Hacia una verdadera inclusión
Una reflexión sobre la importancia de "romper las cadenas de la exclusión" y lograr que las personas con problemas de audición, visión reducida o ceguera total dejen de estar "sistemáticamente excluidas" de participar en los eventos
En nuestra sociedad, es dolorosa la persistente falta de compromiso por parte de las instituciones públicas y los organizadores de eventos culturales, deportivos y sociales en cuanto a la inclusión de personas con diversidad funcional. A pesar de la creciente sensibilidad hacia la discapacidad motriz y de movilidad, muchas otras discapacidades y diversidades funcionales son ignoradas, perpetuando una jerarquía indignante en la que algunas discapacidades son consideradas de "primera clase" y otras relegadas a un injusto olvido.
Es inadmisible que, en pleno siglo XXI, las personas con problemas de audición, visión reducida o ceguera total sigan siendo sistemáticamente excluidas de participar plenamente en estos eventos. La falta de audio descripción e intérpretes en lengua de signos no solo es una muestra de desinterés, sino una clara muestra de discriminación hacia una parte significativa de la población. ¿Por qué se nos niega el derecho a disfrutar y participar en actividades que deberían ser accesibles para todos?
La realidad es que, aunque algunos recintos cumplen con las norma vas de accesibilidad para personas en silla de ruedas, la gran mayoría de ellos no se preocupan por adecuar sus instalaciones y servicios para personas con otras discapacidades. ¿Acaso sus derechos son menos importantes? ¿Acaso su presencia es menos valiosa en la sociedad?
Es hora de dejar de lado las excusas y la indiferencia. La legislación actual debe ser revisada y fortalecida para garantizar la accesibilidad universal en todos los eventos, sin excepción. Aquellas entidades que cumplan con estas norma vas deberían recibir reconocimientos y ayudas financieras, incentivando así la creación de espacios verdaderamente inclusivos.
No se trata solo de cumplir con la ley; es una cuestión de valores y de respeto hacia la dignidad humana. La diversidad funcional no debería ser un obstáculo para nadie en su búsqueda de disfrutar de la cultura, el deporte y la vida social. Es nuestro deber como sociedad eliminar las barreras físicas y sociales que impiden que personas con diversidad funcional puedan disfrutar de los mismos derechos y oportunidades que cualquier otro ciudadano.
Es hora de alzar la voz y exigir un cambio real en la forma en que se organizan los eventos en nuestra sociedad. No aceptemos más la discriminación encubierta y las desigualdades disfrazadas de buenas intenciones. Juntos, podemos construir una sociedad inclusiva, donde todos tengamos la libertad de participar plenamente en la vida cultural, deportiva y social, sin importar nuestras capacidades. Es momento de romper las cadenas de la exclusión y avanzar hacia un futuro donde la diversidad funcional sea respetada y valorada.