Diseño, calidad, sostenibilidad e innovación son cuatro de los pilares que sustentan el taller de Frouma Atlantic Wood, dedicado a la fabricación de muebles de esencia atlántica y con base en el municipio de Ribeira (A Coruña). En esta empresa de reciente creación, la principal singularidad reside en que todas sus piezas nacen en el mar, dado que obtienen la materia prima para la producción a medida de la madera procedente de las bateas de las rías gallegas.
Detrás de este ambicioso proyecto se encuentra Fran Millán, vinculado al mundo de la carpintería desde la infancia, su vocación le llevó a viajar por todo el mundo de la mano de una importante empresa de ebanistería y el sector contract. "Tenía claro que quería hacer algo diferente y que el centro del modelo fuese Galicia", reconoce. Así, dos años atrás empezó a trabajar en una idea que hace sólo unos meses pudo convertirse en realidad. Con unas nuevas instalaciones, prototipos y web, Frouma empieza ahora a hacerse un hueco en el mundo del mobiliario de diseño, apostando por la fusión de las facetas más artesanales y tecnológicas del sector para crear piezas únicas y repletas de historia.
Esencia gallega y filosofía sostenible
Los orígenes de Frouma están en Galicia, en su tierra y en su mar. De ahí, que esta empresa ribeirense haya apostado por un modelo de negocio sostenible que va más allá del rendimiento económico. "Quería transmitir una serie de valores y escapar un poco de esta vorágine de consumo actual que tenemos", comenta Millán. "Valores de sostenibilidad, comercio justo, ética… son cosas que me parecen muy importantes", añade como ejemplos. Una filosofía que mantienen en cada paso del proceso de producción artesanal: reciclando y reutilizando materiales ya existentes; o utilizando "aceites naturales completamente libres de compuestos orgánicos volátiles que no alteran ni el tacto ni la textura", entre otras cosas.
En ese sentido, la apuesta por la economía circular de Frouma Atlantic Wood permite crear piezas de diseño únicos y dar una segunda vida a las estructuras flotantes para el cultivo de mejillón que se extienden por todas las rías gallegas. Tal y como relata Fran Millán, cada batea tiene una media de vida útil de unos 25 años en el mar ―algunas de ellas incluso llegan a alcanzar los 30 años―, que pueden variar en función de la zona y ría en la que se encuentren. "Lo que conseguimos con esto es no tener que talar madera para producir mobiliario (…) convertimos las bateas en tesoros atemporales", asegura.
La madera de batea es la principal materia prima del taller de Frouma y su factor más diferencial, aunque no se trata de la única. "En alguna pieza que estoy diseñando estoy intentando combinar madera de castaño autóctono con madera de batea", reconoce su fundador, que explica al mismo tiempo que no ve la necesidad de introducir leños de importación ya que Galicia tiene un sector forestal bastante importante. De hecho, de cara a un futuro próximo, la empresa ya se encuentra en contacto con varias comunidades de montes para plantar un árbol por cada venta de Frouma. "Así cerramos el círculo", dice Fran.
Las colecciones y trabajos de Frouma
Frouma Atlantic Wood combina a la perfección el diseño, artesanía, sostenibilidad e innovación para alcanzar las "formas más puras y naturales del mar y de la madera". Actualmente, desde la empresa trabajan en dos líneas diferenciadas, designadas en su página web como "colección y profesionales". La primera parte del negocio la conforman los prototipos y diseños propios de Frouma, que a día de hoy incluyen desde mesas y librerías, a mobiliario auxilar o cabeceros de cama, entre otros. "Después, la otra parte es más be to be, trabajando mano a mano con estudios de interiorismo o arquitectura", aclara Millán. En este caso, referido a proyectos más personalizados y con piezas a demanda.
El proceso de producción de estas piezas de mublería atlántica puede abarcar varios meses. Esta demora se debe a uno de los primeros pasos a tener en cuanto con la madera de batea: el secado. Una vez seleccionadas las piezas, estas se trasladan al taller para ser sometidas a un arduo procedimiento artesanal de limpieza. "Hacemos una limpieza manual y seleccionamos e identificamos cada una con tarjetas para saber la procedencia, el año de retirada e instalación…" relata el CEO. "Después las dejamos unos 4 o 6 meses de secado", agrega.
A partir de esta fase, dependiendo del tipo de mobiliario, desde el taller seleccionan unas tablas u otras y da comienzo la parte más tradicional de la carpintería. "Son piezas únicas, muy exclusivas y con mucha historia detrás. Cada madera es completamente distinta a la otra y se consiguen unos acabados muy naturales", dice Millán. Además de la particularidad de las materias primas, desde el taller gallego están apostando por introducir la tecnología en el mobiliario que así lo permita, como cargadores sin contacto o interruptores de encendido a través de asistentes digitales. "Esta parte de innovación es otro valor añadido", asegura Fran.
De todas formas, según reconoce Fran Millán, todos los diseños de la colección se pueden personalizar en cuanto a medidas y acabados si el cliente así lo requiere. Así mismo, desde un primer momento el objetivo de la empresa es abarcar cualquier punto de envío alrededor del mundo: "podemos enviar cualquier mueble por lo menos a Europa. Después otras partes del mundo es cuestión de valorarlo con cada cliente". Por lo general las piezas más pequeñas suelen ir armadas, mientras las más voluminosas se remiten por partes para un montaje sencillo. Y ya de cara al posterior mantenimiento, según nos informan desde Frouma, será más que suficiente utilizar un paño humedecido con agua y jabón para la limpieza regular. A largo plazo, su fundador reconoce que están elaborando ya "unos kits pensados para retocar pequeñas imperfecciones".