Querido lector que hoy suma un año,
Lo hemos logrado. Nos ha tocado otra vuelta al sol y aquí seguimos, respirando y, con suerte, riéndonos de esta pequeña cosa llamada vida que, entre nosotros, siempre parece tener algún truco escondido. Porque, reconozcámoslo, cumplir años no es solo cuestión de contar velas ni de inflar globos. Cumplir años, amigos míos, es una de las pocas maneras que tenemos de decir “aquí estoy todavía, y voy por otra ronda”.
Porque uno puede mirarlo desde distintos ángulos, claro, pero ya sabes lo que dicen: si tienes la suerte de envejecer, es porque sigues en el juego. Eso, en sí mismo, ya es un motivo de celebración. Los años pasan, sí, y probablemente, como muchos, te preguntas qué has hecho con ellos. ¡Pero cuidado! Esa pregunta es una trampa. Porque a veces cumplir años se trata menos de hacer cosas y más de sobrevivirlas. A fin de cuentas, cada cumpleaños es una especie de diploma. Has superado otro año, con sus dolores de cabeza, sus noches de insomnio, y hasta alguna alegría genuina. Y no, no te has vuelto ni más sabio ni más santo, pero, ¡al menos no te has vuelto loco! Eso es algo, ¿no?
Ahora bien, cada vez que cumplimos años, a la mayoría nos da por reflexionar, que si he hecho suficiente, que si he vivido al máximo. Pero, entre nosotros, ¿quién mide esas cosas? Nadie ha escrito una regla que diga cuántas carcajadas deberías haber soltado o cuántos errores podías cometer antes de los treinta o los cuarenta. Así que ríete de la cifra. La vida, por suerte, no es una prueba de eficiencia ni un inventario de
logros. A medida que pasan los años, lo que cuenta es que te hayas dado buenos momentos y, si has tenido suerte, hayas encontrado a personas que no se cansen de verte soplar las velas, por mucho que te hayas equivocado por el camino.
Y sí, cada cumpleaños es un aviso del tiempo que pasa. Pero vamos, mejor tomárselo con sentido del humor, que al fin y al cabo, todos estamos en el mismo barco. Cumplir años es como avanzar en una novela que a veces va por capítulos brillantes y otras, francamente, por párrafos aburridos. Pero ahí seguimos, ¡pasando página! ¿La alternativa? Bueno, digamos que es bastante menos entretenida, así que sigue
avanzando.
Así que, querido lector, si estás cumpliendo años, celébralo. Porque, en última instancia, la verdadera victoria es vivir otro año para poder burlarte de lo que te preocupa ahora. Dale gracias a la vida por cada vuelta al sol, por la risa, por las arrugas que cuentan su propia historia y, sobre todo, porque nadie puede vivir esta aventura como tú. Así que levanta la copa, sopla las velas y pide un deseo, aunque sea por costumbre. Porque cada cumpleaños es una oportunidad de recordar que, mientras podamos, seguiremos aquí, dándole guerra al tiempo.
Atentamente,
Otro superviviente que no piensa dejar de celebrar.