Hoy visité por primera vez la exposición “Untold Stories” de Peter Lindbergh, que permanecerá en A Coruña hasta el próximo 28 de febrero de 2022. La verdad, tenía unas expectativas muy altas en relación a esta exposición que tras haber estado previamente en países tales como Italia o Alemania, donde recibió una muy buena acogida, recala en A Coruña. He de decir que no conocía la fotografía de Lindbergh, sin embargo, al salir de la exposición una tiene la sensación de haberse reencontrado con ese viejo amigo al que hace tiempo que no ves. Te atreves a decir que has estado en la exposición de Peter. Peter dices, como si fueseis juntos al colegio o vivierais en el mismo barrio, pero no solo eso, al salir das por hecho que solo con mencionarlo todo el mundo sabrá a quien te refieres. Implícitamente, consideras que el mundo debe conocerlo. Has descubierto al artista.
Nada más llegar al Muelle de la Batería, y una vez ya dentro de los contenedores portuarios te ves atrapado por una atmosfera distinta. Entras en una habitación enorme, en la que hay la luz justa para ver los folletos de guía de exposición que amablemente te ofrecen las azafatas. Esto no es en absoluto inquietante sino más bien todo lo contrario, es una puesta en escena que genera curiosidad en el visitante y le impulsa a visitar la siguiente sala, preguntándose qué se encontrará. En la siguiente estancia, lo primero que capta tu atención son las enormes pantallas que rodean la estancia. En una experiencia del todo inmersiva, escuchamos al propio Peter hablar de su fotografía, de lo que pretendía cuando retrataba a las personas a través de su objetivo.
En medio de la habitación hay un banco en el que puedes sentarte para ver como Lindbergh parece romper esa cuarta pared y dirigirse al sorprendido espectador. Los testimonios de las modelos fotografiadas aportan fuerza a las palabras de un Lindbergh, cercano y transparente. Me llamó especialmente la atención una afirmación en la que Lindbergh asegura que si fotografías a una persona ahora mismo y realizas la misma fotografía al cabo de una hora, pese a que las condiciones ambientales se mantengan, la fotografía no será la misma. Para Lindbergh este hecho halla su explicación en que la persona ya no es la misma. Es una de esas afirmaciones en la que inevitablemente te quedas pensando, y es que, como aseguraba Heráclito: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”. Al salir de allí accedes a la primera parte de la exposición, en la que una serie de fotografías de Lindbergh cubren por completo las paredes. Estas fotografías no se encuentran enmarcadas y ocupan la totalidad de la sala.
Si algo tienen en común las obras de Lindbergh es que consigue que a partir de un rostro el espectador vea totalmente o parcialmente la historia que se oculta detrás de la foto. La fuerza de la mirada y la expresión del rostro de las protagonistas de las fotografías cobran mucha relevancia a la hora de relatar estos testimonios. De algún modo, Lindbergh, dejando entrever la historia de la persona que fotografía, consigue hacer partícipe al espectador de todo lo observa a través de su lente.
Es extremadamente difícil conseguir que una persona no pose para una foto, sacarlo de ese papel aprendido y conseguir que muestre lo que curiosamente pretende ocultar. El resto de las fotografías muestran la realidad de mujeres, cuya fama o cuyo anonimato carece de relevancia, pues la atención se ve captada por la historia por lo que el contexto o el rostro relata. Lindbergh prescinde del color salvo en una fotografía de comida, en la que los colores confieren viveza y exuberancia a los platos mostrados, y a la serie de fotos que sacó a un hombre condenado a pena de muerte. Ésta última se ve acompañada por un texto en inglés en el que propio Lindbergh muestra su inquietud por las enormes implicaciones que presenta un asunto tan delicado y controvertido como es la pena de muerte. Las fotografías son impactantes. En cada una de ellas el espectador parece apreciar, cosas distintas en el rostro del recluso, desde arrepentimiento a orgullo, lo que provoca que resulte tremendamente difícil conocer los verdaderos sentimientos de una persona que sabe que va a morir. Lindbergh coloca sobre la mesa un tema enormemente complicado a través de la fotografía.
Al salir de la nave, hay varios contenedores de tal modo que puedes transitar por los mismos para ver las fotografías que albergan en su interior. La peculiaridad de estas fotografías es que al lado de cada una hay un texto, en el que los fotografiados dedican unas palabras a Lindbergh y se expresan acerca de como fue la experiencia de ser retratados por el objetivo del protagonista. Finalmente se encuentra un estudio de aspecto industrial donde poder tomar un café o adquirir productos tales como tazas, libros, sudaderas o camisetas relacionados con la exposición. Los beneficios de la venta de este merchandising irán destinados al proyecto “Future Stories” de la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra(Universidad de Vigo), dirigido al apoyo a jóvenes creadores en el inicio de su carrera artística. Es un auténtico privilegio poder disfrutar de esta joya artística sin tener que desplazarse miles de quilómetros. Una firme apuesta por la cultura. Una experiencia para disfrutar con calma, durante la que debemos intentar que la pausa no cede frente a lo inmediato, para no quedarnos en la superficie de lo que vemos y poder descubrir lo que, paciente, nos espera.