El 10 de marzo es una fecha importante en el calendario ferrolano. No solo por la huelga comarcal convocada por CC.OO., UGT y CIG debido a la crisis del sector industrial. Cada 10M se celebra el Día de la Clase Obrera Gallega en memoria de los dos trabajadores asesinados por la policía durante las protestas de 1972. A las muertes de Amador Rey y Daniel Niebla se unieron decenas de heridos de bala que nunca pudieron ser contabilizados.
Era también 10 de marzo y había también una huelga en la ciudad. Entre 4.000 y 6.000 empleados del astillero (las cifras varían según el infome) habían comenzado un paro indefinido el día anterior tras el despido de seis de sus compañeros. ¿La razón? Las protestas y asambleas contra un convenio laboral aprobado en Madrid que no incluía las demandas de los trabajadores de Bazán (actual Navantia Ferrol).
El despido de seis miembros del comité de empresa el día 9 de marzo desencadenó la huelga. Uno de ellos fue incluso agredido por los vigilantes del astillero tras negarse a firmar la suspensión de empleo y sueldo. Los trabajadores se encerraron entonces en la factoría para pedir la readmisión de sus compañeros. Esa misma tarde la Policía Armada entró en Bazán por primera vez en la historia y cargó contra los obreros dejando un resultado de seis hospitalizados.
Todo ello fue recogido por la historiadora Rosa Cal en el libro Informes diversos de los sucesos de Ferrol: 10 de marzo de 1972. Casi todos los documentos coinciden en la misma versión de que ocurrió al otro lado de las puertas de Bazán aquel 9 de marzo.
Así lo relata el informe de Cáritas: "A las 17:15 horas la policía ordenó por el megáfono que los trabajadores abandonaran el recinto de la factoría al tercer toque de corneta. Como no lo hicieron se dio la orden de a la carga a los policías armados (…). La carga fue sin descanso. Los que cayeron al suelo no pudieron levantarse y fueron pisoteados por los que venían detrás huyendo de las porras. Al llegar a la puerta otro pelotón de policías esperaba desde fuera para actuar. Los trabajadores que iban en cabeza se pararon desconcertados al tener porras de frente y porras detrás (…). Se oyeron gritos de los que eran estrujados, dada la estrechez del espacio. Otros quedaron en el suelo y fueron brutalmente apaleados por los guardias".
Los enfrentamientos entre policías y obreros del naval se trasladaron a las calles. Así lo cuenta el informe de CC.OO.: "Los trabajadores expulsados de la Factoría salieron por las calles de la ciudad en grupos con sus ropas de trabajo, cascos, botas, perseguidos por la Policía, teniendo lugar numerosas escaramuzas en las que los trabajadores contestaban con piedras y palos a los porrazos de la Policía". Según este sindicato, al que pertencían los despedidos, esa misma tarde se escucharon los primeros disparos al aire. Fue un preludio de lo que lo sucedería al día siguiente.
¿Qué pasó el 10 de marzo de 1972?
Amador y Daniel, como el resto de sus compañeros, se habían reunido la mañana del 10 de marzo ante las puertas cerradas del astillero. Allí se inició una manifestación que se dirigía al barrio de Caranza con el objetivo de unirse a los trabajadores del astillero de Fene.
La protesta se encontraba a la altura de Porta Nova, en la intersección entre la carretera de Castilla y la avenida de As Pías, cuando la Policía Armada comenzó a cargar para disolver a los manifestantes. Comenzó entonces un enfrentamiento entre trabajadores y policías. En esta ocasión, de piedras contra balas. Amador Rey murió en acto. Daniel Niebla fallecería unas horas después en la Residencia de A Coruña. Hoy una estatua los recuerda en el lugar de los hechos.
Amador y Daniel no fueron las únicas víctimas del enfretamiento. CC.OO. calcula que más de medio centenar de personas fueron heridas por las balas de policía. Las cifras nunca se llegaron a conocer con certeza porque quienes no estaban graves prefirieron no acudir a los centros de salud por miedo a ser identificados y detenidos.
Las repercusiones del enfretamiento no tardaron en llegar. Varios grupos de trabajadores formaron piquetes para contar lo que acababa de sucerder. Los comercios, bares y fábricas de Ferrol cerraron en solidaridad con los obreros del naval. La ciudad se paralizó. Quienes lo vivieron cuentan que aquel 10 de marzo Ferrol se convirtió en un pueblo fantasma. Bazán permanecería cerrado hasta el 20 de marzo.
Los sucesos del 10M han sido recogidos por el documental Galicia 10 de marzo, que verá la luz el próximo año, coincidiendo con el 50 aniversario de los hechos. “Dirixido por Roi Cagiao e coa produción executiva de Emilio J. Fernández, artéllase en torno a entrevistas a máis dunha ducia de protagonistas dos feitos, entre os que se inclúen líderes sindicais da época na Bazán, distintos dirixentes e activistas do Partido Comunista ou algúns dos denominados cregos roxos", explican. El tráiler ya está disponible:
Mujeres en el 10M: "Se vivió como una guerra"
Las mujeres también tuvieron su papel durante aquellos días de 1972. La mayoría eran esposas o familiares de los trabajadores de Bazán y fueron las encargadas de poner a salvo a los suyos. Ya el día 9 de marzo, cuando vieron que los obreros no salían del astillero, se congregaron en las puertas. "Ver a todos los hombres con el buzo puesto salir de Bazán porque los mataban… Se me ponen los pelos de punta. Fue terrorífico", cuenta Manuela, una naronesa que tenía varios familiares en la fábrica.
Manuela recuerda que algunos trabajadores de Ferrol se marcharon a Narón y a las afueras para refugiarse en casa de sus familiares. "Se vivió como una guerra", cuenta. Ella, junto el resto de mujeres, se encargó de ir a buscar a los niños al colegio mientras en las calles se libraba una auténtica batalla. "Nos llamaron para ir a buscar a la hija de una familiar. Tuvimos que ir a Ferrol dando la vuelta por Santa Marina porque la ciudad estaba llena de policías", cuenta.
"Por la tarde los hombres se marcharon a la manifestación y las mujeres nos quedamos en casa. Recuerdo verlos irse con el buzo puesto hacia Ferrol, con lágrimas en los ojos. Nos depedimos como si no los fuéramos a ver nunca más. Parecía una guerra", rememora esta naronesa. Cuenta también que todos los afectados se unieron sin importar la ideología: "Mi hermana intentó que su marido no fuera a protestar. Él no comulgaba mucho con los sindicatos, pero ese día dijo que sí tenían que salir por sus compañeros".
Por suerte para Manuela y para su familia, todos volvieron a casa sanos y salvos en la medida de lo posible. "A mi primo le dieron un balazo en un pie. Lo tuvo bastante mal durante un tiempo, pero se quedó solo en eso", aclara. Su nombre no aparece entre los heridos. Se curó en casa por miedo a ser detenido en el hospital.