Ferrol es uno de los cuatro emplazamientos en toda España que cuenta con una Unidad de Buceo de la Armada (Ubufer), que ha vuelto a ser noticia recientemente gracias a la labor del equipo de desactivación de explosivos en Santurce. La Unidad, creada en la década de los años 60, actúa en el litoral del norte de España, desde el río Miño hasta Francia.

Puede que las tareas de desactivación sean las más conocidas mediáticamente, pero su misión va más allá. Ejercen también de mecánicos submarinos en los mantenimientos a flote de los buques de la Armada y efectúan labores de vigilancia y protección del patrimonio arqueológico sumergido, una competencia exclusiva de este cuerpo, que desempeña en coordinación con los servicios de arqueología de las comunidades autónomas. Asimismo, participan en operativos de búsqueda y rescate de personas ahogadas en el río Miño y en otros enclaves siempre que sean requeridos, y colaboran en los adiestramientos de los buceadores y nadadores de rescate de sus buques.

El Comandante de la Ubufer, el Capitán de Corbeta Ángel Lozano Gálvez, nos recibe en las dependencias de la unidad, ubicadas en la Estación Naval de A Graña, y desgrana los detalles de su equipo, explicando que está formado por una plantilla de 20 personas entre buzos, buceadores y personal de sanidad. Algunos de ellos son nadadores de rescate y otros poseen la capacitación de desactivación de artefactos submarino, competencia exclusiva de la Armada. "Esto permite a la Unidad desplegar de manera inmediata dos grupos operativos, uno con capacidad de desactivado y otro de buceo para otras misiones, ambos listos para desplazarse a cualquier parte del territorio nacional en menos de 24 horas.

La Armada posee cuatro unidades con la capacidad de desactivación submarina distribuidas en Ferrol, Cádiz, Canarias y Cartagena. El hecho de que no existan más grupos en el resto del Estado dedicados a estos menesteres responde a que "se exige una formación muy extensa y variada, con lo cual conseguir este tipo de personal es un proceso largo" y a que estas unidades desempeñan otros cometidos, como el de mantenimiento de buques, para los que es necesario que su base esté en el mismo lugar que los buques de la Armada.

Protocolo de neutralización de artefactos explosivos

Tal y como indica Ángel Lozano Gálvez, la actuación de su unidad en el ámbito de la desactivación comienza a raíz del hallazgo de un objeto con forma sospechosa que, normalmente, suelen encontrar pescadores, buceadores deportivos o una draga, como ha ocurrido en los recientes casos de Santurce. Tras producirse el avistamiento y haber informado a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o a la propia Armada, se remite de manera inmediata la información al Centro de Operaciones y Vigilancia de Acción Marítima de la Armada (Covam) que, tras valorarla, activa a un Grupo de Desactivación de Explosivos (GEDE) correspondiente a la zona en la que se ha encontrado el artefacto.

A continuación, el Comandante de la Unidad de Buceo actividad lleva a cabo una coordinación inicial de medios necesarios como cámara hiperbárica, ambulancia y la seguridad perimetral inicial necesaria con diversas autoridades de la zona, apoyándose en los Comandantes Navales.

A su vez, el equipo de desactivación asignado comienza los preparativos y se desplaza a la zona para llevar a cabo la intervención, comenzando con la búsqueda, identificación y confirmación in situ del artefacto y posteriormente la intervención sobre el mismo mediante el empleo de técnicas y carga especiales que lo neutralizan causando un mínimo daño al medioambiente para posteriormente proceder a la retirada de restos de la zona y a su destrucción.

En el ámbito del desactivado, el hallazgo más singular han sido dos bombas de aviación en la ría de Pasajes.

Culebrina encontrada en Camariñas. Imagen: Armada

Culebrina en los fondos de augas ferrolanas. Imagen: Armada

Intervención de explosivos. Imagen: Armada

Actuaciones destacadas

El Comandante de la Ubufer destaca que están "continuamente desempeñando sus cometidos conforme a las misiones que se les ordena y la carga de trabajo es muy elevada". Tras ser preguntado por misiones concretas destacadas, hace mención a la desactivación de tres municiones que aparecieron durante las operaciones de dragado en el puerto de Santurce. "En este caso, debido a que se encontraban enganchadas en la cabeza de la draga, se intervino de manera inmediata para garantizar la seguridad lo antes posibles, permitiendo que el buque retomara su actividad", explica Lozano.

