Nuestros cerebros están exhaustos, estamos expuestos a demasiada información y multitud de estímulos que hacen que cada vez sea más complejo tomar decisiones. En este contexto existe una tendencia constante a la simplificación para facilitarnos la vida y la toma de decisiones. La mala noticia para nuestros cerebros es que cuando hablamos de sostenibilidad, esto no es posible.
Con las decisiones que tomamos a día de hoy como consumidores no podemos saber si algo es 100% sostenible o no. Como buen gallego que soy, depende. Prácticamente todas las elecciones de compra que realizamos pueden tener un impacto positivo y negativo al mismo tiempo. El mundo de la sostenibilidad es un mundo de grises y no de blancos y negros, lo importante es analizar el impacto neto. Veamos ejemplos.
En el mundo de la movilidad los vehículos eléctricos surgen como una alternativa sostenible a los motores de combustión tradicional. Sin embargo, presentan grandes retos en sus procesos de producción, materiales implicados y la propia gestión del residuo de las baterías. Depende.
En el mundo de la alimentación una alternativa local o de kilómetro cero parece más sostenible por su bajo impacto logístico que productos de comercio internacional. Más allá de la logística, debemos considerar el tipo de producto que es, su proceso productivo y la huella que tiene asociada independientemente de su lugar de origen. Lo más local no tiene porque ser lo más sostenible. La respuesta es depende.
En el mundo energético estamos viviendo un despliegue enorme de energías renovables que nos ayudan a disminuir las emisiones y fomentar la transición energética. Este despliegue de energías genera en ocasiones impactos negativos en las personas de los territorios o en la biodiversidad de la zona. De nuevo, depende.
Por supuesto que los vehículos eléctricos, los alimentos locales o las energías renovables son soluciones que necesita nuestro planeta y que están generando impacto positivo en multitud de situaciones, pero hacernos las preguntas adecuadas y entender que no todo es 100% sostenible es fundamental para ser una verdadera sociedad de cambio.
Cuando hablamos de sostenibilidad, necesitamos poner el pensamiento crítico por delante de los sesgos y la intuición, debemos considerar los impactos en ambas direcciones que genera una decisión y poder tomarla en base a dichos criterios tanto a nivel ciudadano, político o empresarial.
Y entonces… ¿qué respondemos o qué decidimos?
Respondamos depende. Responder depende no es malo. Responder depende es un reconocimiento a la complejidad del problema, un llamamiento a estudiarlo con mayor profundidad caso a caso para dar una respuesta madura y crítica.
Estoy seguro que en el futuro tendremos tecnología, datos y herramientas que nos facilitarán la vida para tomar estas decisiones, pero hasta que ese momento llegue, contestad sin miedo: "depende".