera que prácticamente en línea recta cruza los núcleos coruñeses de Arzúa y Melide y los lucenses de Palas de Rei y Guntín. La hora y media aproximada que lleva conectar las dos ciudades se debe a la capacidad de circulación que absorbe el vial, con vehículos pesados de carga en algunos tramos.
La solución para acortar tiempos y agilizar el tráfico, la autovía A-54, está aún lejos de su culminación y el Estado, que inició la obra en 1996, ha tenido que pedir disculpas y admitir que los trabajos para finalizar los últimos tramos "se han alargado demasiado tiempo".
Los ayuntamientos con más población que aún esperan por la conclusión de esta infraestructura son cautos con los plazos ahora señalados y no están convencidos de que se pueda descongestionar plenamente la circulación hasta que acaben todos los trabajos en el vial. El nuevo horizonte temporal apunta a finales de 2025, como indicó en junio pasado el secretario de Estado de Transportes y Movilidad Urbana, José Antonio Santano, en una visita a las obras de construcción del viaducto de Pambre.
¿Qué falta? Acabar primero el tramo de 11,6 kilómetros que une Palas y Melide, previsto para finales de este año; y rematar después los 16,3 kilómetros entre Melide y Arzúa, donde las obras avanzan más despacio pero mantienen en el Estado la esperanza de que finalicen en los últimos meses del próximo año.
"Debemos agradecer la paciencia de los vecinos porque es verdad que esta es una obra que se ha alargado durante demasiado tiempo y tenemos que pedir disculpas. La buena noticia es que esto se acaba ya y a finales del 2025 estará terminada", dijo el secretario de Estado de Transportes hace cuatro meses.
Hablan los concellos
Entre Palas de Rei y Arzúa está Melide. Allí, en su rotonda central casi en pleno centro de Galicia, confluyen a diario vehículos de todo tipo procedentes de Lalín por el sur, A Coruña por el norte, Santiago por el oeste y Lugo por el este. El alcalde, José Manuel Pérez (Adiante Melide), admite que tiene "fe" en que se cumplan los últimos plazos anunciados, aunque cree que los flujos de tráfico seguirán causando problemas en la capital municipal a la espera del tramo final entre Melide y Arzúa.
"Siempre propusimos abrir a la vez los dos tramos que faltan. Sin la parte Arzúa-Melide, creemos que se va a acumular mucho tráfico en la ronda de Pontevedra porque por ahí vienen muchos vehículos de esa provincia y hay una nave de hormigón, de almacenado, un colegio, un centro de salud, un tanatorio y dos supermercados. La rotonda de Melide no está adaptada para tanto tráfico, siempre tienen problemas los camiones y vehículos articulados", explica el alcalde.
En Arzúa, que aguarda por el último tramo que terminará las obras, desde Melide, el alcalde, Xesús Carril (BNG), cuenta que las obras "van a buen ritmo", aunque prefiere no fiarse "al 100%" de los últimos plazos comunicados porque los anteriores "han cambiado". "Desde hace mucho tiempo es necesario sacar el tráfico pesado del centro de Arzúa, se producen retenciones y no es bueno para la seguridad", opina. Cree que "mejorará mucho" la circulación en el núcleo urbano, por el que pasan camiones procedentes de Lugo o Santiago.
La Xunta se hace eco de las molestias de los concellos que han demandado celeridad en los trabajos, que comparte. "Demandamos de forma reiterada al Gobierno un mayor compromiso en el impulso a las obras de la autovía A-54. Esperamos que estos plazos sean los definitivos, pues el actual Ejecutivo se comprometió a acabarla el pasado Xacobeo, hubo doble Xacobeo, y no se ha acabado. Queremos confiar en que Transportes agilice con determinación las obras de esta infraestructura estratégica que refuerce la seguridad viaria y la competitividad económica", apuntan fuentes de la Consellería de Infraestruturas.
La A-54 en 50 minutos
La carretera de pago que conecta el norte con el sur de Galicia por el eje atlántico es la AP-9, cuya titularidad reclama desde hace años la comunidad, no sin diferencias y enfrentamientos entre los partidos políticos. La conexión perpendicular entre las ciudades de Santiago y Lugo se diseñó a través de la A-54, cuando ya en 1992 se proyectó el enlace por autovía entre Compostela y el aeropuerto santiagués de Lavacolla. Hasta 1999 no se empezó a circular en este tramo, que por medio del Plan Galicia del Partido Popular, tendría continuidad hasta Lugo. Un total de 92 kilómetros entre las dos urbes.
Como suele ocurrir con las grandes infraestructuras, las previsiones iniciales fallaron y los plazos se dilataron. Han pasado 14 años desde la primera fecha que se apuntó para su conclusión, 2010, y aún faltan dos tramos por finalizar. Calculan los técnicos y anuncian los políticos que cuando la autovía esté completa la velocidad máxima de 120 kilómetros por hora permitirá llegar de una ciudad a otra en 50 minutos.