El verano está a punto de comenzar y las horas de luz permiten disfrutar de días más largos para tomar el sol en la playa o para tomar un café en una terraza con vistas al mar, si bien la fuerte luminosidad puede suponer un peligro en la carretera. Los deslumbramientos suponen la pérdida momentánea de la visión y pueden ocurrir en cualquier momento del día, pero son más frecuentes al amanecer y al atardecer.

De hecho, el 5% de los accidentes de tráfico en España suceden por deslumbramientos en las horas crepusculares (amanecer o atardecer), según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT). ¿Cómo evitar deslumbramientos al volante? Usar gafas de sol podría ayudar a reducir el riesgo de sufrir ceguera temporal, además de disminuir la fatiga visual.

Sin embargo, no sirve cualquier modelo, como las gafas de sol fotocromáticas -aquellas que cambian de color y de transmitancia cuando se exponen a la luz-, ya que con altas temperaturas no se activan y el tiempo de desactivación ronda entre los 3 y 5 minutos. Tráfico tampoco recomienda las de filtro de categoría 4, puesto que, al entrar en un túnel, "reducen tanto el paso de la luz que es como conducir a ciegas".

Gafas polarizadas y con cristales de color azulado

¿Cuáles son las gafas más adecuadas para conducir? La Dirección General de Tráfico recomienda usar gafas de sol polarizadas y con cristales de color azulado, si bien los consejos también pasan por mantener la trayectoria del vehículo y disminuir a la marcha en caso de deslumbramiento. "No se debe dar nunca un frenazo de golpe y si conducimos con el sol de frente, es recomendable para y esperar cinco minutos a que el sol cambie de dirección".

También es importante mantener limpios los cristales delanteros del coche, ya que la suciedad aumenta el riesgo de deslumbramiento y reduce el campo de visión, mientras que el parasol, "que debe ser siempre extensible y abatible", solo debe usarse en momentos puntuales de gran deslumbramiento, porque también reduce el campo de visión.

"Conducir con el sol de frente es igual de peligroso que hacerlo con lluvia o con niebla, porque pierdes la visión de lo que tienes delante y esto amplia el riesgo de tener un accidente", explica el que fuera presidente de la Asociación Española de Formadores de de Seguridad Vial (Formaster), Anselmo Murano.

Otras situaciones de deslumbramiento

Sin embargo, en condiciones de baja iluminación también aumenta la probabilidad de deslumbramiento. Tráfico apunta que la luz directa e inesperada de otro vehículo, en un cambio de rasante, una curva o giro, nos puede cegar. "En estas situaciones, evite mirar directamente a la fuente de luz y utilice la línea del borde derecho de la calzada como guía", aconseja.

También hay que tener cuidado con los deslumbramientos indirectos, como "el reflejo de la luz en las fachadas de edificios o en las lunas de otros vehículos", ya que pueden provocar una ceguera súbita e inesperada, y por la noche es muy importante estar atento al cambio de luces de largo alcance por las cortas si nos encontramos con un coche de frente.

"Si esto ocurre en curva, el conductor que circula por el interior debe ser el primero en realizar el cambio de luces para no deslumbrar. Igualmente, tenga precaución de no deslumbrar a los peatones si estos circulan por el arcén", indica la Dirección General de Tráfico.

En último lugar, los espejos retrovisores también pueden deslumbrarnos cuando reflejan la luz que llega desde atrás, bien del sol o de otros vehículo que tienen los faros mal regulados. "Los espejos pueden incluso multiplicar el deslumbramiento de reflejos procedentes de diferentes puntos".