José Aquilino Eiriz Losada (1928) es uno de los artistas más polifacéticos de Ferrol. Antiguo alumno de la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad departamental, don Aquilino estableció desde muy joven su primer contacto con el arte, un mundo en el que pronto encontraría su verdadera pasión. Tras iniciarse con los clásicos lápices conté, su primera novia (que más tarde se convirtió en su mujer) le regaló un estuche de la pintura con la que el joven Eiriz interpretaría el mundo durante toda su vida: la acuarela.
Reconocimiento de norte a sur
Sin dejar de crear siempre a prueba y error mediante esta técnica de pintura diluida en agua, el artista logró hacerse un hueco en el pequeño olimpo de los pintores ferrolanos de la época, donde destacan Corral, Vilela, Iglesias, Collado o Segura, entre otros. No obstante, desde los floridos 27 años con los que marchó a Puerto Real (Cádiz) hasta los 83 con los que retornó a Ferrol, transcurrieron más de cinco décadas y un lustro de continua actividad profesional y creativa que sirvieron para labrar fuera de casa su reconocido nombre. Hoy en día, además de ser miembro honorífico de la Sociedad Artística Ferrolana (SAF), tiene dedicada una avenida de la localidad gaditana en la que pasó más de la mitad de su vida.
Allí, el artista se desempeñó en la factoría de Matagorda como fotógrafo oficial de los astilleros de Puerto Real, trabajo del que vivió pero que supo compaginar con la pintura. Mientras aprendía fotografía y revelado de su mentor Francisco Trujillo, no cesó en su afición de pintar calles, paisajes y otros rincones típicos de la también villa naval. Es por ello que su avenida recibe el nombre de "Pintor Eiriz", destacando su talento con el pincel por encima de sus otras facetas artísticas.
Acuarela en vena
Ya en los años 50, al poco tiempo de asentarse en el sur de España, el acuarelista se hizo con el primer premio provincial de Cádiz en la categoría de pintura, en donde su obra compitió no solo con otras acuarelas sino también con todas las demás técnicas de la disciplina. "La pintura es la sustancia y esencia de mi vida", sentencia un Eiriz sin grandes referentes ni estilos a los que atenerse: "Me gusta Van Gogh pero no soy impresionista ni expresionista aunque se puedan apreciar ligeras notas en mi obra. Tengo algunos rasgos realistas pero tampoco me considero como tal. Simplemente no me someto a estilismos, hago lo que me sale y por eso mi estilo es propio, personal… No copio a nadie y tampoco me inspiro en terceros".
Una relación intensa
A pesar de que para Eiriz la pintura es el sentido de la vida, confiesa que nunca queda completamente satisfecho con el resultado: "Encuentro en la pintura un desafío, un reto. La amo, la quiero e incluso la llego a despreciar cuando me peleo con ella". Con todo, el autor apoya su necesidad de pintar en que "hay motivos de pintura en todas partes, no paro de ver un posible cuadro en cada escena que veo" y pone en valor la emoción del encuentro ante el lienzo previo al proceso creativo: "No sé lo que me va a salir, el primero en sorprenderse soy yo".
Un artista imparable
A la obra colorista que el pintor no comercializa hay que añadir una faceta literaria materializada en el libro Poemas de amor: rutas del olvido, que el artista dedicó en su día a su mujer. Pero a día de hoy, lo que le sigue preocupando a Aquilino es la pintura: "A estas alturas sigo progresando e intentando probar cosas nuevas cada día, aunque ahora generalmente utilizo acrílicos que me facilitan bastante la labor". Asimismo, manifiesta su deseo de que en un futuro que ya no ve tan lejano, sus pinturas acaben decorando los interiores de diferentes espacios e instituciones públicas de su querido Puerto Real.