¿Alguna vez has pensado cómo sería todo si, de inicio, hubiese habido más mujeres en la toma de decisiones? Yo sí.
Sería un mundo menos hostil con las mujeres.
Ser la mejor cansa. Muchísimo. Es agotador. Extenuante.
O debe serlo. No lo sé. Nunca he sido la mejor en nada.
Y puede que nunca lo sea.
Porque, aunque una mujer intente ser la mejor en algo, pase media vida dedicada a ser la mejor en esa pequeñísima cosa insignificante… alguien va a tomarse las molestias necesarias para demostrarle que no lo es.
Ser mujer es muy duro.
Ser mujer líder es muy duro.
Ser mujer madre es muy duro.
Ser mujer trabajadora es muy duro.
Ser mujer emprendedora es muy duro.
Ser mujer y sentir que lo estás haciendo bien es muy duro.
Ser mujer y todas las frases de arriba juntas es una peli de Disney.
Necesitamos menos techos de cristal y más referentes, tener la certeza que ser madres no va a frenar nuestra carrera y si queremos frenarla, no sentirnos juzgadas, debemos buscar más apoyo entre nosotras porque, sencillamente, estamos agotadas.
Necesitamos más mujeres en puestos de liderazgo, en todas las posiciones de poder, en cada trabajos de impacto, innovación y relevancia. Tener mujeres al frente no solo mejorará la forma de dirigir el mundo, sino de afrontar el cambio, de construir comunidades, de crear empresas que generen valor positivo y de ser una sociedad más amable y más feliz.
Las mujeres tenemos altas capacidades desarrollando habilidades como la inteligencia emocional, el pensamiento creativo, el trabajo en equipo o la resiliencia, esenciales para que las cosas funcionen de otra manera.
Mi profesión tiene un papel relevante en esto.
La comunicación de las marcas debe ir más allá de promocionar productos o anunciar ofertas. Las marcas que realmente trabajan aportando valor a la sociedad, siendo útiles, innovando y mejorando la vida de las personas no pueden relegar su comunicación a cambiar un logo a verde por el día del planeta.
El consumidor actual demanda marcas éticas. Prefiere piel vegana en sus bolsos, comprar a productores locales, usar bosas de papel y conducir coches eléctricos. Marcas así consiguen que te sientas identificada con sus valores, fidelizándote y facilitando el impulso de compra.
Y eso es fruto del trabajo de un equipo de comunicación trabajando durante meses (años, en realidad) para hacerte sentir “eso” cada vez que la marca se comunica contigo.
No es inmediato.
El ROI es más lento de lo que al director de marketing le gustaría.
Pero tener la oportunidad de ser honesta con las personas que quieren comprarte, hablares de tú a tú, compartir tu experiencia y aportarles algo bueno, es el proceso creativo más fascinante que existe.
Una inversión lenta, costosa, artesanal… y TAN bonita.
Porque el branding, querida marca, es en lo que debes invertir mañana mismo si quieres ser creíble, honesta, real. Y créeme, necesitas una mujer al frente.
Déjame explicarte por qué.
Necesitas una mujer al frente de la comunicación de tu marca porque una mujer lleva toda su vida recibiendo el impacto de cientos de comunicaciones a diario hacia ella, teniendo que gestionarlo, darle forma y, encima, brillar.
Impactos como:
Sé feminista. Pero poco.
Sé independiente. Pero cásate.
Sé lo que quieras ser. Pero no mucho.
Sé una buena líder. Pero no seas tan dura.
Sé tú misma. Pero debes ser como las demás.
Sé la mejor en lo que haces. Pero disfruta de la vida.
Sé segura de ti misma. Pero no te pases que molesta.
Sé honesta. Pero cáele bien a todos o hablarán mal de ti.
Sé madre. Pero te juzgaremos tanto si lo eres como si no.
Sé una mujer de éxito. Pero tienes que formar una familia.
Sé clara. Pero no tanto que tus opiniones pueden no gustar.
Sé femenina. Pero si quieres respeto compórtate como un hombre.
Sé casera. Pero que tu vida social esté a la altura de la aristocracia.
Sé más que un cuerpo. Pero cuídate como si fuese lo único importante.
Gestionar impactos así, consejos no pedidos, opiniones no deseadas, un juicio público que no necesitamos, nos ha pasado a todas, tantas veces que hemos llegado a normalizarlo y nos ha generado un gran aprendizaje (a las mujeres en general y a las profesionales de la comunicación en particular).
Y aunque nos ha costado, hemos entendido que lo importante no es ser la mejor, no es ser lo que otros creen que debes ser, ni ser lo que otros quieren que seas… lo importante es ser fiel a ti misma.
Eso aplica también para ti, querida marca.
Por eso necesitas que una mujer gestione tu comunicación.
Y creo que yo puedo ayudarte con eso, ¿te apetece un café?