Hoy es el Día Mundial de la Alimentación; y ayer, 15 de octubre, fue el Día Internacional de las Mujeres Rurales. La sucesión de ambas celebraciones no es una casualidad, sino que, con ello, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pretendía intencionalmente poner el foco de atención en el valor que tenemos, y hemos tenido históricamente, las mujeres rurales como proveedoras de alimentos. Las mujeres rurales somos, asegura la ONU, la "clave" para un "mundo sin hambre ni pobreza".
Seguridad alimentaria, sostenibilidad, gestión de recursos naturales, dinamización social, innovación, emprendimiento local… son conceptos muy ligados a la acción de las mujeres que vivimos y trabajamos en las áreas rurales del mundo, impulsando el desarrollo de nuestras comunidades y territorios. Y aunque nuestra situación presenta realidades muy diversas, todas -y ese es un vínculo común- somos fundamentales en la articulación territorial y social de nuestro entorno.
Yo soy una de las muchas mujeres que en Galicia vivimos y trabajamos en el medio rural, en el sector ganadero concretamente. Como muchas otras, pertenezco a una familia que, generación tras generación, ha dado vida a la Galicia más rural. Las mujeres siempre hemos desarrollado un trabajo muy importante en el medio rural, esto no es nada nuevo. Lo que sucede es que antes se entendía que nuestra labor formaba parte del ámbito privado familiar y no teníamos visibilidad pública ni reconocimiento social. Nuestro trabajo era, por así decirlo, “de puertas adentro”, porque el protagonismo y la visibilidad era para los hombres.
Esto va cambiando, paso a paso vamos avanzando para que mujeres y hombres tengamos igualdad de oportunidades, aunque todavía nos quede camino por recorrer. Lograr una igualdad efectiva y real, que dé respuesta a las necesidades y particularidades de las mujeres que vivimos y trabajamos en la Galicia rural, es tarea ineludible para garantizar la continuidad y el futuro del medio rural.
Se puede desarrollar un proyecto de vida digno y próspero aprovechando de manera sostenible los recursos y las potencialidades de nuestros territorios, y para ello es necesaria la participación de las mujeres. El futuro del medio rural precisa de la actitud activa y propositiva de las mujeres que vivimos en él y de él.
Es necesario dar un paso al frente y ser partícipes en la identificación de necesidades y la aportación de soluciones, para contribuir a que se tomen las medidas oportunas para seguir avanzando en cuestiones como: el acceso a los servicios, porque el área rural aún no tiene las mismas facilidades de acceso que hay en la ciudad; la ampliación de nuestras perspectivas laborales, para lo cual la formación y la profesionalización de las mujeres del área rural es fundamental; la titularidad compartida de las explotaciones familiares; y la sensibilización de la población.
Asimismo, es fundamental que las mujeres sigamos avanzando en el fomento de nuestro liderazgo y en visibilizar nuestro papel en el ámbito rural. Debemos empoderarnos y motivar a otras mujeres a sumarse, sobre todo a las más jóvenes, para mostrarles que apostar por la vida en el rural es una opción muy válida.
Cuando Mulleres de Seu, la asociación de mujeres ganaderas que yo presido, comenzó su andadura en el año 2013, lo hizo precisamente con esos objetivos. Nacimos como un grupo de socias de CLUN, principal cooperativa agroganadera de Galicia, y actualmente estamos constituyéndonos como asociación social. Para poner el broche a esta etapa que se cierra y dar paso a que otra nueva comience, ayer, 15 de octubre, coincidiendo con la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Rurales, las mujeres ganaderas que conformamos Mulleres de Seu y otras mujeres de otros sectores de actividad nos reunimos en nuestro primer foro, titulado “O liderado das mulleres no rural galego”.
Este foro, celebrado en el Pazo da Peregrina del Concello de Ames, fue una mirada a la Galicia más rural desde la Galicia rural. Fue una oportunidad para significar nuestro territorio rural de una manera real y actual, a partir de nuestras propias visiones, necesidades y propuestas. Y fue, asimismo, una muestra de que la Galicia más rural, con las mujeres, tiene futuro.
Dicen que el XXI será el siglo de las mujeres. Tengo la confianza de que así sea para todas, para las mujeres de la ciudad y las mujeres del área rural, porque nosotras, con nuestros ritmos y nuestras nociones de lo común, tenemos mucho que aportar.