Les recomiendo una película que trata sobre los trastornos alimenticios: “Hasta los huesos”, en Netflix. Muy interesante porque nos invita a reflexionar sobre las consecuencias para nuestra salud de ciertas conductas alimentarias extremas. Siempre tendemos a pensar que estos casos se dan muy lejos de nuestro entorno, olvidando que cada vez están más presentes en nuestra sociedad de la imagen idílica, la de los filtros de Instagram.
Ahora que los primeros rayos de sol anuncian la cercanía de la primavera y el aumento de la temperatura, todos comenzamos a despojarnos de ropa, y es ahí cuando nos acordamos de que, como cada año, nos sobran unos cuantos kilitos. Es el pistoletazo de salida a la operación bikini, o también últimamente denominada “Los juegos del hambre”.
Es ésta la época en la que el Paseo Marítimo de A Coruña se llena de gente ansiosa por eliminar todos esos excesos acumulados durante un año, en un plazo récord de solo tres meses o incluso menos, en algunos casos. Las ofertas de productos milagrosos, que sin esfuerzo nos ayudarán a lograr nuestro objetivo, proliferan allá por donde vamos. Aparecen por nuestras redes sociales, webs habituales, televisión… Incluso nuestros conocidos nos “venderán” métodos que a ellos les funcionaron y que, sin duda y por regla divina, nos funcionarán también a nosotros.
Sobra decir que todos estos remedios y esta urgencia por ponernos en forma en tan breve espacio de tiempo son una utopía. No existen fórmulas mágicas y todo cambio de hábito exige tiempo y sacrificio, además de ser peligroso para la salud, sobre todo en el caso de algunas medidas extremas, como los famosos ayunos intermitentes o continuos o dietas restrictivas de alimentos, como aquella de la alcachofa que todos recordamos. Incluso se acompañan en muchos casos de prácticas intensivas de actividad física, como correr envueltos en plásticos para sudar más, siguiendo ese mito eterno que asegura que algo así adelgaza. Todas estas prácticas se realizan sin ninguna supervisión profesional, partiendo de un sobrepeso, sin el calzado adecuado, sin la indumentaria adecuada, sin el periodo de adaptación adecuado, etc…
El actual contexto social, en el que nuestra fuente de información supuestamente veraz proviene de influencers, instagramers o famosos reconvertidos en expertos cualificados en la actividad física o nutricionistas aventajados, según el producto que nos quieran vender, hace complicado al público diferenciar qué es información rigurosa y qué es publicidad engañosa, y acertar entre lo que es aconsejable y lo que puede ser peligroso.
Menos mal que cada vez surgen más voces procedentes de los distintos gremios de la actividad física y de la nutrición que alertan contra estas arriesgadas prácticas, para concienciar a la gente de que estos objetivos no se consiguen a corto plazo, sino que implican cambios de conducta paulatinos que se deben ir incorporando y permanecer en nuestra rutina diaria. Y, sobre todo, para dejar claro que siempre debemos ponernos en manos de profesionales. Médicos, nutricionistas y profesionales cualificados de la actividad física son los que deberán guiarnos en todo el proceso, teniendo en cuenta que estamos poniendo nuestra salud en sus manos. Un experto tiene el conocimiento, la práctica y la responsabilidad. Y además jugamos con la ventaja de que hoy en día existen en nuestras ciudades una variada oferta de excelentes centros deportivos y de nutricionistas con los que nos podremos asesorar adecuadamente, lógicamente previa consulta a nuestro médico.
Si te planteas ponerte en forma y no has realizado actividad física antes recuerda, ponte en manos de profesionales y no tengas prisa, los resultados llegarán…