Voluntarios de Santiago viajan a Valencia para llevar provisiones a los afectados por la DANA.

Voluntarios de Santiago viajan a Valencia para llevar provisiones a los afectados por la DANA. @Salseo_usc

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De Santiago a Valencia para llevar provisiones: "Con tristeza, pero me sentí bien por ayudar"

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Aunque se les conozca por sus famosas publicaciones de crushes en Instagram o por organizar fiestas en Santiago de Compostela, detrás de @salseo_usc hay dos chicos implicados con lo social. Unos jóvenes que, sin pensarlo dos veces, utilizaron su influencia en redes sociales y organizaron una gran recolecta de comida y materiales de limpieza para llevar ellos mismos a las zonas más afectadas por la DANA que azotó Valencia hace algo más de una semana.

Tenían claro que querían llevar personalmente los enseres a las familias afectadas. Sabían que se estaban haciendo muchas recolectas desde miles de puntos de España, pero eran conocedores de un gran hándicap: en Valencia no disponían de transporte para hacer llegar las donaciones casa a casa. "Nosotros queríamos que lo que aportáramos desde Santiago llegase al día siguiente a cada persona que lo necesitase", aclara uno de los chicos, Álvaro -nombre ficticio para mantener su anonimato-.

La recogida

La recogida de alimentos, ropa y utensilios de limpieza e higiene empezaba a las 09:00 horas del lunes 4 de noviembre y pretendían ampliarla hasta las 23:00 horas de la noche en un local del Ensanche compostelano, el pub Matrix. Sin embargo, una ola de solidaridad hizo que a las 18:00 horas de la tarde ya no hubiese espacio físico para más. Los alrededor de veinte voluntarios y voluntarias, todas de la Universidade de Santiago de Compostela y movilizadas por la cuenta de Salseo, empezaron entonces a llenar las furgonetas en cadenas humanas.

"Tenemos que darle las gracias a Autos Brea, Sicilia in Bocca y MGM por habernos donado sus furgonetas para hacer el viaje", cuenta el otro joven responsable de la cuenta, que añade: "y a Daniel, un anónimo que nos dejó la suya y nos acompañó".

En sus agradecimientos no se olvidan de los estudiantes que se saltaron sus clases y decidieron pasar, igual que ellos, veinticuatro horas conduciendo y cincuenta sin dormir. Yara, Marta, Daniel y Óscar fueron algunos de los chicos y chicas que viajaron en las cuatro furgonetas de las que se disponían para cruzar España. Igual que Elena, su padre Eusebio, Bruce e incluso Jorge, un chico que cerró su restaurante, O Atrio, para acompañarlos.

Mauro y Candela, dos voluntarios que llevaban todo el día ordenando los recursos donados, tampoco dudaron en subirse a las furgonetas, pues ambos, aunque estudian en la USC, son valencianos. "Mauro quiso venir sí o sí aunque ya éramos suficientes para turnarnos al conducir y ayudar allí en las entregas", explica Antonio. Una vez llenaron los furgones, salieron rumbo al Levante sobre las 23:00 horas.

Su llegada a Valencia

Once horas después llegaron a la Comunitat Valenciana. Creían que iban preparados para lo que iban a presenciar, pero la realidad les sorprendió desagradablemente y de forma anticipada. "A 70 kilómetros de lo que se considera la zona 0, a la altura de Requena, ya vimos tierras de cultivo con coches destrozados", recuerda Álvaro.

"Lo que ves en la televisión o en las redes sociales impresiona, pero cuando llegas allí te das cuenta de que la magnitud de los destrozos es mucho mayor, como de película". Una vez en Catarroja, uno de los pueblos más afectados, la impresión fue mayor. "Las calles por donde anduvimos parecían campos de batalla", sentencia el chico.

Su compañero pasó allí el cumpleaños más agridulce de toda su vida: "Sentí tristeza, cansancio, pero también me sentía bien por haber ayudado". "Al principio te frustras por la situación porque no ves policías ni miembros del ejército, solo voluntarios", añade Álvaro, quien reconoce que "luego te emocionas porque esa gente hacía días estaba haciendo su vida normal y ahora están cogiendo productos de primera necesidad de cajas que le dan unos desconocidos", termina, con el semblante entristecido. Ambos coinciden en que nunca nadie les habían dado tanto las gracias.

"Se emocionaban porque eran conscientes de que veníamos desde la otra punta del país", señala Antonio. Eran solidarios, cuentan, incluso entre ellos. Los chicos primero estuvieron en el centro de Catarroja para luego moverse con algunas provisiones a las Barracas del pueblo, donde fueron puerta por puerta entregando alimentos. "Los afectados pensaban mucho en el otro, es decir, la mayoría cogían solo una garrafa de agua aunque les ofreciésemos varias porque pensaban en que el siguiente también necesitaría", cuenta Álvaro.

"Aprendimos mucho, especialmente que nunca se debe dar nada por hecho: un día lo tienes todo y al día siguiente no tienes nada", dice Álvaro. "Nos plateamos volver para ayudar a limpiar calles y casas", dicen, al ser conscientes de que podrían ser sus familias.