Todo verano tiene su canción. Del ‘Waka-Waka’ que nos cantaba Shakira en 2010 al ‘Despacito’ de Luis Fonsi que escuchamos machaconamente en 2017 y que este año tendremos la oportunidad de volver a oír, ahora en directo, obra y gracia de las fiestas de María Pita.
2022 tendrá pocas dudas. Rosalía se alzará indiscutiblemente como reina de la canción veraniega con ‘Despechá’ en una estrategia de acceso al mercado digna de ser impartida en cualquier escuela de negocios. Una canción que ni siquiera forma parte del último disco de la artista y que explosionó tras sonar por primera vez en el arranque de su gira en Almería y un video de apenas unos segundos en sus redes sociales, convirtiéndose en un auténtico ‘boom’ musical (y social). Tan sólo 2 horas después de su publicación (únicamente en streaming) la canción acumulaba 5,5 millones de reproducciones entrando directamente en el Top-6 de Spotify y en el número 1 de los videos más vistos de YouTube (incluso antes de tener videoclip oficial) por no hablar de los miles de ‘motomamis’, ‘motopais’ y ‘motoabuelos’ replicando en TikTok su coreografía. La definición de ‘hype’ hecha melodía y contagiándose viralmente a más velocidad que el mismísimo covid.
Pero en España, además de una canción, cada verano tiene su ‘cantante’. Si el año pasado mi apuesta fue Toni Cantó y su nombramiento como director de la ‘Oficina del Español’ (Ver artículo AQUÍ), este año mi favorito es el dueto protagonizado por el Ministerio de Igualdad y la ‘artista’ Gisela Escat, la ilustradora que bajo el pseudónimo de Arte Mapache (@ArteMapacheArt) ha diseñado el bochornoso cartel para la campaña ‘El verano también es nuestro’.
Bajo el loable propósito de concienciar socialmente sobre la belleza de la diversidad corporal, el Instituto de la Mujer, dirigido por Toni Morillas presentaba la campaña para fomentar ‘un verano sin estereotipos, en el que todos los cuerpos son válidos’. La campaña se acompañaba de una imagen con cinco mujeres de diferentes razas, tallas y edades en una playa realizado por la mencionada ilustradora ‘especializada’, según su biografía, en ‘combatir la gordofobia y reivindicar la diversidad corporal a través del arte’. Horas después de su presentación, las redes sociales comenzaron a echar fuego cuando Nyome Nicholas-Williams, una reconocida modelo de tallas grandes publicaba en su perfil de Instagram: ‘El Gobierno español ha utilizado mi imagen sin permiso’. Tras ella y ya convertido en epicentro de la polémica, la modelo Sian Lord denunciaba que su imagen también ha sido utilizada en la campaña del Ministerio y que no solamente la usurparon sin los correspondientes permisos, sino que además editaron su cuerpo para añadirle vello corporal que no tiene y añadir una pierna de la que carece, ya que la modelo usa una prótesis en su extremidad izquierda. Por si aún no estás suficientemente escandalizado /-a, además de utilizar estas fotografías sin derecho de autor, la ilustradora también utilizó para el slogan de la campaña una tipografía sin la correspondiente licencia.
Pillada sin escapatoria, Arte Mapache reconocía en Twitter haberse ‘inspirado’ en las modelos y se comprometía a repartir los beneficios generados por la campaña. Sin embargo, hablar de ‘inspiración’ y no de usurpación es tan insultante como el posterior comentario del propio Instituto de la Mujer agradeciendo a la ilustradora el reconocer su ‘error’. Un ejemplo de caradurismo sin límites.
4.490 € cobró Arte Mapache por utilizar sin permiso las imágenes de 5 mujeres a las que modificó alterando rasgos estéticos a su criterio y combinarlos con un fondo de una playa en el que sobre impresiona con letras robadas ‘El verano es nuestro’. Un ejemplo ilustrado de lo sencillo que es el plagio de la actividad creativa e incluso de la imagen propia en un mundo dominado por las redes sociales y la globalización. Afortunadamente, las mismas redes sociales y globalización son las que permiten identificar absurdos como este. Puro surrealismo.