Una granja ecológica y sostenible en la que hay espacio para un huerto en el que crecen productos saludables y el compostaje reina y se extiende más allá de sus lindes. Así es Millo e Landras, una propuesta con sede en Vilasantar (A Coruña) que ha apostado por la diversificación desde el respeto por el medio ambiente, convirtiéndose en una despensa en la que el sabor y la calidad van de la mano.
La madrileña Marta García y el coruñés Víctor Boga llevan desde 2008 con este proyecto de agroecología orientado a la venta directa de sus productos a particulares y a la cooperativa Zocamiñoca. Esto los obliga a producir de forma diversificada: comercializan productos de la huerta, pero también harina de trigo, quesos, yogures griegos, leche, carne de pollo, huevos, mermeladas o zumos, entre otros.
El contacto directo con los clientes hace posible que tengan además un sistema de envases retornables, de forma que evitan el desperdicio innecesario incluso de las gomas que atan los grelos. Estos emprendedores envían cada domingo un WhatsApp a sus clientes con los artículos disponibles y, tras recibir los pedidos, los reparten los miércoles en un vehículo eléctrico.
Un suelo cada vez menos fértil
"Hai anos traballabamos a terra con arado, fresadoras e maquinaria agresiva para a terra, pero dende hai cinco anos temos a sensación de que cando pasamos as máquinas, estamos destruindo ese ecosistema onde está a microbioloxía que fai que as plantas teñan os nutrintes máis accesibles", explica Víctor Boga, que señala que en ese momento comenzaron a buscar herramientas que les permitiesen mantener la estructura del suelo.
Millo e Landras consiguió de esta forma encontrar un método más respetuoso con la tierra y por ejemplo, ya no sachan el terreno para retirar las malas hierbas, sino que las ahogan con acolchados vegetales. "Ao mesmo tempo protexemos a terra da radiación solar, é máis difícil que se evapore a auga. Creamos un ecosistema máis saudable, estamos rexenerando o solo, cada vez ten mellor calidade", indica Víctor Boga.
Una forma de trabajar que es, ni más ni menos, la realizada hace años por los agricultores de la zona. La marca coruñesa, sin embargo, ha pasado de anciñar manualmente a emplear herramientas que le permite hacer la misma labor de forma más cómoda, como si de un cortacésped gigante se tratase. La materia orgánica es recogida para crear compost de calidad para "alimentar" el suelo y sus plantas.
"Enterámonos de que a Unión Europea sacou unha liña de investigación para mellorar a saúde do solo, porque cada vez temos menos solos fértiles. Comezamos a búsqueda de como conseguir máis materia orgánica e fertilizantes de calidade a escala local", explica el impulsor del proyecto. Un cambio en la ley de la recogida de los restos orgánicos de las viviendas les dio la solución.
Los ayuntamientos deben recoger de forma separada los biorresiduos. Víctor Boga y Marta García pensaron que sería buena idea exportar el agrocompostaje que se practica en Austria y Alemania, por lo que hablaron con el Concello de Vilasantar y son ellos los que ahora se encargan de gestionar los biorresiduos de los locales de hostelería, supermercados y otros negocios, recogiendo unas seis toneladas mensuales.
Estos emprendedores, además, pidieron una subvención al Grupo de Desenvolvemento Rural Ulla-Tambre-Mandeo para crear un punto verde, al que cualquier vecinos puede llevar las podas y hojas recogidas, así como una biotrituradora portátil. Esto permite a los residentes en Vilasantar solicitar la máquina para poder triturar en casa los restos, evitando de esta forma quemarlos y facilitando su transporte.
Este trabajo va en línea con la frase que inspira el proyecto, "no envíes al cielo lo que necesita el suelo", y le ha valido a Marta García y Víctor Boga ser seleccionados como finalistas en los premios "Europa se siente cercana" en la categoría Europa Se Siente Verde. Ambos viajarán el 21 de junio a Cádiz para defender su proyecto del punto verde, llamado Xestión local de materia orgánica en Vilasantar.
El aprovechamiento de los alimentos
Todo esto está directamente vinculado con la calidad de los alimentos y la gran cantidad de productos que se tiran a diario. Víctor Boga hace referencia a esa fruta "fea" o a los cruasanes que quedan de un día para otro: alimentos que, si tenemos en casa, aprovechamos al máximo, pero que en ocasiones no llegan a ser vendidos por diferentes razones a pesar de ser aptos para el consumo humano.
"No 2021 déronnos un premio como o concello máis comprometido na loita contra o desperdicio alimentario", indica el promotor de la iniciativa. En ese momento, se dio a conocer la ley de prevención del desperdicio alimentario que afecta a toda la cadena. "Eu como agricultor, se me sobran repolos válidos para consumo humano, non podo poñelos a compostar nin darllos aos animais, teño que buscar a forma de que os consuman as persoas", ejemplifica Boga.
La jerarquía de prioridades establece el consumo humano como la más importante, seguida por la transformación para consumo humano y el consumo animal, siendo el compostaje el último eslabón. En este sentido, y de la mano de Agaca, Millo e Landras trabaja en la creación de un obrador multifuncional de uso compartido que permitirá aprovechar al máximo los productos.
"Queremos que todo este desperdicio alimentario que se recolle a primeira hora da mañá se clasifique nun sitio onde se diga: esto vai para Banco de Alimentos ou para transformación, e o que non, vai para un gandeiro para consumo animal ou directamente para compostaxe", explica Boga sobre su propuesta, que pretenden implantar en Vilasantar (donde además reciben voluntarios de todo el mundo) y de la que están estudiando los aspectos legales.
Este modelo permitiría transformar los productos en el obrador multifuncional, que dispondría de autorización sanitaria pero no registro sanitario, para venderlos a un comedor público o una tienda local, siempre en un área próxima. El criterio es respetar la venta directa o que exista un solo intermediario, lo que permitiría a pequeños agricultores transformar sus excedentes o donarlos al Banco de Alimentos.
Víctor Boga considera que este tipo de infraestructuras ayudarían a repoblar el rural, con gente que quiere no solo vivir en él, sino vivir de él. Todas las propuestas de este proyecto van en línea con el saber hacer de los más mayores, que siempre han aprovechado los recursos y han trabajado la tierra y con los animales de forma respetuosa.
Precisamente, Millo y Landras trabaja en su difusión a través del proyecto Soil Biodiversity 4 Ecosystem Services, (SOB4ES), financiado con fondos europeos (Horizonte Europa), liderado por Universidade de Vigo y en el que participan 18 países de todo Europa. Una iniciativa que también analiza los suelos para conocer su biodiversidad y cómo determinadas prácticas agroecológicas "fan que haxa máis vida no solo", según explica el responsable de la granja.