El escaparate llama la atención a los paseantes que transitan por el pasadizo de la plaza de San Andrés: una maleta abierta de principios de siglo XX con la que emigró a Veracruz y recorrió medio mundo la bisabuela del Villar que abrió esta innovadora droguería con toque "vintage".
El nuevo negocio lleva su apellido centenario en el mundo de la botica en A Coruña y la maleta representa la unión del pasado con el futuro: está repleta de artículos que podríamos haber sacado del baño de nuestros abuelos pero que son la última tendencia en consumo responsable y sostenible.
Abrió el pasado mes de octubre mezclando lo más clásico con lo más rompedor. No se sabe muy bien al ver su escaparate si uno está viajando en el tiempo hacia la época en la que reinaban las pastillas de jabón y las brochas de afeitar, o más bien se adentra en un futuro en el que seamos más responsables con nuestras compras y prefiramos los materiales ecológicos en vez del usar y tirar.
Almudena Sarrión y Juan Carlos Sánchez atendienden cotidianamente la tienda en la que podemos encontrar una gran estantería de cosmética ecológica, otro área de graneles líquidos, área de afeitado y cuidado de la barba y hasta bolsas de la basura que no son de plástico; productos que forman parte de las curiosidades que se exponen en este nuevo concepto de droguería en el centro de A Coruña.
Menos trastienda, más escaparate
Una reformulación conceptual que se ve por fuera y por dentro. Quisieron dejar atrás el concepto de droguería antigua que alberga tarros de litros y litros de productos que permanecieron allí por años. Juan Carlos Sánchez recuerda cuando aparecieron registros de venta de estupefacientes datados de 1910 al limpiar algunos estantes. Al hacer público el descubrimiento Juan Carlos recibió, desconcertado, la llamada de un joven que preguntaba si sería posible que le ayudaran a iniciarse en las drogas; "tuve que explicarle que las drogas que no eran legales".
Es por eso que lo que no se ve, también es rompedor: menos trastienda y más poder tocar los productos. Detrás del local ahora se esconden apenas las recetas del pasado. "La gente venía a pedirnos soluciones a sus problemas, más que productos, queremos volver un poco a la tradición pero que sean las personas las que puedan ver todos los productos, y preguntarnos si necesitan recomendaciones", nos dice Juan Carlos.
Lo cierto es que el espacio es diáfano y todo está expuesto en estanterías de madera al alcance de la mano. Hay productos fascinantes: pasta de dientes y colutorios en pequeñas pastillas que hacen espuma, esponjas hechas de una particular especie de calabacín, nueces de lavado que tienen saponina y sustituyen al detergente…. Y como no han inventado aún el suavizante ecológico, lo que ofrece la Droguería Villar es un aceite esencial que se echa en el compartimento al efecto en la lavadora.
Buena acogida y nuevos "adeptos"
"Lo que nos dicen los clientes es que por fin han encontrado un sitio donde comprar todo, antes tenían que ir a varios lugares para encontrar productos ecológicos, y también pedir cosas por internet", cuentan. Confiesan que para disponer de tan amplio repertorio tienen una treintena de proveedores para tener una amplia gama de referencias y que la mayoría de los clientes se van directos al área de cosmética.
Dicen que el producto estrella, con diferencia, son los champús sólidos. "Cada persona que lo prueba, lo recomienda, y así va creciendo la demanda de exponencialemente". En general, su público es joven: un perfil de treintañero concienciado con la importancia de cuidar el medio ambiente, y algo más de chicas que chicos. Aseguran que están encantados con la retroalimentación que le dan los clientes sobre cómo les funcionan los productos, algo que sirve para ir mejorando y ver cómo ampliar el negocio.
En el otro área de la droguería están los productos de limpieza. Una de las cosas que más llama la atención son los grandes envases de cristal en los que se almacenan monodosis de diferentes productos de limpieza: para fregar el suelo, para limpiar los cristales. "Se disuelven en agua en tarros reutilizables y no están envasados en plástico aunque lo parezca: es un material biodegradable".
Hay también graneles líquidos o jabón de Marsella en escamas. Se parece bastante a los lugares donde compraban nuestras abuelas y si hay que sopesar los pros y contras de esta droguería vintage Juan Carlos no duda: "Puede ser un poco más caro, pero rinde mucho más, y además es ecológico". Una droguería diferente, que además triunfa en las redes sociales, sumando cerca de 5.000 seguidores en Instagram.