Esa jueza no sabía lo que le venía encima cuando dijo que Muros era la "Galicia profunda" y un sitio peor que Marbella para criar a un hijo. Pocas veces una persona había logrado cabrear tanto y a tantos gallegos. Esta afrenta tan injusta se une a la desafortunada imitación hace unas semanas del acento gallego en el programa Master Chef, que todavía trae cola ya que RTVE ha pedido disculpas por ello hace solo unos días. Es difícil que algo salga tan mal como la acumulación de meteduras de pata con Galicia y A Coruña que tuvo aquella grabación.
Dentro de unos pocos meses se cumplirán 25 años del estreno de Airbag, una divertida road movie española que se convirtió en todo un fenómeno en el año 1997, siendo un éxito de taquilla y generando una gran repercusión, que incluso se llegó a notar en el incipiente Internet de entonces. No existía ninguna red social ni los memes, pero los audios de Pazos se reenviaban por email. Precisamente este personaje, el sicario gallego interpretado por Manuel Manquiña, causó sensación en toda España hasta el punto de valerle al actor vigués la nominación al Goya al mejor actor revelación. Y eso que ya llevaba años en la profesión.
Airbag es una comedia con una gran carga satírica, especialmente en lo que respecta a la alta sociedad vasca, pero el personaje de Pazos era una caricatura extrema de los gallegos o, mejor dicho, de la imagen típica que se tenía de nosotros en el resto de España. Pazos era bruto como un arado, estúpido y metía la pata al hablar sin parar ni darse cuenta, además de ser tremendamente machista. Tenía la parte entrañable de cantarle a su mujer Carmiña por teléfono, pero por lo demás era un absoluto gañán y el principal elemento cómico de la película. Y esas características estaban completamente fusionadas con su galleguidad. No era el único personaje gallego de la cinta, ya que el villano interpretado por Paco Rabal era bastante más listo, casi igual de bruto pero mucho mejor vestido, y venía a rellenar el otro gran estereotipo de entonces sobre Galicia: era el narcotraficante.
Casi nadie se ofendió hace 25 años, o al menos no se le dio voz, y a la gran mayoría de los gallegos (yo entre ellos) les encantó Airbag, especialmente ese personaje de Pazos, por dos motivos principales: en primer lugar, porque apenas había películas con personajes gallegos, con acentos gallegos y ambientadas en Galicia (pese a que el casino de Vilagarcía del final de la película sea en realidad el de Santander). Y en segundo, porque estábamos demasiado acostumbrados a que se burlasen de ese estereotipo, por lo que la exagerada interpretación de Manuel Manquiña y el protagonismo que se le daba nos resultaba casi un homenaje.
¿Podría estrenarse Airbag hoy en día sin generar una fuerte controversia por ese personaje? Apostaría a que no, y no solamente porque ahora la gente tenga la piel mucho más fina y se sienta ofendida más fácilmente, con esas consecuencias amplificadoras de las redes sociales.
En estos 25 años ha cambiado la imagen que se tiene en el resto de España de los gallegos, pero sobre todo y más importante, ha evolucionado la imagen que tenemos de nosotros mismos, la que creemos que merecemos tener fuera, y la idea del respeto que se merecen nuestros rasgos característicos en el resto del país. En resumidas cuentas, Galicia está cada vez más orgullosa de sí misma y no admite más mofas, y más teniendo en cuenta que no se atreven a hacer lo mismo con otras autonomías. ¿Os imagináis la que se armaría si imitan de broma el acento catalán o el andaluz en un programa de la televisión pública, pagado por todos?
En aquel 1997, cuando Karra Elejalde y compañía surcaban el norte de España en busca del anillo de compromiso perdido, Galicia era la tercera comunidad española más pobre, estaba fatal comunicada con el resto de la Península y era una gran desconocida para la gran mayoría del país. 25 años después, la comunidad está económicamente cada vez más cerca de la media nacional, tres de sus habitantes están entre las cinco personas más ricas de España y la marca Galicia se ha ido convirtiendo en un sinónimo de calidad y fiabilidad. Primero a nivel gastronómico, y poco a poco en todo lo demás. La "Galicia profunda" ha dado paso a una Galicia emergente que solo tiene como asignatura pendiente recuperar a los jóvenes y no tan jóvenes que han tenido que marcharse en las últimas décadas para buscar mejores oportunidades de trabajo y vida.
El concepto es el concepto, como diría Pazos, y el que se tenía de Galicia ha cambiado formidablemente en estas últimas décadas. Sin embargo, las polémicas recientes demuestran que hay gente que todavía tiene poco respeto o prejuicios sobre esta tierra, así que la reacción de la ciudadanía gallega deja clara otra máxima del mismo maestro: "Vamos a llevarnos bien, porque si no van a haber hondonadas… etc."