Uno de los accésit de los Premios AJE Emprende 2024, Innovación Nordés Club Empresarial, ha apuntado al ámbito de las joyas para reconocer la simbiosis entre la tradición y la innovación que aplican Carla Barral y Javier González en sus diseños. Son los responsables de la marca Rígido, firma creada en 2020 que en sus cuatro años largos de trayectoria ha ido ganando clientes con una propuesta "artística" para "todos los públicos y edades".
La Asociación de Jóvenes Empresarios se ha fijado en emprendedores noveles innovando en un sector no tan joven, sino tradicional, como la joyería. ¿Qué diría que ha valorado AJE de su proyecto?
Creo que el trabajo y el esfuerzo por emprender. Porque siempre es difícil hacerlo siendo joven, aunque ya hayas cumplido 30 años, tiene hándicaps. Que se apreciase un proyecto como el nuestro nos parece increíble.
En estos casi cinco años, ¿cómo ha crecido Rígido?
Empezamos con un proyecto artístico a partir de nuestras inquietudes estéticas, visuales, de comunicación y márketing: Rígido. Vamos a hacer un estudio de joyería. Vimos que un proyecto artístico no se sustenta solo así, tiene que obtener ganancias. A los dos años nos dimos cuenta de que teníamos que ganar dinero con un proyecto que nos gustaba, por lo que empezó a ser más una empresa que nos ayudó a enfocar la marca.
¿Hubo que cambiar la producción?
Al principio hacía yo todas las piezas a mano en nuestro taller, pero tuvimos que empezar a trabajar con estudios artesanos de la zona de Bergondo y Santiago, tres en la actualidad. Yo hago los diseños y prototipos y los estudios los funden y elaboran la demanda de productos.
Nos cambió mucho el primer pedido de Zalando que tuvimos, más de 400 piezas, que se juntaron a los pedidos por web y de otras empresas. En ese momento vimos que necesitábamos cambiar el método de producción. Ampliamos el equipo, pero dentro de unos valores que son la artesanía y la producción local, en parte para defender la tradición orfebre que ha tenido Bergondo, que ha perdido talleres por falta de relevo generacional.
¿Por dónde ha llegado la demanda?
Empezamos con comercio B2C [ventas directamente entre la empresa y el consumidor final] e intentamos expandirnos al B2B [transacciones entre empresas], pero nuestro canal de venta sigue siendo hacia el cliente final, todo a través de la web, por donde estamos creciendo en España y otros países, por ejemplo hace poco con una colaboración con Rels B que nos permitió meternos con una colección en el mercado mexicano. Estamos vendiendo en Europa y Estados Unidos, nuestros principales canales.
¿Qué destacan vuestros clientes de vuestras piezas?
El diseño, la imagen de marca o comunicación que proyectamos, que es una joyería no rígida ni encorsetada, no solo para mujeres. Nuestra joyería es unisex, orgánica y diferente a la joyería tradicional: somos tradicionales en el sentido de cómo hacemos las piezas, algo que se valora, pero innovamos en el diseño para llegar al público.
"Puede que por nuestra imagen las joyas se orienten más a un público joven y digital, pero son piezas versátiles que puede llevar cualquier persona. No tienen género ni edad"
Hay joyeros con mucha tradición que dicen que cada vez se compran menos joyas. ¿Lo advierten ustedes que son diseñadores jóvenes?
Hemos visto una progresión. Puede que por nuestra imagen de marca orientada a un canal más joven y digital nos compre piezas la gente joven de estilos nuevos, pero son piezas versátiles que puede llevar cualquier persona. Y de hecho tenemos clientes de todas las edades. Son piezas sin género y sin edad.
¿Qué lecciones saca de estos años de emprendimiento exitoso?
Lo primero es que nada es tan bonito como te lo pintan. Hace falta que te guste mucho el proyecto en el que estás para dedicarle todo el tiempo que necesita. Es como un hijo más que es tu vida, con inversión de tiempo y dinero. Necesitas saber qué es lo que te gusta y apasiona y hacia dónde lo enfocas. Y tener mucha paciencia y perseverancia porque las cosas no salen de un día para otro.