Resalta también el mantenimiento a flote continuo de los buques previo a sus despliegues. "Hay que tener en cuenta que este tipo de trabajos, al evitar la varada de los buques, ahorran mucho dinero y sobre todo reducen el tempo de inoperatividad de la embarcación", afirma Lozano Gálvez.

Mantenimiento a flote. Imagen: Armada

Mantenimiento a flote. Imagen: Armada

Mantenimiento a flote. Imagen: Armada

A estos trabajos se suman las diferentes colaboraciones y adiestramientos conjuntos que realizan con otras unidades, como el que se realizó en octubre con los buceadores de la Brilat en Ferrol o el de la semana pasada con buceadores de la Marinha Portuguesa. Lozano Gálvez también destaca las continuas colaboraciones que realizan con la Xunta de Galicia con respecto a la vigilancia y protección del patrimonio arqueológico sumergido, como las anuales del Galeón de Ribadeo o el proyecto Eterna en Viveiro.

El equipo que lidera también ha participado en la búsqueda de personas ahogadas en el río Miño y fue aquel que localizó el cuerpo de un niño de 10 años el pasado mes de mayo. Para este tipo de intervenciones cuentan con dos sonar de barrido lateral que permite realizar búsquedas submarinas en grandes áreas lo que supone un gran ahorro de tiempo y medios humanos, ya que "en una hora puede rastrear una cuadrícula de 500 metros por 500 metros, algo para lo que con buceadores podríamos emplear días". También trabajan con dos robots de intervención submarina con capacidad hasta 100 metros, que tiene la posibilidad de hacer una retransmisión en streaming a un dispositivo móvil de todo aquello que se encuentra a su paso.

Robot de intervención submarina. Imagen:: Quincemil

Sonar de barrido lateral. Imagen: Quincemil

Además de estas misiones, el Comandante recuerda el caso particular de un vecino lucense, que corría riesgo de perder la vida debido a la inhalación accidental de monóxido de carbono. Los servicios sanitarios derivaron de urgencia al hombre a la cámara hiperbárica de la Armada, un cilindro monoplaza de ventilación continua en el cual se administra oxígeno puro a altas presiones con el objetivo de ayudar a los buceadores ante la posibilidad de que hayan subido a superficie demasiado rápido, lo que puede provocar daños en sus tejidos, al igual que en los intoxicados por monóxido de carbono. Tras 15 minutos en la cámara, el estado de salud del hombre había mejorado considerablemente.

Interior de la cámara hiperbárica. Imagen: Quincemil

El Comandante Ángel Lozano Gálvez a los mandos de la cámara hiperbárica. Imagen: Quincemil

Formación y condición física

La formación para poder formar parte de la Ubufer comienza con una enseñanza básica de dos meses en buceo en Cartagena. Después, los alumnos se van especializando y adquieren otros conocimientos más específicos como la especialidad de buzo de gran profundidad en la que se emplean mezclas de helio y oxígeno, buceo de medidas contraminas, desactivado de municiones terrestre y submarino, paracaidismo o nadador de rescate, entre otros.

El desempeño de las misiones a las que están llamados requiere un mantenimiento físico exhaustivo. El Comandante explica que en cada de curso de capacitación de buceo se exige a los alumnos superar una serie de pruebas médicas y físicas de alto nivel. Esto implica que la edad a la que se deja de realizar inmersiones suele rondar los 51 años, sin embargo "hubo compañeros que se jubilaron con 58 años y que han estado ejerciendo, hasta el último momento, como un chico de veintipico", explica. A partir de esas edades, gracias a su gran experiencia, pueden ejercer de supervisor de superficie o de controlador de cámara hiperbárica.

La profundidad máxima que pueden alcanzar en desarrollando su trabajo depende de la titulación de cada miembro de la plantilla. Los buceadores elementales están capacitados para bajar hasta 50 metros con aire comprimido. A medida que va aumentando la especialización con cursos, se puede emplear un mezcla de helio y oxígeno (heliox) con la que se puede bajar hasta los 120 metros para tareas más complejas. También existe un equipo técnico con equipación de Trimis que baja en autónomo con la botella y el chaleco, no llevan una manguera como los de heliox, y puede bajar hasta 115 o 120 metros en autónomo, lo que da mayor libertad para según qué actuaciones. Los pesos de todos los equipos son neutros en el medio marino pero un equipo autónomo puede llegar a pesar 25 kilos en tierra, un equipo de heliox 50 kilos y el de Trimis ronda los 25 kilos.