Enclavado en un lugar privilegiado, el Cabo de Finisterre, considerado el Fin del Mundo. Con vistas a la inmensidad del Océano Atlántico. Allí, a 138 metros sobre el nivel del mar se encuentra un hotel único, con encanto: O Semáforo de Fisterra.
Construido en 1853, este potente faro es uno de los más emblemáticos. Muchos dicen que aquí termina el Camino de Santiago. Pero ahora, además de ser un lugar de peregrinación, la antigua sede de vigilancia de la Marina alberga un hotel delicatessen de cinco habitaciones.
Pasar una noche viendo las estrellas desde una de sus habitaciones es una experiencia que muchos quieren repetir. Acomodarse en su taberna y saborear los mejores productos de la Costa da Morte o desayunar mientras contemplas la inmensidad del mar son sensaciones que solo se pueden experimentar en este lugar.
Da igual si es verano o invierno, las vistas que ofrece O Semáforo desde cualquiera de sus esquinas son impagable. Disfrutar de una increíble puesta de sol en verano o contemplar una noche de tormenta en invierno. Situado en el fin del mundo, O Semáforo ofrece un universo de confort.
Detrás de este faro están Jesús y Jacinto, quienes son además de socios, padre e hijo. Jacinto es el encargado de la gerencia de este hotel boutique que muchos califican como el mejor hotel rural de España, pues fue el hotel más valorado en un concurso televisivo a nivel nacional.
¿Cuál es el punto fuerte del hotel? Jacinto lo tiene claro: "El sitio. Si estuviese en medio del monte no valdría nada". Y es que la ubicación de este hotel es privilegiada, y así lo aprecian las personas que se acercan hasta él. "El sitio para la gente que viene de fuera es impresionante", señala.
Además de impresionante, es un lugar mágico. Más allá de que este sea el punto final del Camino de Santiago, el cabo Fisterra atrae a muchos visitantes por motivos muy diversos: "Hay gente que viene a tirar en el mar las cenizas de sus antepasados". E incluso los hay que se desplazan desde México para renovar sus votos matrimoniales. Como ya ocurrió.
¿Cómo surgió la idea de abrir este hotel? Jacinto nos lo relata: "Este era un edificio que daba señales marítimas a los barcos. Estaba abandonado y en el año 1999 Don Manuel Fraga Iribarne lo rehabilitó y dio una concesión de explotación al Concello. Son 15 años de explotación del servicio de hostelería, tanto el hotel como cafetería, restaurante y una taberna que tenemos en el edificio anexo".
Jacinto lleva al frente de este hotel tres años, desde 2016. En ese año el hotel, que antes funcionaba como "hostel" para peregrinos, se sometió a una lavado de cara completo. Tras siete meses de obras, este antiguo edificio militar abría sus puertas un hotel boutique de 5 habitaciones tematizadas.
"Nosotros queríamos hacer algo diferente y por ello escogimos temáticas relacionados con la zona", cuenta Jacinto. Así, hay la habitación Naufragios, por la gran cantidad de "naufragios" que hubo en la Costa da Morte. Otra lleva el nombre de Vientos, porque es una zona donde soplan fuerte vientos; otra estancia se llama el Semáforo, porque es el nombre del edifico.
Estrellas es el nombre de otra de las habitación, y lo es porque el Cabo Fisterra, según cuenta Jacinto, es una zona escogida por especialistas en astros: "Por la noche viene mucha gente especializada a ver las estrellas porque no hay contaminación lumínica". Y por último, la habitación Faros, en referencia a la etapa del Camiño dos Faros.
Después de descansar en una de sus maravillosas habitaciones, el huésped tiene la oportunidad de disfrutar de un rico desayuno con unas vistas únicas de fondo. Unas vistas que, como reconoce Jacinto, cada dia son diferentes.
"Aquí uno puede ver de todo, desde tormenta, mar bravo, puestas de sol impresionantes o el amanecer. La gente dice que es un sitio mágico. Las vistas son completamente diferentes cada día", comenta.
El desayuno dicen que es la comida más importante del día. Pero no hay que olvidarse de la comida y la cena. Arroz, pescado, carne… El Semáforo, además de hotel, también dispone de restaurante y una taberna en un edificio anexo. En cualquiera de los dos espacios la carta siempre ofrece productos del día. Pescados, carnes, hortalizas… Todo producto fresco y de la zona.
Cuando le preguntamos a Jacinto por el origen de los huéspedes del hotel no es capaz de decirnos una nacionalidad predominante, y es que son tantas y diferentes: "Viene gente de todo el mundo". Filipinas, Vietnam, Uruguay son solo algunos de los países origen de aquellas personas que escogen O Semáforo para descansar. También hay mucho americano y francés. Y como no, gallego, sobre todo de las Rias Baixas y Ourense.
En tan solo tres años el Semáforo de Fisterra ha crecido en todos los aspectos. Y así lo atesoran los números que manejan para lo que resta de año: "Estamos casi casi al 100% de ocupación de aquí a final de año", avanza Jacinto. Y es que, ¿quién no quiere descansar con vistas al fin del mundo?