Si no está roto, no lo arregles; si algo funciona, hazlo más; si algo no funciona, haz algo diferente
¿Y si no arreglamos lo que está roto? Una reflexión sobre el crecimiento personal.
1 mayo, 2021 09:57Nos educan para ser resolutivos, proactivos, solucionadores profesionales. Es lo que está bien visto, es lo que se espera de nosotros y nosotras. Sin embargo, hay cosas, que por mucho empeño que le pongamos, no tienen solución, porque no se trata de arreglarlo.
Si me ha pasado algo, como perder mi empleo o a un ser querido, voy a estar triste, y es lo más adaptativo y lo que necesito en ese momento, estar triste. No hay nada que solucionar, mimar la tristeza es lo que toca.
Las emociones que consideramos desagradables, suelen aparecer y estar ahí, por un motivo, aunque no nos gusten. El motivo no es otro que darnos la oportunidad de superarlo, aprender de ello y cambiar para adaptarnos a la nueva situación que se nos plantea.
Tratar de sentirnos de otra manera, haciendo una especie de alquimia , en un intento de querer arreglar las cosas, en este caso, sólo empeora la situación.
La tristeza, así como la rabia, son dos emociones que necesitamos sentir para procesar lo que ha ocurrido y realmente poder seguir adelante con nuestras vidas.
Al retrasar el proceso, lo único que conseguiré será empeorarlo, hacerlo más difícil de gestionar, incluso pudiendo llegar a cronificarse. Pero no sólo tratamos de arreglar cómo nos sentimos, puede que también a los demás e incluso a nosotros mismos.
Se que en la mayoría de ocasiones, nuestro interés por arreglar las cosas es sincero y bien intencionado, buscamos nuestra felicidad y progreso, y también el de la otra persona, sin embargo… Hay cosas que no se tienen que arreglar, sino respetar y aceptar, tal y como son, y las personas son, diría yo, las más importantes.
A veces, hay personas que acuden a terapia para intentar transformarse, en una especie de metamorfosis, en otras personas. Y yo siempre repito lo mismo: No se trata de que te conviertas en otra persona, se trata de aprender a gestionar lo que necesitas gestionar, de cambiar lo que quieres cambiar, y de aceptarte tal y como eres, con tus luces y tus sombras.
Y no hablo sólo de personas. En Grecia, por ejemplo, existe una ley que regula que las ruinas sólo pueden reconstruirse hasta un porcentaje, no más. ¿Y si las cosas están bien tal y como están, tal y como son? El dicho reza: “si no está roto, no lo arregles“. ¿Y si nos equivocamos al suponer que está roto? Incluso os diría: ¿y si no arreglamos lo que está roto?
Porque me planteo que, tal vez, en ese afán de arreglarlo todo, es posible que estemos pretendiendo que, en realidad, las cosas sean distintas de como son, que las personas sean alguien que no son ni quieren ser, sin tener en cuenta su esencia y su natural evolución.
Una vez más, las cosas son como son, no como nos gustaría. ¿Qué arreglar y qué dejar tal y como está? ¿Dónde está el límite? Lo pone cada uno, eso está claro.