En estos días hace un año que comenzó el confinamiento debido al Covid-19 y con él vivimos en primera persona cómo nuestra creencia de un mundo rutinario, relativamente estable e inmutable se veía completamente alterada y desafiada. Nuestro día a día, nuestra cotidianeidad, se veía trastocada de una manera inimaginable para la mayoría. 

Un virus ha puesto patas arriba toda nuestra sociedad y nuestro orden. En lo que se refiere a educación, familia y escuela, ha hecho emerger las carencias de nuestro sistema educativo y cómo estas dificultan el desempeño eficaz del alumnado, de sus familias y de los docentes. Pero que nuestro sistema es limitado y mutilante no es ninguna novedad, llevamos años sufriendo sus efectos sin ninguna respuesta para que esto mejore. 

El escenario en el que nos encontramos requiere nuevas soluciones, otra manera de estar, de pensar, de sentir, de relacionarse, de aprender, de entender. Estamos en un nuevo contexto, con un sistema degradado y obsoleto desde hace años. Esta situación nos muestra la necesidad y la importancia de tomar medidas al respecto. ¿Se puede hacer algo? y si es así, ¿con qué contamos?

A pesar de ser una gran desconocida y encontrarse infrautilizada, desde la psicopedagogía se llevan años aportando soluciones a las necesidades de las personas; en sus procesos de aprendizaje en ámbitos muy diversos, mejorando dichos procesos y los contextos en los que se desarrollan.

Pero, ¿qué es la psicopedagogía?, ¿qué objetivos tiene?, ¿cuáles son sus ámbitos de actuación?, ¿y qué nos aporta?

La psicopedagogía es una ciencia social aplicada que integra aspectos de la psicología y de la pedagogía, aunque en ella también intervienen otras ciencias.

Se encarga del estudio de los seres humanos en situaciones de aprendizaje,  en cualquier momento de su etapa vital y en sus diferentes ámbitos de desarrollo (educativo, familiar, social, laboral, empresarial, deportivo…).

Su objetivo es optimizar los procesos de enseñanza y aprendizaje, además de prevenir y corregir las dificultades que los individuos se puedan encontrar en ellos, aportando soluciones prácticas, eficaces y eficientes.

Desde mi experiencia profesional como psicopedagogo y docente, observo que desde hace tiempo, en el contexto que vivimos hay una gran tendencia a problematizar a niños y jóvenes, cuando lo que precisan es orientación.

Está siendo demasiado habitual que en cuanto surge la más mínima dificultad (ya sea de comportamiento, atención, aprendizaje…) o simplemente un niño no se ajusta a la estrecha franja establecida como normalidad por parte del adulto, se les señala. Incluso en situaciones normales que se dan como parte del propio desarrollo y del hecho de aprender, se tiende a descontextualizar y etiquetar al niño para ponerle un sello con nombre de problema. Se transforma al niño en un caso clínico

Tal vez, este también sea un virus del que debemos vacunarnos y salvaguardar a los niños.

Y sí, es cierto que hay casos clínicos pero afortunadamente son una inmensa minoría. En la mayoría de los casos, con una intervención psicopedagógica de calidad se corrigen y se previenen posibles dificultades antes de que estas se instalen y cronifiquen.

Mi actividad como psicopedagogo con personas y grupos procedentes de diversos ámbitos (educativo, familiar, escolar, empresarial, político, deportivo…) y las mejoras obtenidas por ellos, corroboran la calidad e importancia de las aportaciones que desde esta profesión podemos realizar.

A través de la psicopedagogía ajustamos el contexto a las necesidades que surgen, mejoramos la capacidad de adaptación y de relación con uno mismo, con el entorno, con el aprendizaje, con los demás…    

Es importante que las personas encontremos la manera adecuada de desarrollarnos, de aprender y aprender a hacerlo de una manera eficaz y bonita para nosotros.

Aportemos los cambios necesarios para que niños, jóvenes, docentes y familias estemos mejor, con Covid y sin Covid.