Susana Iriso Rodríguez se ha levantado muy feliz de la cama esta mañana. Pero también con algo de pena. Hoy ha acudido, como cada día, a trabajar a la tienda La Zapatillera de la calle San Andrés de A Coruña, donde todos sus productos son zapatillas para el hogar de señora, caballero y niño. Mañana vivirá su primer día de jubilada después de 51 años como dependienta en tres comercios de calzado, todos en la misma calle de la ciudad.
Reno, Zorco y La Zapatillera. La vida laboral de Susana Iriso se resume en estos tres negocios, donde por sus manos han pasado los pies de miles de coruñeses. Dice que solo con ver los pies de una persona sabe qué tipo de calzado le conviene, y que solo fijándose en cómo un hombre o una mujer cruzan la entrada sabrá si van a comprar algo o no. "Eso es la experiencia, que es un grado, y es buena verdad".
Nacida en Buenos Aires, de madre coruñesa y con familia de raíces vascas, Susana Iriso era una niña cuando aterrizó en A Coruña en 1972. "Tenía ya muy claro que lo mío no eran las clases ni los libros, quería trabajar". Y empezó como aprendiz en Calzados Reno, tienda histórica que aún sigue en pie en San Andrés y acaba de cambiar de dueños. Tenía 14 años, edad a la que entonces los jóvenes podían comenzar a trabajar.
Solo dos años después, el encargado de Reno abrió Zorco en el número 124, "el 9 del 9 del 74" y se llevó a Susana con él . La empresa Establecimientos Comerciales, con tiendas en A Coruña, Santiago, Lugo y Vigo, adquirió el negocio en 1997 y lo mantuvo hasta su cierre, momento que supuso el cambio de Iriso a otro establecimiento de la misma compañía, La Zapatillera, que había abierto en 2010.
"Me gusta hablar, me gusta la gente, me gusta mi trabajo. Es lo mío", admite con rotundidad. "Han pasado generaciones de familias por mis manos", ríe, "niños que venían en carrito con sus madres se convirtieron después en padres". No han sido los únicos cambios que ha vivido Susana Iriso. "Ha mejorado la fabricación de calzado, antes se trabajaba mucho la polipiel, la calidad ha mejorado, y en La Zapatillera la relación calidad-precio está muy bien", repasa.
San Andrés tampoco es la misma calle que cuando esta mujer a punto de jubilarse la pisó por primera vez: "Había muchísimas tiendas abiertas y nos conocíamos todas, había mucho unión. Pero fueron cerrando muchas y en realidad quedamos pocas. No es lo mismo ahora, para nada".
Cómo ser una buena dependienta
"El trato" y "la paciencia", serían las claves de su trabajo, de ser una buena dependienta. "Si tratas bien a una persona, siempre vuelve", asegura esta mujer "habladora" y "cercana" que durante 51 años ha estado trabajando en tres comercios similares de la misma calle, salvo en los 18 meses que pasó alejada del mostrador para superar un cáncer que le hizo perder más de 40 kilos.
Emma y Alba han abrazado a Susana esta mañana a las 10:00. Una lleva en La Zapatillera desde que abrió, otra solo dos semanas, aunque trae experiencia de Reno. "Parece mentira que hoy sea mi último día", confiesa. Pues lo va a ser. Habrá otro abrazo, y lágrimas. Y la vida sigue en la jubilación.