Es por todos bien sabido que España, desde hace muchos años, está entre los países con mayor actividad trasplantadora y donde las tasas de donación son las más altas del mundo. En un momento de gran polarización y muchas diferencias entre la población, creo que todo el mundo debe estar de acuerdo en lo afortunados y generosos que somos como ciudadanos. Afortunados, pues tenemos muchas más probabilidades de obtener un órgano (en caso de necesitar ser trasplantados) de manera libre, gratuita y universal, que cualquier otro ciudadano de nuestro planeta, aunque a veces no seamos muy conscientes de lo que esto supone. Y generosos, pues entre todos mantenemos ese liderazgo en las cifras de donación.
Este éxito en las tasas de donación nos debería hacer sentir orgullosos, pues sin recibir nada a cambio, salvo el aliento y la fortaleza de saber que estamos salvando la vida de varias personas, duplicamos e incluso triplicamos el número de donantes de países muy avanzados social, económica y culturalmente. Cuando aceptamos “regalar” los órganos y tejidos de un familiar fallecido, estamos contribuyendo a colocar a nuestro estado entre los más generosos del mundo, motivo por el que tenemos que estar contentos de pertenecer a esta sociedad tan solidaria.
Un día como el de hoy, donde se celebra la donación y el trasplante de órganos y tejidos, nos permite agradecer a los verdaderos héroes de todo este entramado, los donantes, su grandeza y altruismo, pues sin ellos no sería posible que muchas personas continuaran su viaje por ese tortuoso camino que es la vida. Por este motivo desde la Coordinación de Trasplantes de uno de los centros con mayor actividad trasplantadora del país (CHUAC), me siento en la obligación de dar las GRACIAS a todos los actores que, de manera gratuita, participan en este gran logro y sin los cuales no sería posible que estuviésemos en esa tarima mirando a otros países desde arriba, como son los DONANTES Y SUS FAMILIAS. Del mismo modo quiero AGRADECER a los TRASPLANTADOS Y A SUS FAMILIAS por mantener ese cuidado tan escrupuloso que realizan sobre ese bien que les han regalado, para tener una segunda oportunidad y poder continuar disfrutando de su travesía.